viernes, 26 de marzo de 2010

DAYBREAKERS o del cómo convertir una idea brillante en un simple Blockbuster

Este artículo contiene spoilers

Daybreakers es un buen intento. Una idea súper novedosa y original. Un guión con un potencial ilimitado. La promesa de una película de culto. Pero diantres, el resultado, a pesar de satisfactorio, es otro: una cinta convertida en un simple blockbuster. Una mera empresa de entretenimiento.

Sin duda Daybreakers va a mover al público al cine. El argumento, sencillamente maravilloso, ha creado una distopía genial: los vampiros han llegado a ser la mayoría en el mundo; la minoría humana está siendo perseguida, apresada por su sangre, llevada a “centros de ordeño” donde se les extrae el preciado líquido vital. Pero no es suficiente. La escasez de humanos pone en jaque el consumo de sangre y la nueva raza se ve amenazada con la extinción.

Después de revisar el cine de vampiros, no se puede negar que se trata de algo nuevo e interesante. Por fin una cinta trata de responder las preguntas que genuinamente se hace todo el que se haya puesto alguna vez a pensar sobre las consecuencias de la existencia del vampiro: ¿Y qué sucede cuando los vampiros sean la mayoría? ¿Pueden llegar a serlo? ¿Y qué sucede cuando ya no haya más humanos? Pero no pienso repetirme. Si se analizan esas preguntas y se comparan con el argumento señalado, se prevé un resultado grandioso. ¿Por qué no lo es?

Daybreakers es una película de vampiros con un tema que a pesar de poder ser explotado con profundidad, con maestría, es simplemente enfocado como una película de taquilla. Muchas coincidencias innecesarias, muchas secuencias de acción innecesarias, un desenlace innecesario y predecible, en fin. Innecesario. Frustrante. Es como ver  uno de esos niños genios que al crecer terminan siendo luego en su adultez el mejor gerente de un Mcdonalds.


Ethan Hawke es Edward Dalton, un vampiro hematólogo al servicio de un gigante corporativo cuya misión es conseguir un sustituto alimenticio para su raza. Sin embargo, Dalton no está muy claro acerca de su identidad y desde hace tiempo no consume sangre humana, situación que le pone en peligro de degenerar, hasta quedar convertido en una bestia hambrienta incapaz de pensar (de más está decir que aquellos vampiros que no tienen recursos para comprar la escasa y carísima sangre que hay en el mercado, terminan de esta forma). Pero Dalton no está a gusto siendo vampiro. Todavía parece añorar ser humano. Y en tal sentido se enfrenta a dos dilemas: el primero, no está seguro si debe buscar un sustituto a la sangre, o más bien una cura a su condición, la dicotomía “Enfermedad Vs. Raza superior”; y el segundo, no sabe si conseguir un sustituto remedie la situación, pues las empresas “ordeñadoras” planean seguir explotando a los pocos humanos que queden aún si consiguen un sustituto de la sangre, una manera más que rentable de obtener ganancias gracias a un monopolio exclusivo.  Hasta aquí la cosa va de mil maravillas. Uno se regocija hasta este punto  (como cuando se ve la primera mitad de Inteligencia Artificial, luego destrozada en la segunda restante). La cuestión viene después, cuando el hematólogo hace contacto con los humanos. Pura técnica de guión comercial hollywoodense. Puras coincidencias. Pura resolución de taquilla.


Técnicamente la película se destaca. La fotografía y la escenografía futurista son de lujo y la coloración azul y blanca impecables. Los efectos especiales, pues son buenos, como era de esperarse para una película de taquilla. Las actuaciones están medianamente bien, salvo ciertos momentos melodramáticos en los que los actores no dan pie con bola (Willem Dafoe, Sam Neill, Michael Dorman, Ellie Landon, Isabel Lucas). En fin, la dirección y la producción hicieron su trabajo.


Hay una carambola en la película que no dejo de pensar que es gratuita. Una suerte de crítica que no fue pensada pero que surgió de pura suerte. Todo el asunto del gigante corporativo queriendo aprovecharse de la tragedia en ciernes, su especulación con la sangre; la degeneración del vampiro promedio a consecuencia de no tener los medios para comer y su consecuente degeneración, persecución y exterminio; que sólo se salven aquellos  vampiros con recursos para vivir, los mismos que rigen la sociedad, los mismos que persiguen a la raza humana... Me suena a postura política. A mensaje oculto tipo zombies de “George Romero”.


Lo que sí es cierto es que la película toma bastantes elementos del vampiro del romanticismo: son pálidos, no pueden sobrevivir a la luz del sol, no se reflejan en los espejos, los humanos los combaten con estacas y ballestas; todo ello combinado con los elementos de una sociedad del futuro: cambio del ciclo circadiano, modernos túneles subterráneos para caminar en el día, automóviles protegidos de la luz, alarmas contra amanecer… Un vampiro clásico en una sociedad del futuro.


En todo caso, Daybreakers es un logro frente a la nueva generación de películas románticas para adolescentes, como las de Stephenie Meyer: Crepúsculo, Luna nueva y Eclipse.


Todo esto es lo que creo. Aunque me odien.



Vía / Der Vampyr


miércoles, 24 de marzo de 2010

Experiencia y Riesgos del Documentalista en el Doculab GUADALAJARA 2010

Por: Andrea López
Fotografía cortesía del FICG 25 y Marshall Peterson

Del 15 al 20 de este mes tuve la oportunidad de participar en el laboratorio de documentales que tiene lugar durante el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

A pesar de la distancia de la Universidad respecto a los lugares donde se daban las proyecciones del Festival, debo decir que la experiencia fue sumamente enriquecedora y estimulante. En principio, porque todos los participantes muestran parte de su documental en proceso, el cual es diseccionado (discutido) por personas con bastante trayectoria en el oficio.

Esto permite apreciar los trabajos en pantalla grande y compartirlo con personas dedicadas, logrando un intercambio de propuestas e ideas bastante esclarecedor.

En segundo lugar, permite darte cuenta de la competencia (en el sentido sano del término); pues muchas veces ó creemos que nos la estamos comiendo o que sencillamente el trabajo es lo peor que hemos hecho en la vida (esto sobre todo cuando se hace sin presupuesto). De modo que, cuando confrontamos nuestras películas con otras, logramos tener un balance más real de cuál es la situación de nuestra pequeña obra. Más allá de esto, sin duda lo más enriquecedor ha sido acercarnos a los temas y miradas que se gestan en América Latina y España.

Durante el laboratorio, tienen lugar una serie de charlas nutritivas. Por ser esta una crónica personal referiré la plática que en mi caso resultó más pertinente, la referida a los riesgos que enfrenta un documentalista cuando trata un tema “detonador” o molesto en círculos sociales y/o políticos. Mención en un capítulo aparte merecerá un evento no menos importante: el encuentro con la veterana Agnès Varda.

Lourdes Portillo (Señorita Extraviada, 2001) Emilio Maille, productor de La Vida Loca, 2009; Everardo González (Ladrones Viejos, 2007) y Alberto Arce (Disparando un elefante, 2010) entre otros, expusieron sus experiencias con los feminicidios en Juárez, Las Maras de El Salvador, los bombardeos del ejército israelí sobre Palestina y la cárcel.

Si bien considero que todo tipo de documental implica riesgos, merecen especial admiración esta personas que se exponen durante largo tiempo (todo buen documental implica estar inmerso mucho tiempo); a situaciones de violencia y peligro.

Alberto Arce afirma que quien se dedique a un documental sobre la guerra o la violencia y no esté dispuesto a morir, simplemente no debe hacer este tipo de trabajo. Para él, el miedo adquiere algunos matices: prefiere morir de un bombazo israelí que secuestrado en Bagdad donde tras torturas y agonía llegan a cortarte la cabeza.

El realizador dice que no sólo se pone en riesgo la vida sino también la reputación: él ha sido acusado por una de las partes como un evangelista de Hamas y, por el otro, como un intruso. Aún cuando se le haya negado el acceso a la Franja de Gaza, afirma: “Cuando he querido emprender acciones contra el genocidio que significa emplear fósforo blanco contra los palestinos, muchos me aconsejaron no hacerlo”. Para Arce es parte de la ética ser un ser humano antes que periodista.

Emilio Maille, productor de La Vida Loca califica la aseveración de ingenua. Para él, el “pecado” de Christian Póveda fue dejar de ser un artista haciendo un trabajo para convertirse en un activista que anhelaba la desaparición de esta guerra. El resultado: la guerra lo rebasó.

El testimonio de Emilio Maille es sumamente conmovedor, pues vivió de cerca cómo su amigo y gran documentalista Cristian Póveda murió abaleado antes del estreno de su película. Para Maillé, de poco sirvió cuidarse durante años de no grabar a sus protagonistas haciendo algo ilegal. La relación de Póveda fue en todo momento de respeto y jamás medió una relación de dinero. Su idea era la de darle la película a Las Maras para que estos grupos lucraran dentro de sus propios circuitos de distribución y exhibición. Sin embargo, a menos de 24 horas de haber sido asesinado, la policía robó su computadora y el filme apareció colgado en numerosos portales de Internet, así como en la distribución pirata.

Para Everardo González (México), quizá poco importe poner en riesgo su propia vida pero en su caso el peligro amenazó la vida su hijo y familia.

Y aquí Lourdes Portillo advierte el devenir de la autocensura: Más allá de las amenazas, lo más importante es decir siempre la verdad. La primera vez que leyó en un periódico local de Chihuahua una reseña pequeñita acerca de las muertas de Juárez, por allá en la década de los noventas, decidió marchar a ver qué sucedía. Su intención estaba lejos de descubrir a los asesinos, sólo quería exponer una situación y hacer un retrato social. En el proceso pudo ver cómo mujeres que afirmaban (por coacción) no haber sido amenazadas, sufrían más tarde la desaparición de sus hermanas, amigas o allegadas.

Y llegados a este punto me pregunto si realmente fue un “pecado” el que Póveda haya querido revertir una situación de guerra más allá del documental; o si más bien las condiciones viciadas y corruptas de América latina coartan la libertad de creación al no garantizar la seguridad de sus artistas.

Portillo asegura no haber sentido miedo porque vive en los Estados Unidos. Dice que incluso, lo menos que aconseja por estos lares es “pedir permisos a las autoridades a la hora de grabar o filmar, pues esto supone compromisos con organizaciones absolutamente corruptas, mafiosas y peligrosas”.

Alberto Arce reconoce que no puede pisar la Franja de Gaza pero se siente seguro en España.

Esta sensación, esta libertad de creación, sin duda no es compartida por el mexicano Everardo González y menos por los compañeros de Póveda. Hace mucho el documentalista Errol Morris logró sacar del corredor de la muerte a un sentenciado con el documental “la delgada línea azul” y el precio de su activismo no fue su vida.

Sin duda, hay que reflexionar seriamente en cómo inciden las condiciones de violencia y represión en nuestros países en la escogencia y tratamiento de ciertos temas en la región.

viernes, 19 de marzo de 2010

¡JAQUE MATE A LA RAZA HUMANA! ATAQUES E INVASIONES EXTRATERRESTRES DEL MUNDO VEGETAL

Por Sergio Marcano
Nota: Este artículo contiene spoilers.

DR. CARRINGTON

¿Quién habría imaginado que en el período plioceno, los gusanos, los peces y los saurios que se arrastraban por la tierra evolucionarían y se convertirían en nosotros? En el planeta del que procede nuestro visitante la vida ha volucionado de una manera similar a la de los animales enla tierra, eso explicaría la superioridad de su cerebro. Su desarrollo no fue perjudicado por factores sexuales, ni emocionales.

Diálogo extraído de “THE THING FROM ANOTHER WORLD” de Christian Nyby, 1954.

¿Quién, de buenas a primeras, podría llegar imaginar que las plantas se convertirían en una amenaza para la vida? O peor aún, ¿qué la destrucción de la sociedad humana sería ejecutada por el mundo vegetal? Yo no, sin duda. Pero en el mundo literario, cinematográfico y audiovisual, en géneros como la ciencia ficción, el terror y el horror se nos ha demostrado con diferentes argumentos y en diferentes décadas que, sin duda, este escenario es posible.

En 1938 se publica “Who goes there?” de John W. Campbell Jr., una novela en la que un grupo de investigadores encuentra una nave extraterrestre y a su piloto, un ser del espacio exterior que es capaz de mutar a placer a cualquier tipo de forma de vida terrestre a la que devore -bien sea animal o humana-, tomando sus recuerdos e incluso su personalidad.

En 1954 en medio de la más profusa producción de películas de ciencia ficción norteamericanas, Howard Hawks produce “The thing from another word” de Christian Nyby, una película que se inspira libremente en la novela “Who goes there?” y que cuenta la historia de un grupo de militares y científicos del ejército norteamericano que encuentra en la antártica una forma de vida extraterrestre, vegetal –el cambio sustancial con relación a la novela-, de apariencia humanoide, que necesita alimentarse de sangre y que, en la búsqueda de su supervivencia, pone en peligro la vida de todos los presentes en la base militar.

TRAILER DE THE THING FROM ANOTHER WORLD



Una película que será versionada en los 80 por John Carpenter en el filme “The thing”, en este caso rescatando la idea original de la novela de John W. Campbell Jr. The Thing termina por convertirse en una de las más claras excepciones a la regla que reza que todos los remakes son inferiores a la original.

En 1954 Jack Finney publica un seriado en la revista Colliers Magazine llamado “The body snatcher”, el cual cuenta la historia de una raza extraterrestre de semillas interestelares que llegan a la tierra, y que, mientras crecen, tienen la habilidad de fusionarse y de reemplazar a los seres humanos cuando estos están dormidos.

Basado en esta premisa, en 1956 se estrena “Invasión of the body snatchers” dirigida por Don Siegel, una película que narra la historia de un pequeño suburbio norteamericano llamado “Santa mira” donde comienza una conspiración extraterrestre que pretende reemplazar a la raza humana.

DR. DAN KAUFMAN

Sus cuerpos nuevos están creciendo ahí. Los están suplantando célula a célula, átomo a átomo, sin el menor dolor. De repente, mientras estén durmiendo absorberán su cerebro, sus recuerdos y volverán a nacer en un mundo sin preocupaciones.

Diálogo extraído de “INVASION OF THE BODY SNATCHER” de Don Siegel, 1956.


TRAILER DE INVASION OF THE BODY SNATCHER 50´S



Muchos críticos y analistas cinematográficos señalaron en su momento que el argumento de esta película era una clara alegoría de la guerra fría y de la penetración comunista en Norteamérica.

Un hecho curioso es que en este filme se expone por primera vez –al menos hasta donde sé en el mundo del cine- una de las ideas más vanguardistas, paranoicas y desquiciantes en la historia del terror, del horror y de la ciencia ficción: evitar el sueño como forma de salvación -en este caso para evitar la usurpación del cuerpo por los extraterrestres-. Un concepto que somete a sus personajes en una carrera contra el reloj y en una lucha desesperada contra su propia naturaleza –una idea que luego será utilizada como base dramática para la creación de uno de los personajes y de los guiones más importantes, entretenidos y representativos del cine de terror de la década de los 80: Freddy Krueger en “Nightmare on Elm Street” (1984) de Wes Craven-.

En 1978, gracias al éxito económico obtenido por la película original, se estrena un remake de “La invasión de los usurpadores de cuerpos” esta vez de Phillip Kaufman, protagonizada por Donald Sutherland, Brooke Adams, Leonard Nimoy y Jeff Goldblum. A mi parecer, subjetivo y por supuesto personal, la mejor versión que se ha hecho de esta historia hasta el momento, y que a diferencia de la película original finaliza con una de las secuencias más desesperanzadoras -y sorprendentes- que yo haya tenido la posibilidad de presenciar en película de ciencia ficción alguna.

TRAILER DE INVASION OF THE BODY SNATCHER 78’S



En la década de los 80 Abel Ferrara filma una versión que lleva el mismo nombre de sus dos predecesoras, y más recientemente se filma “La invasión” de Oliver Hirschbiegel, protagonizada por Nicole Kidman y Daniel Craig.

Un hecho curioso en esta última versión es que podemos ver a la réplica extraterrestre del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, darle la mano a la réplica extraterrestre del ex presidente norteamericano George Bush Jr., mientras establecen la paz del diálogo político entre las dos naciones.

Sin duda estamos ante uno de los guiones de ciencia ficción y terror que más ha sido versionado por la industria hollywoodense.

En 1951 John Wyndham publica la novela “The day of the triffids”. El plot es algo complicado por lo que voy a explicarlo en tres partes.

1.- Los trífidos son una especie de plantas creadas biológicamente por la Unión Soviética. Son plantas agresivas –que poseen una especie de lengua/látigo que termina en un aguijón venenoso-, carnívoras, con inteligencia propia, capaces de comunicarse unas con otras y de desplazarse sobre sus raíces. Por su capacidad de producir un aceite que puede suplir al petróleo como forma energética, son cultivadas en el mundo entero.

2.- El protagonista es Bill Masen, un biólogo que, luego de ser atacado por un trífido, yace en la cama de un hospital, con los ojos vendados, esto justo la noche en que se sucede una lluvia de meteoritos, un espectáculo sin precedentes, altamente publicitado y que deja ciego a todos aquellos en la raza humana que lo observan.

3.- La historia narra la caída de la sociedad inglesa y de la lucha por la supervivencia de Bill Mansen y un pequeño grupo de personas que aún puede ver.

Una versión libre de esta historia se estrena como película en 1962 recibiendo el mismo nombre de la novela original, “El día de los trífidos” y fue dirigida por Steve Sekely.

Como primera diferencia con la novela, el guión de la película establece que los trífidos son plantas que llegaron a la tierra del espacio exterior en una lluvia de meteoritos.

La película en cuestión –a pesar de lo cutre que nos puede parecer hoy en día alguno de sus efectos especiales- es particularmente recomendable para ver las secuencias en las que se observa la magnitud de la tragedia que la ceguera acarrea a nivel global.

MASEN

Sólo en Francia hay 50 millones de personas ciegas, va a haber hambre, miserias, pestes, sólo algunos van a tener la oportunidad de sobrevivir…

Diálogo extraído de “THE DAY OF THE TRIFFIDS” de Steve Sekely, 1962.


TRAILER DE THE DAY OF THE TRIFFIDS



Otra diferencia notable entre la novela original y el guión de la película es el esperanzador final que posee ésta última, ya que el autor del guión –Bernard Gordon- permite que los humanos descubran, de manera improvisada, una forma definitiva de erradicar a los trífidos.

En 1981 y más recientemente en el año 2009, la BBC de Londres filma dos versiones seriadas para televisión, bastante fieles a la historia original. La más reciente está compuesta por dos largometrajes altamente entretenidos, de impecable factura y dirigidos con mucha convicción –algo clave para que funcione cualquier película, pero en especial para que funcione la ciencia ficción, el terror y el horror-.

SECUENCIA DEL CIELO DEL DIA DE LOS TRIFFIDOS 2009



Al finalizar la lectura de la novela o el visionado de cualquiera de estas versiones fílmicas o televisivas, no puedes dejar de pensar si el best seller internacional de José Saramago “Ensayo sobre la ceguera”, donde toda la raza humana se queda ciega de pronto y sin razón alguna, y de la cual hubo también una versión fílmica con el mismo nombre dirigida por el brasilero Fernando Meirelles, no tiene en la historia de John Wyndham una clara fuente de referencia ó incluso de inspiración.

Gracias a la wikipedia me enteré que en el año 2001 fue publicada una secuela de la novela “The day of the triffids” llamada: “The night of the Triffids” de Simon Clark; la novela en cuestión narra nuevos acontecimientos en este mundo dominado por los trífidos, 25 años después de donde termina la novela original. Hasta donde pude constatar a través de internet aún no se ha hecho ninguna versión fílmica de esta historia.

Más recientemente, en el año 2006, es publicada “The Ruins” una novela de Scott Smith; la historia en cuestión gira alrededor de un grupo de adolescentes norteamericanos que van a México de vacaciones y visitan una ruina maya que no aparece en los mapas, una ruina maldita, donde crece una planta asesina que se alimenta de seres vivos y que es capaz de esparcir sus esporas dentro del cuerpo de aquellos que tocan sus hojas o sus raíces.

La versión fílmica de esta historia se estrenó dos años después, en el año 2008, recibiendo el mismo título que la novela “Las ruinas” dirigida por Carter Smith, una película que a pesar de que pasó casi desapercibida en el mercado de exhibición internacional –en territorio venezolano ni siquiera fue estrenada-, tiene un muy buen pulso dramático y está llena de altas dosis de tensión, suspenso y terror.

TRAILER DE THE RUINS



Otras películas que abordan el tema de plantas o vegetales como amenaza para la sociedad humana son “The little shop of horrors” (1960) del alucinado Roger Corman, la historia de una planta carnívora que obliga a su dueño a matar para mantenerla con vida –película que luego fue versionada en la década de los 80-. “Matango: Attack of the mushroom people” (1963) de Ishiro Honda, una película de culto japonesa, en la que un grupo de náufragos que llegan una isla desierta se ven forzados a comer hongos radioactivos los cuales poco a poco tomaran posesión de sus cuerpos. “Attack of the killer tomatoes” (1978) de John de Bello, la historia de un grupo de tomates que sin razón aparente comienzan a atacar a los humanos -una película que a pesar de su talante serie b tuvo 3 secuelas y una serie animada de televisión.- “The happening” (2008) de M. Night Shyamalan, la historia de una familia que huye a través de Norteamérica intentando escapar de las neurotoxinas producidas por los árboles, las cuales son capaces de impulsar a los humanos al suicidio.

Aunque seguramente hay muchos títulos que aún desconozco, no me atrevería a afirmar que estemos en presencia de un subgénero en sí mismo, básicamente por lo espaciado de los años entre la producción de una película o serie de televisión con esta temática, y otra.

Lo que sí puedo afirmar antes de finalizar este pequeño compendio, es que los ataques del mundo vegetal, vengan de vida extra terrestre, de plantas que hayan sido creadas genéticamente, sean el fruto de malformaciones biológicas de plantas expuestas a la contaminación nuclear, de plantas letales prehispánicas o de plantas que deciden tomar acciones contra la raza humana para garantizar su supervivencia, han estado presentes tanto en el mundo de la literatura como en el cinematográfico, al menos desde comienzos del siglo pasado, representando desde esos predios una aterradora amenaza para la humanidad.

viernes, 12 de marzo de 2010

Martirio se escribe con M de Miedos

Hace unos días le pedían en una red social a Juan José Espinoza, colaborador de este blog, que nombrara una película que ya en su adultez le hubiera dado miedo. Entre otras cosas JJ respondió:

“(…) la última película que me quitó el sueño, la vi hace unos 5 meses, fue Martyrs de Pascal Lauguier, una película francesa muy en esta nueva onda del horror ultraviolento. En si la película como totalidad no me inquietó, pero algunas ideas presentes sí que me quitaron hasta el apetito por algunos días (…)”.

Esta declaración de JJ fue el inicio.

Movido por la curiosidad me puse a buscar Martyrs. No me fue tan difícil encontrarla, así que la guardé y me prometí verla con mi novia apenas tuviéramos un momento sin interrupciones. Ese momento fue hoy. Y antes de empezar a narrar la cosa, debo decir que aún tengo los pelos de punta. Y ella también.

Realmente no considero que Martyrs sea una película de horror. Es más que eso. Se trata de lo más descarnado que he visto en mi vida. Tanto, que aunque la película es excelente, no quiero volver a verla jamás. Quizás por eso estoy escribiendo sobre ella: necesito dejarla atrás para que no se me meta en los huesos.

Martyrs juega con lo peor de la raza humana: el sadismo, la violencia, la locura, la barbarie, la tortura y sobre todo, con el martirio. Sí, el nombre no es en vano, Martyrs es sobre martirio puro. Ahora bien, no nos confundamos, Martyrs no anda en la onda sádica de Funny Games, de Saw, de El Anticristo o de la ultraviolencia gratuita de Hostel. La atrocidad y la crueldad de esta cinta francesa radica en la filosofía enfermiza que se solapa detrás: la idea del martirio como medio para conseguir lo mejor del ser humano, para acercarse al cielo, para confirmar la existencia de Dios; la paradoja psicótica judeocristiana de que los mártires han tenido suerte, que se trata de algo lamentable pero afortunado, un daño colateral que cobra sentido, significado y justificación porque ser mártir es adjudicarse de inmediato un puesto cerca del creador.

No voy a entrar aquí a reseñar el argumento, creo que ya he dado la idea sin tener que asomar la sinopsis. Créanme, la cinta juega con nuestras cabezas sin motivaciones circunstanciales ni lugares comunes, nos toma de la mano y nos mete en la casa del terror, paseándonos por la demencia, el dolor y el sadismo que ha impulsado al hombre a su propia masacre en aras de motivos altruistas falsos, excusas para dejar salir lo feo que podemos llegar a ser.

Técnicamente me parece que está bien, aunque tan metido en la cuestión como estaba, no me percaté realmente de este particular. Supongo que eso habla a favor de la cinta o de mi calidad de espectador. No importa. Solo sentí que en algún momento la película se dividió, sufrió una escisión, como si fuera dos en una, sospecho que se debe a que uno de los giros de la trama es una curva tan cerrada que te deja lelo.

En fin, la película me gustó. Pero ya la borré de mi computadora. No quiero volver a verla.


lunes, 8 de marzo de 2010

De PRECIOUS y el Cine Hollywood

Por Andrea López.

Siendo amante del cine de violencia y marginalidad, fui con toda la ilusión del mundo a ver Precious(Lee Daniels, 2009). Aún cuando su nominación al Oscar despertó algunas sospechas, creí en las palabras de algún allegado que me aseguró que “Precious era una peli del tipo Spike Lee pero más underground”. Con esta idea fui a verla y me encontré con que nada más lejos de la realidad. El filme es absolutamente mainstream, clichetero y propagandístico, es decir, comercial y hollywoodiense hasta la médula.

Jamás, JAMÁS, pero ¡¡¡JAMÁS!!!! en los últimos diez, quince años he pagado por ir a
ver una peli Hollywood en una sala comercial. En primer lugar, porque sé que es
un cine que no necesita mi dinero. En segundo, porque me asquean los malls y en tercero, porque realmente se me hace intolerable (ayer lo corroboré) el olor
nauseabundo del cheez wiz derretido o de la manteca con la que enchumban las
cotufas: un olor similar al del Mc Donald.

Tampoco soporto a la gente comiendo hot-dogs y tobos de refresco en la sala; de hecho creo que hasta he empezado a desarrollar una cierta aversión a la gente obesa (México es el país con más diabéticos después de los EEUU); pero más allá de todas estas incomodidades realmente me pone de muy mal humor pagar por ver una película que me va a vender moralejas acerca de cómo se debe vivir para alcanzar la felicidad y la
autorrealización del individuo gracias a su voluntad.

Es sencillo: no creo en esa cultura yanqui de que nunca nada puede estar mal y si alguien está mal no debe reconocerlo y mucho menos decirlo; ni voy al cine a que se me diga cómo debo vivir. Voy al cine a vivir una experiencia, a saber de otras latitudes, a que me cuenten una historia y también un poco por morbo. No a que me den lecciones de qué actitud debo tomar para alcanzar el lecho del optimismo y la felicidad.

Precious, al igual que sus congéneres, es un manual de autoayuda que busca venderte sus “moralejas”. Sin embargo, dista de otras pelis mainstream en que además está mal hecha. Es decir, un tipo como Spielberg, a diferencia de un autor como Kubrick, siempre va a venderte que la tecnología es linda, es chévere, es amigable y ayuda a los niños; y esta premisa moral la va a canalizar a través del desarrollo de personajes e historia. No es este el caso de Precious.

Si bien no empieza mal: un excelente personaje (la caracterización de Gabourey Sidibe y MoNique están bárbaras), un buen argumento y muy realistas ambientaciones; el desarrollo de la trama y la progresión de sus personajes queda absolutamente abandonado en la mitad de la peli, cuando Clarice Precious da a luz su segundo hijo.

A partir de allí, la película deja de serlo para convertirse en una decena de clips con tips de autoayuda y superación. Por ejemplo, la maestra que sí quiere a la joven la lleva a su casa a vivir. Aquí Precious (que no el espectador) se da cuenta de que la maestra y su amiga son gays.

Se establece entonces el primer mandamiento maniqueo de: “Ellas son gays, mi mamá odia a los gays, pero no son los gays los que me abusaron, ni los que venden crack en el vecindario”. En cinco minutos o menos, te dieron la primera lección: los gays son buenos, no los heterosexuales negros que están jodidos en Harlem. Por cierto ¿cuántas pelis de Hollywood tienen a este personaje del maestro redentor y salvador? Deben haber millones de ellas.

De inmediato, y en lo sucesivo, se pasa de una a otras moralejas similares. La vuelta de tuerca forzada de que tiene sida, no es más nunca abordada más que para poner el clip de “¿por qué yo?” y exponer la fantástica bondad de una maestra que
así, de la nada, le dice que la ama.

De todo, creo que el mensaje más aberrante es el de que a pesar de la adversidad, si tú en tu interior quieres superarte puedes hacerlo. Sólo basta la ayuda de ese Estado blanquito que mantiene a los negros con sus políticas asistencialistas-mendicistas: una bequita o una pensión. Así viven y sobreviven Precious, su madre y hasta su abuela. El horror, entre tantos horrores.

El elemento racista de esta película es absolutamente deleznable. Todo un ejemplo
de la cooptación hegemónica del hombre blanco-yanqui y del buen esclavo negro.

De seguro, en la premiación de los Oscars, se llevará más de un galardón, La academia acaba de premiarla con un Oscar a la interpretación de Mo'nique y Oscar al guion adaptado. En lo personal, no queda sino seguir apostando por otro tipo de cine y evitar toparse con el trash cotufero-cheez wicero.

viernes, 5 de marzo de 2010

ALGUNAS PALABRAS Y REFLEXIONES BREVES ACERCA DE LA CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA VENEZOLANA CONTEMPORÁNEA

Por Sergio Marcano.

La obra cinematográfica en sí misma es un objeto estético ligado a una serie de variables comúnmente relacionadas al contexto histórico, social, político, moral, de género, económico y cultural en el que fue realizada.

Un crítico cinematográfico es un personaje que, situándose del lado del lenguaje y del razonamiento, es capaz de identificar lo que sucede en la pantalla. Una persona que, sin estar sujeta a ninguna obligación o compromiso –económico o de cualquier otro tipo- con los productores, autores o industrias cinematográficas, tiene la habilidad de reconocer, comprender, confrontar e interpretar aciertos, errores y/o carencias de los filmes en cuestión.

Escribir sobre el cine venezolano, en una sociedad tropical como la nuestra, siempre es un compromiso. Ya que más allá de la ligereza o de la responsabilidad que se tome el crítico cinematográfico en cuestión al publicar sus reflexiones, siempre termina nadando entre dos aguas.

Por un lado la de aquellos –normalmente chauvinistas a ultranza- que defienden el cine nacional con frases vacías que siempre buscan conseguir adeptos a su alrededor, como las convenientes, políticamente correctas y endosables en toda ocasión: “Hay que apoyar al cine nacional”, “¡Es que en este país hay demasiado talento!”, “¡Arriba el cine nacional criollito y de pura cepa!”; un grupo de personas que curiosamente, a pesar de lo que dicen -o lo que sienten-, no van comúnmente a las salas de exhibición a comprar las entradas de ese cine nacional que defienden celosamente a capa y espada, las razones las desconozco, quizás en esencia sea para no decepcionarse y no quitarse la venda de tricolor nacionalista que les cubre el entendimiento.

Y del otro lado de aquellos que lo realizan, desde el técnico que recoge cables en el set de filmación al productor ejecutivo, quienes al encontrarse con una crítica o comentario negativo del cine nacional, se ponen instantáneamente de mal humor y a la defensiva, y hacen preguntas y comentarios en voz alta que intentan desprestigiar al crítico cinematográfico en cuestión, como los manidos: “¿Y de dónde salió este carajito(a)?”, “Este se ve que nunca pisó un set de filmación”, “Lo que pasa es que este(a) Sr(a). no entiende de lo que se trata este negocio”. Irónicamente, y lo he comprobado muchas veces a través de simples preguntas y/o entrevistas personales, este grupo tampoco es muy adepto a ir a ver las películas venezolanas que se estrenan en el país año tras año.

Lo que con el paso de los años, me ha permitido llegar a dos conclusiones:
1.- Los más encarnizados defensores del cine venezolano defienden más bien un concepto nacionalista que un arte del que tengan un conocimiento real.
2.- El pensamiento analítico del crítico cinematográfico venezolano tiende a ser satanizado e incluso perseguido.

Así, en no pocas ocasiones, aquellos que nos aventuramos a ejercer la crítica terminamos “con las tablas en la cabeza”, y en el calor de las pasiones cinematográficas nacionales –que siempre están a flor de piel- ganándonos enemistades, ya que por un lado somos enemigos de lo venezolano y por el otro enemigos del medio cinematográfico nacional.

Algo totalmente absurdo.

De muchos modos es como si se pretendiera cotidianamente que los críticos cinematográficos nacionales, quienes –es bueno aclarar este punto- SI ven todas las películas venezolanas que se estrenan en el país, se desprendieran de su criterio analítico y de su pensamiento reflexivo, ese pensamiento que han formado con sus estudios, años de trabajo o su capacidad de observación, para que participen como un apéndice más en el proceso de comercialización y mercadeo de las películas nacionales o internacionales. Sin duda una pretensión bastante cuestionable, pueril, e incluso tercermundista de lo que es o debería ser la crítica cinematográfica venezolana.

¿Pero a qué se debe este fenómeno?, ¿Esta pretensión generalizada, tanto del venezolano de a pie, como de los involucrados en la realización de las películas nacionales en cuestión?

Si nos remontamos al pasado de la crítica cinematográfica en Venezuela –tema que confieso no he estudiado en profundidad- nos encontraremos con pequeños grupos de intelectuales –como el comenzado por Alfredo Roffe y Ambretta Marrosu a finales de la década de los 60 ligados a la creación de la revista “Cine al día”, ó como el grupo de Carmen Luisa Cisneros en la década de los 80, ligado a la creación de la revista “Encuadre”.

Ambas publicaciones se especializaron en crear un tipo de crítica analítica, inteligente y definitivamente reflexiva, que en su momento fue pionera en su estilo en el país; revistas que a pesar del poco tiraje y circulación se convirtieron en una referencia importante, en especial para las comunidades cinematográficas venezolanas –entiéndase realizadores, estudiantes de cine, cine clubistas y otros críticos de cine-. Un tipo de crítica que lamentablemente desaparece casi totalmente del país en el año 2004 con el cierre de la revista Encuadre.

Así, el único tipo de “crítica” que existió por muchos años en el país, fue la escrita en los diferentes medios impresos oficiales, donde, salvo muy contadas excepciones, no se ejercía el pensamiento crítico o reflexivo, quizás porque predominaban cierto tipo de líneas editoriales ó quizás porque predominaban cierto tipo de intereses económicos. ???. Lo que es cierto, es que este tipo de “crítica” a la que me refiero ha sobrevivido hasta nuestros días y se caracteriza por tener dos vertientes:

Una en la que “el autor” recurre a su capacidad de abstracción, echando mano al material enviado por los productores de los filmes en cuestión, tipo la sinopsis y los conceptos teóricos de la película –como su propuesta actoral o estética-, así como al material fotográfico, fichas técnicas y artísticas, etc. Claramente a todo aquello que llene espacio y que no implique directamente el desarrollo de una idea personal sobre la película.

Y segunda en la que los periodistas “se pasan el swiche” –de tener algún tipo de criterio- y hacen lo que se espera –o se exige- de ellos, es decir: odas, alabanzas, y entrevistas inocuas –cotidianamente muy paternalistas- a los directores y a los actores de las obras cinematográficas nacionales –e internacionales-, esto sin ningún tipo de relación coherente con la calidad dramática, narrativa, estética, visual, actoral, etc. de la película en cuestión.

En ambos casos este tipo de trabajos, que se acercan conceptualmente más a una reseña ó quizás un reportaje que a una crítica cinematográfica, están hechas con el fin clara y abiertamente comercial de promover la venta de entradas a la película. Un panorama que poco a poco y con el paso de los años terminó por desvirtuar el verdadero sentido de esta forma comunicativa en nuestras fronteras.

Algo que cambió radicalmente con la llegada del internet a principios de los 90. Ya que gracias a este nuevo medio masivo y a la rápida proliferación de diferentes foros, blogs y páginas especializadas en temáticas cinematográficas se le permitió al usuario la posibilidad de expresar su opinión e incluso de debatir activamente al respecto del hecho fílmico, y así, de un momento a otro, la crítica cinematográfica nacional se insufló de vida una vez más.

Y es que no hay que olvidar que la crítica cinematográfica nace de la más sencilla atracción del espectador medio al hecho fílmico, un disfrute que con el paso del tiempo se convierte en reflexión, en análisis y que termina generalmente en el ejercicio de un juicio expositivo frente al computador.

Un hecho que determina que hoy en día, con una simple búsqueda de nuestros intereses en google, por ejemplo, podamos encontrar una gran variedad de espacios en los que muchos críticos freelance, en su mayoría de las nuevas generaciones, vuelven a ejercer, la verdadera critica cinematográfica, esa que cultivó gente como Francois Truffaut o como Jean Luc Godard en el pasado –por mencionar tan sólo dos ejemplos que considero relevantes, básicamente porque ambos personajes aparte de críticos también eran directores de cine-, y que está basada esencialmente en la libertad real de expresar las reflexiones y el pensamiento analítico que inspiran las películas con las que se enfrenta cotidianamente el crítico cinematográfico.

A pesar de la creencia generalizada el fin de la verdadera crítica cinematográfica, y quiero hacer énfasis en esto, no está ligado a los procesos de mercadeo, ni de comercialización; ni a ser complaciente, ni paternalista con las películas, ni con sus realizadores, mucho menos con los grupos de trasnochados cultores y defensores del “deber ser” nacional; sino que está más bien ligado a proponer ideas, pensamientos y reflexiones, acerca de lo que significa e implica el hecho cinematográfico narrativa, estética y técnicamente, en el contexto histórico, social, político, moral, de género, económico y cultural en el que las películas fueron realizadas.