La vida es Bella.
Título original: La Vita e Bella.
Italia/1997/116´.
Dirigida por Roberto Benigni.
Escrita por Roberto Benigni y Vincenzo Cerami.
Con Roberto Benigni, Nicoletta Braschi, Giorgo Cantarini.
El
tiempo ablanda.
Hace
ya más de una década que vi La vida es
bella, una película que se nos metió a todos en la piel y nos dividió en
dos bandos. Anoche volví a verla y la verdad no sentí la misma animadversión de
la primera vez. Al menos no en la misma intensidad.
Y es
que el asunto con La vida es bella
fue la intensidad. El público y los críticos en general se situaron, desde el
principio, en posiciones extremas. Una mayoría a favor de la obra. Una minoría,
en contra. No abundaron los puntos medios: La
vida es bella dio pie, por un lado, a loas supremas de amor y tres premios
Oscar; por el otro, a intensas diatribas en contra de la película y del propio director,
Roberto Benigni.
De
Benigni hay que reconocer que, desde el punto de vista del guión –no así desde
el punto de vista filmográfico-, lo arriesgó todo. El fuerte de Roberto ha sido
siempre la comedia; digamos, salvando las distancias que impone la
idiosincrasia, que él es una suerte de Cantinflas italiano. El fuerte del tipo
es hacer reír, en eso estamos todos de acuerdo. Pero construir una comedia
romántica en el contexto del holocausto fue, por decir lo menos, temerario.
Para unos ese atrevimiento fue un acto de genialidad, para otros, el
atrevimiento de un maníaco.