martes, 23 de octubre de 2012

Tyrannosaur (Breves)


Hannah: God loves you. You're God's child.
Joseph: God ain't my fucking daddy, my daddy was a cunt. He knew he was a cunt. God still thinks he's God. No-one's told him otherwise. Tyrannosaur, 2011. Reino Unido.

Dice el famoso crítico Roger Ebert que Tyrannosaur no es el tipo de película que tiene la esperanza suficiente como para dar un mensaje; dice además el crítico que no hay mensaje, que lo único que hay es la realidad de sus personajes heridos. Yo coincido: en esta película los mensajeros son el mensaje. Y aquí los mensajeros son seres intensos que sufren intensamente, seres olvidados, parias, almas tan inocentes como culpables, desprotegidas, relegadas. Seres débiles en todo el esplendor de su decadencia.

Joseph (Meter Mullan) es un hombre acorralado por su propio odio y resentimiento. En su dolor, echa mano a la violencia y el alcohol para separarse de todos los seres que puedan sugerirle esperanza (incluído su perro), para distanciarse de ese mundo que le señala y acusa con su dedo mudo. En ese camino hacia la autodestrucción conoce a Hanna (Olivia Colman), una mujer que en realidad es una fachada, un disfraz de sí misma: al igual que Joseph, Hanna transita su propia calamidad existencial, un calvario enmascarado con el camuflaje de la represión, la religión y la censura.

Una película desesperanzadora, cruel, fatalista, pero con espacio para la compasión y la redención, siempre en una línea sucia y dura.

Sin desperdicio a nivel de guión y con un notado acento de cine independiente, Tyrannosaur es el primer largo del actor y director inglés Paddy Considine. Ganadora de los BAFTA 2011 y de varios premios en el Sundance del mismo año, la película  descansa en las actuaciones de los dos protagonistas, por demás bastantes convincentes.

Altamente recomendable.




jueves, 11 de octubre de 2012

Drive: revisitando los ochenta (Breves)


“Do you understand?”, pregunta el hombre sin nombre a través del teléfono. “Do you understand?”, reitera. La insistencia es importante. Porque si el hombre sin nombre maneja, tendrán una ventana de oportunidad de cinco minutos. El trabajo podrá ser llevado a cabo y puede que el crimen sea perfecto. Cinco minutos.

Basada en el libro del escritor norteamericano James Sallis, Drive es una película particular. Sin duda, se enmarca en el género del cine negro y en ese sentido hace uso de una amalgama de elementos que se inclinan hacia el logro de una visión expresionista de la imagen. Aunado a ello, a pesar de una sencillez de la trama principal, a pesar de que a veces la historia presenta ciertos tintes dramáticos telenovelescos, la película parece transitar el existencialismo más básico, presentando a los personajes como individuos signados por la angustia, la desesperanza y la incertidumbre.

A nivel estético la película recrea con bastante entusiasmo la década de los 80. La fotografía, la música, el vestuario, el uso cálido de la luz y la insistencia con el neón, muestran sin duda la intención de implantar una atmósfera nostálgica ochentona. Todo ello aunado al uso del amor como catalizador de una violencia punk.

Protagonizada por un lacónico Ryan Gosling, sólo me disgustaron ciertos elementos ligados a la historia de amor que rayan a veces en lo cursi y el cliché, así como algunas escenas sobreactuadas por las contrapartes de Rosling. 

Les dejo el tráiler.


lunes, 1 de octubre de 2012

Hollywood es el lobo: ¿lobo estás? (Breves)


Busco sobre The Grey y me entero que costó 25 millones de dólares e involuntariamente me pongo a pensar que en esta película, el peor de los lobos, es Hollywood. Las bestias grises y enormes que persiguen a este grupo de hombres que han quedado a la buena de Dios en Alaska, luego de un accidente aéreo, son animalitos peludos e inquietos comparados a esta inmensa fábrica de “entretenimiento”. Bien por su manera de crear películas insulsas en serie cuyo objetivo no es otro que distraer a un espectador que no quiere pensar, mantenerlo dormido, pendejo y sumiso; bien por su facilidad de meter en un carril de hierro a creadores, guionistas y directores para que se amolden a la creación de proyectos inocuos, repetidos y cursis, Hollywood se ha hecho un enemigo de la idea del cine como expresión artística, como herramienta de pensamiento. Hollywood es un lobo hambriento de dinero y tiene los colmillos bien afilados.

Hablar de The Grey es hablar de la no The Grey; es decir, para hablar de esta película hay que decir lo que no fue. Así de triste. The Grey hubiera podido ser tremenda película. El potencial se le nota a leguas en varios momentos gloriosos. Sin duda, hubiera podido ser un filme enfocado en el enfrentamiento del hombre con la naturaleza, consigo mismo, con la soledad, con sus tormentos, con su fragilidad, con Dios. Hubiera podido ser una versión mejorada de Cast Away. O hubiera podido ser un medio para poner en tela de juicio toda la estratagema social que el hombre ha levantando a su alrededor, muy a las maneras de esa adaptación llamada El señor de las Moscas o de la muy Thoreauniana Into the Wild. En el peor de los casos, hubiera podido explotar toda la dinámica que gira en torno al hombre y sus sentimientos frente al peligro, la supervivencia y su relación con los otros en la adversidad, al mejor estilo de un docudrama como Viven. Hubiera podido ser muchas cosas, con mucho menos dinero. Porque el hubiera del que hablo aquí  tiene que ver con significación.