lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Cine Digital? (I): Interrogantes preliminares

¿Existe el Cine Digital?

Me hago esta pregunta después de haber visto algunas películas rodadas con cámaras de video de alta definición (Public Enemies. Mann, 2009; Crank High Voltage. Neveldine & Taylor, 2009). Entonces persiste la pregunta: ¿Cine Digital?, ¿Con que se come ese cine?, ¿Como lo reconozco al verlo?.

También me pregunto, ¿Acaso el cine no es digital desde hace mas de dos décadas cuando se comenzaron a utilizar computadoras para efectos especiales?, ¿No es la computadora un medio inherente a la realizacion de las películas actualmente, especialmente en el área de edición y post-producción (Q.E.P.D. La moviola), como aquellas películas editadas enteramente utilizando un software como Final Cut Pro (Jarhead. Mendes, 2005; Cold Mountain. Minghella, 2003).

Entonces, ¿desde cuándo existe lo digital en el cine?.

Si uno observa detenidamente, descubre ciertas corrientes de pensamientos que se repiten. Y son esas corrientes las que quizás puedan (ó no) ayudarnos a llegar a una respuesta, por lo menos para mi.

Primero tenemos a un grupo que piensa que el cine será única y exclusivamente aquel que se registre en celuloide (de ahí lo de “película”), y proyectado a partir de este.

A esta corriente de pensamiento pertenencen realizadores, la mayoría son directores de fotografía, que profesan una adulación casi religiosa por dicho celuloide y otra cosa distinta a el deberá ser llamado cualquier cosa menos cine. Me gusta pensar que todos estos son los pertenecientes a un grupo que llamaré La vieja Escuela.

Para esta vieja escuela, “rodar” en video no es hacer un película, no es hacer cine de verdad. El video es un simulacro, un ensayo. El video es un intermedio, una herramienta pero nunca el resultado final.

Esta vieja escuela desde una perspectiva monolítica a mi parecer, no acepta que una historia, que una narración realizada en video sea llamada “cine”. Si acaso podemos observar algunas variaciones como “cine en video”, “largometraje en video”, pero nunca sencillamente Cine, así con mayúsculas.

Como si fuese necesario dejar bien claro que mientras no sea una película rodada en celuloide, estamos hablando de un resultado menor, incompleto y menos importante.

Entonces vuelvo a insistir: ¿El cine está definido sencillamente por las técnicas usadas al momento del registro, ese apartado técnico es el único importante para definir o no lo que es el Cine.

Si es así, entonces olvídenlo, porque entonces todas esas “películas” que fueron “rodadas” en video no lo son realmente, y no lo son precisamente por eso.

Y si esto es verdad, sinceramente que limitado es el cine, si sólo lo vemos desde esa perspectiva tecnicista.

Afortunadamente yo no me considero de esa “vieja escuela”, y tampoco de la “nueva” que si a ver vamos puede estar tan o más limitada que los dinosaurios de la vieja. Pero eso ya será parte de las próximas entradas.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Fusilamiento de Buena Fe. Ataque de Pánico

Sé que esto es un fusil que me traigo de Blogacine, la página de nuestro amigo Carlos Caridad Montero. Él, como tantas otras veces nos dio el tubazo, pero es que este corto está tan pero tan bueno que no puedo dejarlo pasar. Por eso lo cuelgo, para los que no lo hayan visto en Blogacine. Dice el mencionado blog: "Ataque de Pánico es un cortometraje de ciencia ficción realizado por el uruguayo —supongo— Fede Álvarez. Son sólo cinco minutos, pero eso les basta y sobra a un grupo de robots gigantes extraterrestres para, en la más pura tradición catastrofista nipona, no dejar piedra sobre piedra en Montevideo".

Gracias Carlos.



Vía / Blogacine

lunes, 16 de noviembre de 2009

La revuelta verde, descifrando el laberinto iraní

Junio de 2009, norte de Teherán. Jóvenes ataviados de verde denuncian fraude entre nubes de lacrimógenos. Estados Unidos y Europa muestran su solidaridad con los rebeldes. Sms, Blog, Facebook, You Tube, Google y Twitter son las palabras clave. Dos semanas antes de las elecciones una mezquita es volada. Meses atrás las ONGs se activan.

La marea verde inunda el ciberespacio, las ondas televisivas y las calles. Pero éspoco despu la borrachera deja paso a una resaca que nos hace preguntarnos si todo fue un sueño. Un sueño hipnótico.

Un documental de Guarataro Films y Telesur.

Sábado 21 a las 9 de la noche por Venezolana de Televisión.

Véalo aquí: www.guaratarofilms.com

martes, 10 de noviembre de 2009

Escuela Internacional de Cine y Televisión - Talleres Internacionales 2010

Les retransmito esta info.
Junto a la misma me llegaron varios archivos de word, en los que se explana todo con detalle.
Si alguien desea recibir dichos archivos por favor escriba a
vforte@gmail.com



La Escuela Internacional de Cine y Televisión, EICTV, con sede en San Antonio de los Baños, Cuba, filial de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano que preside Gabriel García Márquez, convoca a los interesados en postular a los Talleres Internacionales 2010, información que encontrarán adjunta.

La EICTV, fundada en diciembre de 1985, bajo el auspicio del Comité de Cineastas de América Latina, es considerada entre las mejores escuelas del mundo, siendo la única institución académica que ha sido distinguida con el Premio Rosellini que otorga el Festival de Cannes.

Se mantienen los acostumbrados procedimientos para la aplicación, selección y posterior formalización de matrículas. El tiempo límite para postular es de un mes antes del inicio del taller, siempre que existan cupos disponibles.

Los interesados deben deben dirigirse a brillante@terra.com.pe y/o msp_asociados@yahoo.com, por favor.


sábado, 7 de noviembre de 2009

La Vida Loca de Christian Póveda. Por: Andrea C. López L.

Hace un par de meses, impresionada por la sorpresiva y violenta muerte de Christian Póveda, reseñé en este blog el documental La Vida Loca. En ese momento, signado por responsabilidades que aún hoy siguen agobiándome y parecen no tener fin; me limité a mencionar el documental e invitar a verlo a través de un link colgado en otro blog.

Hoy me gustaría comentar más detalladamente por qué, más allá de la tragedia del brutal asesinato de su autor, este documental se me hace una referencia obligada en el campo de la cinematografía latinoamericana. Antes de empezar, quisiera advertir a aquellos lectores-espectadores que reprueban el cine de violencia, que se abstengan de leer este post.

Si no fuera porque La Vida Loca está narrada por sujetos reales en circunstancias verídicas, podría decirse que se trata de una ficción. Las tramas y subtramas se construyen sin la “presencia” visible de su director. Es decir, el documental no necesita de la evidencia explícita de una entrevista a cámara, o de una voz en off. La inmersión de la cámara en el registro de esa cotidianidad hace que el discurso fluya por sí mismo, exponiendo una muy dramática realidad. Apenas un texto al inicio da cuenta del contexto y del tema: la declaración de guerra, por parte del ejército hacia Las Maras, y los conflictos existentes entre La Mara 18 y la Marucha; grupos tribales que funcionan como clanes y que tienen su origen en los suburbios de la ciudad de Los Ángeles.

El tema del documental, sin duda el de la violencia, es abordado desde toda su complejidad a través de sus personajes y, aunque retrata esta realidad específica, la de El Salvador, el universo expuesto resulta muy semejante al nuestro, dando luces acerca de por qué tenemos sociedades tan susceptibles a la criminalidad.

Planteado el tema, se nos presenta a los personajes (no reseñaré todos aquí): el chico Erick que, bajo proceso, se presenta ante una jueza acompañado de su madre. Un drama muy similar al de Ramón Antonio Brizuela (“Soy un delincuente”, 1976): el chico tiene antecedentes penales y debe cumplir con el requisito de ir a la escuela. Sin embargo, no asiste, su madre reconoce que no tienen dónde vivir, ni empleo y mucho menos el apoyo de un padre. Entre lágrimas: es ella sola.

La jueza, delgada, bien vestida, rubia y peinada de peluquería; reconoce que las condiciones en las que vive Erick son propensas a hacer de él un criminal, pero ella no está allí para juzgar la pobreza sino para vigilar que el chico le haga caso a su madre y no a los pandilleros. El Estado, desde Poncio Pilatos, lavándose las manos.

La madre, protagonista obligada de toda miseria, figura única que padece y sufre su triple condición de margen o subalternidad; delega una sentencia similar a la de la madre de Ramón Antonio Brizuela: Si él no me hace caso, prefiero entregarlo. El chico expone su verdad: no puede ir a la escuela porque, habiendo pertenecido a Las Maras, la policía lo agrede y persigue.

Al drama de esta violencia institucional: la del Estado y sus organismos represivos, se suma la violencia estructural, aquella referida a las condiciones de vida: embarazos precoces, viudez temprana y reiterada, falta de vivienda, de empleo, de salud, servicios; y la violencia cotidiana: asesinatos por bala perdida, o “ajustes de cuentas”. Es decir, la muerte como normalidad. Es ante este contexto, que estos jóvenes salvadoreños hallan un apoyo emocional en Las Maras y sobreviven gracias a la economía que los mantiene: el narcotráfico.

Esta construcción del tejido social tiene sus códigos: los tatuajes en la piel, que simbolizan un poco las marcas de las heridas que exhiben nuestros malandros caraqueños emulando la distinción militar (a más marca o “chapa”, más jerarquía o identidad en la banda); sus momentos de goce y alegría: secuencias de placer drogándose, festejando sus cumpleaños o sus velorios.

Estas secuencias se hallan caracterizadas por una emotividad propia de la estética del margen, una estética radicalmente distinta a la de las clases altas y medias: son mujeres gorditas, morenas, acompañadas de sus niños o sólo de hombres, bailando de manera muy sugestiva al ritmo del reggaetón.

Mientras se suceden innúmeras imágenes de mujeres muy jóvenes viviendo la tragedia de ser viudas y con varios chicos a cuestas; se suma el relato de Wizard, una chica de 21 años, también viuda, sin ingresos, aunque un amigo me ayuda a vender algo.

Madre de cuatro niños, Wizard se somete a múltiples cirugías de un ojo perdido en una balacera y harto tratado, negligentemente, en los hospitales del Estado. La chica, tras tortuosas e infinitas operaciones (créanme que nada que envidiarle a Linda Blair en El Exorcista); Wizard es también reclutada por la ONG que pretende “rescatar” a estos jóvenes, mediante métodos no represivos como los empleados por el Estado.

A la alternativa fraterna “Maras”; el documental asoma otra esperanza: La iniciativa de una ONG que, contrariamente a lo planteado en filmes de ficción como Tropa de Élite (que sataniza cualquier intento independiente y no represivo para frenar la violencia) se erige como otro camino afectivo y solidario que dignifica la vida de estas personas al sembrar valores en torno al trabajo.

Es así como Little Wizard, Moreno y Bam Bam, producen pan de la mano de José Heriberto Enríquez y Luis Romero García, conductores de la ONG Hombres Unidos. Los chicos logran producir y vender su pan a bajo costo, teniendo éxito, a pesar de los nunca faltantes chismorreos y estigmatización de los vecinos. El grupo afianza su utopía: sí se puede llevar una vida “digna”. Conscientes de su logro, se niegan a ser utilizados por el gobierno para su propaganda política.

La muerte azota cada transición en el documental y finalmente, la utopía se desvanece: El Estado detiene a José Humberto acusándolo de la muerte de otro pandillero. La represión, como en cualquier otra tragedia shakesperiana tipo Macbeth, se esparce y tiñe de rojo: detienen también a Wizard, el carcelero la compara con un pit bull. A Bam Bam lo juzgan por tenencia de armas y agrupación ilegal. Al creerse absuelto, le adjudican los cargos de tenencia de drogas y va, de todas, todas, a la cárcel.

El rol de iglesias evangélicas emergentes en estos círculos también da mucha tela que cortar. En resumidas cuentas, La Vida Loca es un documental que aporta a nuestra cinematografía no sólo por su condición estética, que revela un genuino docu vivído, sino también por la profundidad de un tema que querámoslo ver o no, es en la región nuestra huella de dolor.

Hace un mes la Cinemateca Nacional publicó un libro titulado Miradas al margen: Cine y subalternidad en América Latina y el Caribe, que espero poder comentar en mi próximo post. El contenido de este libro arroja luces sobre un cine que nos urge desde hace mucho y que sigue siendo censurado, asesinado y difamado, mientras se aupa un cine escapista. La trágica muerte de Póveda es una prueba contundente de esto. El cine de violencia es, en términos junguianos: Nuestra sombra. Y no todos tienen el valor de enfrentar sus miserias. No los culpo, a Póveda le costó la vida. En el cine escapista, sólo cuesta el “estatus”.