viernes, 10 de diciembre de 2010

Presunto Culpable (Negrete y Hernández, 2010)

Por Andrea López

“Cuando alguien te dice que metieron a un delincuente a la cárcel te alegras y hasta pides que lo dejen allí para que no le haga daño a más nadie en la calle”.

Estas son más o menos las palabras que pronuncia Antonio (Toño) Zúñiga, joven de 26 años, trabajador de Iztapalapa en México DF al inicio del documental del cual es protagonista y que obtuvo el galardón de Humanitas Award otorgado por la IDA: Presunto Culpable.

Pues bien, este chico inocente fue -en el argot mexica- “levantado” en el año 2005 por la policía en su lugar de trabajo. Tras golpizas y testimonio de un falso testigo, el sistema judicial de su país lo acusó de homicidio y sentenció a veinte años de presidio. Allí entendió que esta opinión generalizada obedece, en la mayoría de los casos, a la ignorancia que permea a intereses económicos y discriminatorios.

Dirigido por una pareja de abogados que para el momento emprendían estudios de postgrado en los Estados Unidos y que se hallaba sumamente preocupada por los vicios imperantes en el sistema jurídico de su país de origen; el documental no sólo se ocupó de revisar el expediente de Toño, encontrar que la licencia del fiscal acusador era falsa, conseguirle un abogado defensor que no cobrara, abrir un nuevo juicio y registrar en video todo el proceso, así como la vivencia de su mujer y familia; sino que además consiguió liberarlo de un sistema viciado que se mantiene a costa de los jugosos dividendos de la corrupción administrativa y judicial.

En resumidas cuentas, diremos que Presunto Culpable ha logrado en el siglo XXI lo que en 1988 consiguiera Errol Morris en The Thin Blue Line. Esto es, no sólo denunciar y develar un sistema discriminador y violador de derechos humanos, sino además concluir el trabajo audiovisual logrando justicia en la realidad. Sin duda, el sueño de cualquier documentalista y activista social.

Aunque en principio el propósito de este análisis desistió de la comparación entre el documental de Morris con el de la dupla Negrete-Hernández, es posible que tropecemos con aristas que convergen en ambos audiovisuales, así como en diferencias en cuanto a su tratamiento.

Como ya mencionamos, Presunto Culpable hace un retrato de Toño, un joven que es arrestado y sentenciado bajo el cargo de asesinato y que aún sabiéndose inocente llegó a resignarse ante su realidad asumiendo el presidio como una prueba de fortaleza divina: Fue así que se dedicó a entrenar, bailar y componer canciones en la cárcel. Vale decir que estas últimas impregnan de emoción al documental.

Layda Negrete y Roberto Hernández (los abogados realizadores) logran contactarlo y hacerle ver que lo que vivía no era una prueba de Dios, sino la consecuencia de un sistema que actúa de acuerdo a intereses económicos, infrahumanos, descompuestos.

Las pruebas de la abogada acusadora no estaban claras, datos relevantes respecto a su inocencia habían sido obviados en su expediente. La prueba más fuerte pesaba sobre un chavo que no estuvo presente en los hechos y que lo acusó después de haber sido coaccionado por los policías. El testimonio de este chico se midió contra el de tres testigos que vieron a Toño trabajando a la hora del suceso (bastante alejado por cierto) pero que sin embargo fue suficiente para un juez que impuso una condena de dos décadas.

Pronto, la esperanza de un nuevo juicio se vio opacada por el hecho de que el juez sería el mismo que dictó la condena inicial. Fue entonces cuando el expediente se subrayó y Toño fue cuidadosamente entrenado a participar personalmente en su defensa.

A diferencia de La Delgada Línea Azul, el renovado juicio de Toño carece de recreaciones ficticias de los hechos. En su lugar, las cámaras develan la cruda realidad de lo ocurrido a través de las patéticas audiencias realizadas en kafkianas, claustrofóbicas y hacinadas oficinas públicas mexicanas, en las que el acusado observa todo a través de los barrotes. Y es así cuando, a pesar de las negativas a responder, o contradictorias revelaciones de los policías (que incluso llegan a intimidar a las cámaras con amenazas y chantajes) hasta el coaccionado testigo acepta en el careo que jamás vio a Toño en la hora y lugar del crimen. Aún así, el juez reitera su sentencia.

Lo más fuerte de todo es la respuesta de la abogada acusadora cuando ante las pruebas de inocencia se le pregunta ¿por qué acusa a un inocente? Y ésta responde: “Porque es mi chamba”.

En esa frase se resume todo el negocio. La desesperanza de Toño se hace total pero la luz de la cámara que ha registrado la perversión que será difundida a lo largo y ancho del mundo a través de festivales y medios de comunicación, hacen posible su apelación, posterior esclarecimiento y absolución.

Hoy, Presunto Culpable no representa sólo un documental, una película a ser exhibida en salas y festivales; sino además la voluntad de apoyar una organización sin fines de lucro que busca la transformación del sistema judicial mexicano al proponer juicios orales y públicos pero sobre todo, la implementación de una noción de justicia que dista mucho de la concepción que de la balanza se tiene en América latina, región en donde en vez de creer que “Todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario”, priva la concepción adversa de que “Se es culpable hasta que se demuestre lo opuesto”, es decir, no existe la presunción de inocencia, sino la de culpabilidad. Facismo puro y duro.

Finalmente, informarles que el documental se estrenará en México en febrero de 2011. Dejo a ustedes la página de este propósito progresista.


Y el trailer de este importante documental :



¡No se lo pierdan!

sábado, 4 de diciembre de 2010

Muerte en Alto Contraste (Bolívar, 2010)

(ó Agonía en Baja Resolución)

Por Daniel Dannery.


Leyendo la crítica de algunos dinosaurios del medio cinematográfico de Venezuela, uno no puede sino pensar en una renovación, no del cine, que ya ha dado sus pasos bien pisados en la actual cartelera nacional, sino del análisis cinematográfico, que clama incesantemente por una renovación, una voz que deje de ser tan complaciente y amiguera.

Me lo comentó una vez un estudioso del tema “En Venezuela no hay crítica”, en primer lugar creo que la crítica no se había dado del todo por la escasa producción, pero a una década ya por finalizar, es obvio que esto comienza a cambiar, ya sea por esos textos petulantes de algunos hombres de corbata, o por los comentarios críticos que cualquiera se puede encontrar al visitar un blog.

“Muerte en Alto Contraste” no es correcta, no es redonda, no se destacan ni la dirección de fotografía, ni la de arte, ni la música, ni las actuaciones, ni el sonido, ni el montaje; como alguien escribió por ahí. Como dijo el presidente Mexicano Luis Echeverría por allá en los 70: “Sino, Todo Contrario”.

Carece de gusto, de concepto, de lógica. Sí, “Las caras del diablo” se arropa en su mal justificada carencia de dinero, “Muerte en alto contraste” logra el mismo resultado sin la improvisación y con todos los recursos.

Bolívar retorna a un campo del que pareciese, ya no se siente del todo cómodo, lo que había logrado con “Homicidio Culposo” lo destroza con los pies, en este Thriller Policial con subtexto político.

Más de una década ha pasado desde que este realizador pudo ver estrenada una película, con la cual no le fue del todo bien: “Rosa de Francia”. Y uno se pregunta qué fue de aquel hombre que logró planos tan hermosos en “El Pez Que Fuma” (DP) o de aquel que se tomó de un argumento tan patético (En buen sentido) en “Domingo de resurrección”.

Obviamente el cine de este realizador ha envejecido muy mal, pero en estas muestras, uno se encuentra aún con detalles que a pesar de todo te dejan un gusto, de no muy mal sabor.

Mirar al pasado a veces se convierte en una pedantería o en una muestra de resistencia al cambio, pero en el caso de Bolívar es casi obligatorio hacerlo, de la misma forma pasa con Chalbaud, De Pedro, entre otros. Pues son ellos los que nos han legado una cultura cinematográfica, aunque en el futuro, no les vaya del todo bien.

Es difícil encontrarse con material como este, en el sentido de que uno como comentarista, no sabe por dónde empezar, o qué hablar. Y es que todo merece su tiempo, su análisis o al menos una lupa cuidadosa, para cuidarse de no decir cualquier barbaridad y no quedar mal, pero vamos, que si fueron capaces de estrenar cosas como “Des-Autorizados” o “Amorcito Corazón” y hacer que gente, haya ido al cine a verlas, y pagar por ellas, creo que yo podría decir cualquier cosa aquí y estaría libre de todo pecado, y al menos se ahorran un dinero.

Hay que estar claros que aunque la RAE le haya quitado la tilde a la palabra “Solo”, puedo decir que SOLO uno puede ver una película como ésta y aguantarla con mucha fuerza de voluntad y fe. En ambos sentidos.

Un conflicto claro presenta el guión firmado por Los Varela y Bolívar, una venganza que se a venido alimentando por 20 años, tras una masacre causada por motivaciones políticas. El personaje de Wildpret, ha tenido el tiempo suficiente para armar un plan y así acabar con todos aquellos involucrados en la muerte de sus padres, y esto es lo que nos muestra la película, un hombre que debe terminar a como de lugar con una cúpula extrema que velaba ante sus propios intereses, mientras la lucha izquierdista de la época, intentaba lograr una batalla contra el gobierno de turno, entre las montañas y disfrazados de guerrilleros. Aquí tenemos el subtexto panfletario.

Más allá de esto, el argumento podría resultar interesante, pero no todo acaba aquí, el espectador debe ir descubriendo la fijación de nuestro personaje principal ante los encantos mal fotografiados de Norelys Rodríguez, el único personaje, con el que no se conecta el público, y si somos meticulosos, ni el mismo Wildpret se siente cómodo. Una historia colocada para vender, digo, un cuerpo y un rostro que aporta su nombre para lograr un éxito seguro en taquilla.

Al menos si uno sintiese que Rodríguez se la pasa bomba en cada escena, sentiríamos cierta simpatía por el personaje, y por la historia forzada de amor que empieza a nacer a medida que la trama avanza. Pero cada escena resulta tan risible y patética que da vergüenza quedarse sentando viendo como cada diálogo y emoción de cartón se va desbordando al visionarla.
Y la culpa no es de Rodríguez, sino de un personaje sin tridimensionalidad, mal dirigido, que no sabe como moverse dentro del espacio.

Su cuerpo se pierde entre el grano de la noche, ante una luz bucólica que emana de un baño, mientras uno se va deshaciendo en la butaca pensando ¿Cómo para qué? Si es que ni una teta. Y luego pasamos al contraluz, donde las figuras de ambos se besan, mientras en el fondo las camionetas de Sabana Grande captan más la atención, ante un diálogo mal digerido que dicta: Mejor empecemos aquí para evitar la incomodidad en la habitación. Si lo que querían era hacernos sentir incómodos, pues lo han logrado con creces.

Norelys Rodríguez se pierde en un mundo que no fue dibujado para ella, su personaje, carece de conexión, y me atrevo a decir, que las peores escenas de la película son protagonizadas por esta historia de amor. Para muestra, la escena del sushi, o esos planos de película erótica barata clase B, que se dejan ver ante las rendijas de un ventilador de techo ¿Dónde está la poesía del cuerpo ahí?

El personaje de Wildpret, va desbordando sufrimiento a medida que avanza la historia, y uno se pregunta si esa cara estática es una mezcla de “Elipsis” “Un lugar lejano” y “Des-autorizados”, y el personaje es un metatexto con piernas con lo cual el actor simplemente se está riendo de nosotros.

Es cierto que sus emociones varían mientras da vueltas por el piso a lo comando, o en la tradición de Seagal demuestra su flexibilidad pendiendo sobre los marcos de una puerta. Pero creo que el cambio gestual se debe, ante el esfuerzo físico que ameritan las escenas de acción.

Como te extraño Schwarzenegger.

Obviamente quien se roba los mejores minutos, en nuestro camino hacia la búsqueda del tiempo perdido es Juan Manuel La Guardia, el personaje más real, mejor actuado, aunque hierva por momentos en la sobreactuación. Un digno regreso para este actor, que estaba en vías de desaparecer de nuestro imaginario.

Un personaje que retrata la Venezolaneidad, y con el cual el público sufre la identificación correspondiente, y es que sino eres cómo el, al menos te le pareces o conoces de alguien similar.

Más allá que la venganza dentro de esta historia sea el conflicto real que mueve todos los hilos para que la trama vaya develándose, es en este Pepe Grillo moderno, donde recae toda la sustancia dramática de la cual debe estar conformado un personaje. Un pasado lejano y cercano bastante claro, un presente desolador y un futuro que no se vislumbra, y es ahí de dónde el personaje se engancha para intentar enmendar, lo que posiblemente no tenga solución.

El resto de los personajes son relleno puro, del mejor algodón y necesarios para el final. Algunos mejores que otros, otros particularmente estáticos.

“Muerte En Alto Contraste” define la primera película Ochentosa Venezolana grabada en pleno siglo XXI, su fotografía así lo define, noches azules al mejor estilo Monkey Island, escenas eróticas bañadas en el más tenue anaranjado rojizo, un grano en la imagen que nos hace recordar esas copias en VHS de la colección de la Cinemateca Nacional. Lo mismo podría hablarse de la dirección de arte, una apología al mal gusto, al peor, al barato. Al menos Malavé se sincera en sus escenas al mostrarnos las paredes sucias, y eso le da un tono realmente amateur. Pero aquí, un florero con cuatro flores artificiales rosadas, ante un fondo de persiana azul, en un Two Shoot de cafetín, nos habla acerca de que tan lejos está ésta película de ser realmente el magistral regreso de un cineasta.

Sin hablar claro, hasta de las fuentes usadas para tipografiar el título de la película. ¿Se acuerdan de esa serie tipo comando llamada “A-Team”? Cualquier coincidencia, es pura casualidad.

El montaje por momentos es correcto, en otros, simplemente ridiculiza más aun este nuevo formato de llevar “Crónica Policial” a la pantalla grande, abusando del efecto cromático y exponiéndolo ante un ojo que se pierde en una espiral, no como los créditos de “Vertigo”, sino como el agua que sigue su curso natural al bajar la palanca.

¿Quién fue el jurado del festival de cine de Mérida y Margarita? ¿En qué manos está el criterio estético, de lo fundamental del arte, en este país? ¿Todos los ácaros se han comido las famélicas hojas amarillas de las ediciones caseras de la “Critica del Juicio” de Kant? ¿O es que no había nada mejor que premiar, y en vez de declarar desierto tenían que resolver con lo hubiese?

Es una lastima que el regreso de Bolívar no fuese con bombos y platillos, aunque eso es lo que nos hagan creer, pero nosotros ya no nos dedicamos a chuparnos el dedo y bajar la cabeza cada vez que alguien dice que el Mesías del cine nacional va a llegar.

Igual el intento de “Muerte en Alto Contraste” de posicionarse ante los éxitos de este año, tiene su merito, aunque al diseñador del Poster, creo que no le pagaron lo suficiente.

domingo, 28 de noviembre de 2010

“EN VENEZUELA NECESITAMOS MENOS CINEASTAS Y MAS ARTISTAS” ENTREVISTA A GABRIEL VARGAS ZAPATA

Por José Roversi

Las críticas de cine de Gabriel Vargas Zapata se publican en El Universal, el más antiguo y prestigioso de los periódicos venezolanos y son leídas por miles de lectores a lo largo y ancho del país sudamericano.  El joven escritor, que acaba de publicar en España su primer libro de cuentos, "Lo que te voy a contar cuando vuelvas", hace vida en la sureña ciudad de Málaga. Quisimos hablar con él y conocer sus opiniones acerca de varios temas de la actualidad cinematográfica venezolana.

¿De dónde eres originalmente?
Nací y me crié en Puerto La Cruz, estado Anzoátegui, Venezuela.

¿Cómo te vino el interés por el cine?
Desde la primera vez que fui al cine cuando tenía unos 3 ó 4 años. Fui a ver “Blancanieves y los siete enanitos” en el antiguo Teatro Canaima de Puerto La Cruz. Luego, mi tía Ana Isabel se encargó de inculcarme el interés por el cine clásico; así conocí títulos como “Lo que el viento se llevó”, “Doctor Zhivago”, etc. Más tarde, gracias a mi primo Emiliano, empecé a conocer el cine moderno, allí comenzó mi adicción.

¿Cuáles son tus primeros recuerdos del cine nacional?
Hay una película que vi muchas veces cuando era niño. Era una película infantil rodada en Puerto La Cruz y Lechería, trataba de un secuestro y me divertía muchísimo viéndola. He tratado de investigar sobre ella, pero nunca he conseguido nada… es como si no existiera; ni siquiera recuerdo su título. Más tarde, cuando tenía unos 12 años, llegó a mis manos “Desnudo con naranjas”, la que hasta hoy considero mi película venezolana favorita. A partir de allí comencé a investigar sobre el cine venezolano y a ver la mayor cantidad de títulos posibles, incluso he tenido el privilegio de ver las primeras dos películas venezolanas: “Célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa” y “Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo”, estrenadas en 1897.

¿Cómo empezaste a hacer crítica cinematográfica?
Por recomendación de mi tío Raúl Zapata. Cuando empecé a escribir, no sabía sobre qué hacerlo. Él me recomendó que escribiera sobre temas que me apasionaran; el cine es uno de esos temas, así que comencé a hacer pequeñas críticas y a enviárselas por mail a familiares y amigos, luego ellos me respondían con comentarios o preguntas. Poco tiempo después estos mails aparecerían en diferentes periódicos regionales de Venezuela.

¿Escribes sobre cine o haces crítica cinematográfica?
Definitivamente hago crítica cinematográfica. En una crítica cuestionas a la película, la acorralas y sacas de ella lo bueno o lo malo, pero siempre desde un punto de vista muy subjetivo, es decir, implicando tus emociones en lo que escribes. Hablar sobre cine es otra cosa. Cuando hablas de cine puedes referirte a datos de producción, antecedentes de la película, datos de taquilla, etc., siempre desde un punto de vista muy objetivo.

Existe una especie de arquetipo según el cual la crítica de cine debe ser irónica, desagradable. ¿Esto sigue estando vigente o ha sido ya desplazado por un enfoque diferente?
Creo que no es una cuestión de vigencia, sino más bien de estilo; y los estilos, que son muchos, vienen a asociarse al tipo de línea editorial que siga el medio de comunicación en que se publique la crítica. Claro que se pueden decir las mismas cosas con elegancia, sinceridad y ecuanimidad que con un tono grotesco y sensacionalista. Leo muy pocas críticas cinematográficas, pero hay una realidad, y es que hoy en día, gracias a la masificación de los medios de comunicación, cualquier crítica que se escriba puede llegar a ver la luz. Eso puede ser bueno, o puede ser malo, según como se le mire.

¿La gente sigue recurriendo a la opinión de los críticos de cine para hacerse una idea de lo que quiere ver?
Mi percepción es que ahora la gente se fija más en los actores, en el director o en los efectos especiales, a la hora de escoger una película. Yo soy de los que piensa que las críticas deben leerse después de haber visto la película, como una especie de complemento que puede servir, por ejemplo, para formarnos nuestra propia opinión acerca de esa historia. Claro que aún hay quienes consultan las críticas antes de ver la película, lo sé por la interacción que mantengo con mis lectores.

Por la masiva circulación del diario El Universal tus escritos sobre cine son leídos a lo largo y ancho de nuestro país. Debes ser una de las personas más leídas en el apartado de opinión cinematográfica en Venezuela. ¿Qué importancia ha tenido para ti publicar en este medio?
El Universal fue el primer periódico nacional para el cual comencé a escribir. Es visto por la mayoría como uno de los medios de comunicación más importante del país, eso conlleva a pensar que quienes escriban para él, sean también articulistas de gran calidad. Escribir para El Universal es la forma como la gente ha empezado a conocer mi trabajo como escritor, y eso es muy importante para mí.

Cada vez más, usamos Internet para ver los últimos estrenos. ¿Seguirá la gente pagando por ir a las salas de cine?
Sí, pero no por mucho tiempo. Si las productoras y las salas de cine quieren sobrevivir, deberán adecuarse a los nuevos tiempos. Si el “consumo” se comporta de esa manera, hay que orientar el producto de la misma forma. Estoy en total desacuerdo con la piratería, pero es un fenómeno al que hay que prestar atención, por una razón muy simple: las productoras perciben cada vez menos dinero por sus películas, mientras que la piratería se hace cada vez más fuerte, y es una tendencia que se encuentra en crecimiento desde hace algunos años. Si se quiere evitar el colapso de las productoras, están deben luchar enérgicamente contra los corsarios de la red, pero también deben atender las nuevas reglas de la demanda, y deben hacerlo ahora… cuando todavía tienen ventaja sobre sus adversarios.

 La tecnología ha propiciado una democratización del mundo del cine. Internet ha permitido una revolución en lo que se refiere a exhibición. Cada día más nuevos autores están produciendo cintas con una total desatención a escuelas y formalismos. ¿Qué opinas de este fenómeno?
José Antonio Abreu señaló alguna vez que en el pasado el arte era una creación de las minorías para las minorías, con el pasar de los años el arte adquirió una nueva dimensión: era creado por minorías, para mayorías. Hoy el arte lo crean las mayorías para las mayorías. Ese es el modelo que define a la red de orquestas juveniles de Venezuela. El mismo fenómeno está comenzando a ocurrir en el cine, y es muy positivo y muy importante que esto ocurra. No cualquier película cambia la historia del cine y se convierte en un clásico con el pasar de los años, pero creo que mientras más personas estén haciendo cine en este momento, independientemente de la calidad de sus producciones, mayor es la probabilidad de que aparezca un nuevo “Ciudadano Kane” o un nuevo “Lawrence de Arabia”. Este sistema de canteras, estimula la competencia y en sí, el sentido artístico: es la manera como el arte comienza a exigirse a sí misma una evolución, un paso hacia el futuro.

El cine venezolano tiene un número respetable de seguidores, sin embargo, sus detractores son mayoría. ¿Por qué?
Porque en Venezuela no se hace buen cine; hay excepciones, pero no hacemos buen cine… Me incluyo en ese número respetable de seguidores. Como venezolano apoyo y apoyaré siempre nuestro cine, pero también soy capaz de reconocer que nuestro cine es aún muy primitivo, carece de madurez, de sentido artístico y de historias más interesantes.

¿Cuáles crees que son las mayores fortaleces y debilidades del cine venezolano?
Como principal fortaleza te diría que contamos con un recurso humano muy valioso, sobre todo en el campo histriónico. En Venezuela tenemos actores y actrices a la altura de cualquier otro país. También es cierto que nos hace falta mejor tecnología, pero no es lo imprescindible, como tampoco lo son los grandes presupuestos (aunque claro que ayudarían muchísimo). Aquí lo importante es el sentido artístico, el arte por el arte, sin ningún pretexto más que el puro estilismo de las imágenes y los sonidos. No se hace cine por hacer cine, se hace cine por la misma razón que se escribe una canción o se pinta un cuadro. En Venezuela necesitamos menos “cineastas” y más artistas.

¿Qué te parecen los documentales que se vienen haciendo en Venezuela? ¿Crees que hay un movimiento documentalista importante en el país?
El último documental venezolano realmente bueno que vi, fue “Tocar y luchar” de Alberto Arvelo y, más recientemente, “Un solo de danza”, un cortometraje documental sobre la danza contemporánea en Caracas. Se acaba de hacer uno también sobre el Salto Ángel que tengo muchas ganas de ver. Aún así, creo que no existe todavía un movimiento documentalista importante en Venezuela, aún son minoría los buenos documentales, y mayoría las propagandas disfrazadas de documentales. Lo importante de todo esto, es que la tendencia va en sentido opuesto… el arte está ganado terreno, poco a poco.

¿Cómo decidiste marcharte a vivir en Europa? ¿Qué te ha aportado esta experiencia?
En primer lugar el deseo de vivir nuevas experiencias y conocer nuevas culturas. El estar aquí me ha aportado una visión del mundo y de la vida totalmente distinto al que tenía antes, aunque cada vez creo más en la idea de que esas nuevas visiones y esa madurez es más producto del hecho de “abandonar el hogar” que del nuevo lugar en el que te encuentres. Lo que más me ha gustado de vivir en Europa, es el haber podido conocer a personas de tan diferentes culturas y nacionalidades.

Muchas gracias Gabriel y mucho éxito con tus proyectos…
Gracias a ustedes…

viernes, 26 de noviembre de 2010

Crónica del subdesarrollo cinematográfico: Cuando la subestimación va más allá del entorno geopolítico

Por: Andrea López

“La siguiente crónica es producto de la ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”

Desde chica, Ariadna se interesó por el cine. Rebelde y aburrida cual “Ifigenia” de Teresa de La Parra, pasó por innúmeras escuelas hasta lograr terminar el bachillerato. El día final de la secundaria significó para ella dos cosas: En primer lugar, la salida -hasta entonces imposible- de centros reclusorios dizque escolares permeados por la copiazón, el caletre y no por la reflexión. Y en segundo, la apertura -¡Al fin!- al mundo anhelado de la formación cinematográfica en un lugar que Buñuel bien pudo haber llamado “Miranda”.

Entró así en un Instituto, entonces importante más por único que por destacado académicamente hablando, subsidiado por el Estado.

Dicho Instituto estaba caracterizado por el desorden, la falta de pénsum, una visión estrictamente autoral y la libertad: copias de grandes clásicos como Einsenstein, grabados con cámara Hi-8 directamente de las proyecciones de la Cinemateca Nacional. Pero la mala copia era lo de menos. Realmente no importaba que la biblioteca, repleta de títulos importantes como “El arte de la escritura dramática” de Lajos Egri ó “El Cine según Hitchcock” de Truffaut, se las comiera la humedad del lugar, ó que el dueño del sitio interrumpiera las pocas clases que daba gracias a los olores a perro muerto que emanaban del jardín cada vez que llovía.

Todos esos “detalles” eran nimiedades al lado de ver clases con personas que realmente amaban al cine (aunque ninguno trabajara en él) y la mística con la cual, junto a otros chicos, Ariadna podía hacer sus cortos.

Más de una vez, tras horas de viaje y esfuerzos de producciones incipientes, los equipos de dicho Instituto carecieron de visor o presentaron alguna falla técnica que conllevaron a la frustración del equipo de producción y actores. El fantasma de la “no culminación” acecharon a la joven que desde entonces debió percibir que esto del Cine en la “República de Miranda” era algo realmente complicado.

Pero cierto impulso sadomasoquista siguió dándole fuerzas para seguir. Pronto, al saber que no había luz al final del túnel, es decir, culminación de un pénsum de estudios en este Instituto que se decía anticapitalista y anti-hollywood pero que no daba su brazo a torcer ante cualquier atraso en sus eternas e infinitas matrículas, Ariadna buscó otras opciones.

Fue entonces cuando cayó en la “Universidad de Miranda”, signada mayoritariamente por la formación teórica un tanto anacrónica del análisis Econiano funcional-estructural. Sin embargo, y más allá de la tarea destinada a críticos, Ariadna percibió esperanzas en sus maestros de realización.

Ahora, en la Universidad de Miranda, tenía cerca a Cineastas reconocidos dentro de ésta República aislada e incipiente, cuyo destino más alentador era el fogueo en telenovelas de Venevisión, tipo “El País de la mujeres”; otros cuyo sustento de vida terminó en la conformación de videoclubes quebrados por la piratería y arrasados por la tragedia de Vargas; otros que hipotecaron sus casas y bienes en la realización de filmes largos, tediosos y pretenciosos mientras daban sus clases mirándose al espejo.

Pero dentro de este panorama, hubo uno, un sólo realizador-maestro que le abrió luces a Ariadna en la República de Miranda. Un cineasta formado en Europa, que había conocido a Fellini y se había forjado en la escuela de Polanski. Un cineasta que un día lluvioso la paró frente a la escuela y le mostró dos camionetas: La primera, bastante nueva y lujosa y la segunda, la de él, vieja y destartalada. Sus palabras frente a los dos automóviles fueron para la joven premonitorias y lapidarias. Señalando la lujosa, dijo: “Esto es trabajar para la TV”; acto seguido, señalando su cacharro destartalado, aseveró: “Esto es trabajar en el cine. Si quieres dedicarte a esto y expresar algo, tienes que salir pronto de aquí”.

Ariadna lo pensó un poco, después de todo esta decadencia e indolencia la había visto antes en aquel Instituto subsidiado sin fin y resultados, pero que mal que bien sobrevivía gracias a los petro-dólares del Estado.

En ese momento, Ariadna ya conocía y apreciaba el cine gracias al conocimiento impartido por sus maestros de historia, gentes bastante eruditas que desayunaban cigarrillos y Cheez wiz (sus sueldos no daban para más); y que más tarde, a la hora de defender su tesis, le recomendaron lo mismo: “Si quieres dedicarte a esto tienes que salir de aquí”.

Y así fue. Ariadna salió de allí a una nueva promesa: La República de Miranda se sublevaba, asomaba la posibilidad de una Revolución audiovisual, prometiendo Potemkim, lenguajes tarkovskianos y Vanguardia cinematográfica con Revolución de Octubre y Abriles incluídos… Gracias a esto pudo foguearse haciendo trabajos de presupuesto mínimo que supuestamente serían exhibidos en TV y, aunque se trataba de propaganda, lo importante fue la práctica que adquirió hasta que la censura tocó su puerta.

Para este momento Ariadna, además de conocer la historia de Einsenstein de cabo a rabo, había visto “Mephisto” de Itsván Szabó y había leído el “Cine de Goebbels”. Tras haberse codeado con muchos Mephistos en la República de Miranda, decidió seguir el consejo y partir a tierras lejanas.

Logró entonces, en tierra Chinameca, vislumbrar un cine de verdad, verdad. Se encontró con que el cine de Miranda no era más que un ejercicio desconocido en otras latitudes y, a pesar de arrepentirse por no haber salido antes, pudo entrar en la escuela de un país que, a diferencia de Miranda no tenía revolución sino todo lo contrario: neoliberalismo puro y duro, economía de mercado; pero que aportaba conocimientos gratuitos por parte del Estado y muchos, pero muchos subsidios y posibilidades. En Chinameca sí que encontró industria: Escuelas que lograban ganancias gracias a su colocación en salas comerciales ó ganadoras en festivales y no de público. Películas subsidiadas de estudiantes que garantizaban compra de equipos y financiamientos para hasta tres películas noveles más. Formación traducida en ganancias, desarrollo y prestigio.

De modo que en la nueva escuela “Chinameca”, Ariadna tuvo maestros ganadores en Cannes, Berlín y otros que hasta ganaron demandas a cineastas imperialistas como Mel Gibson.

En la República Chinameca, Ariadna accedió a copias originales a bajo costo, a la visualización de cinematografías diversas, encontró amigos de la niñez con intuición más precoz que la de ella que ahora ostentaban cargos importantes en Avid, expertos en Sonido Dolby… Accedió también al intercambio con cineastas noveles pero bien colocados, de actitud bastante humilde dispuestos a impartir conocimientos cuyo comportamiento mucho distó de aquellos compatriotas suyos de Miranda, que por hacer fracasos taquilleros como el “Toro de la obscuridad” se creyeron grandes cacaos aunque nadie los conozca (y si alguien se los topa sale corriendo). A Ariadna hasta le dio pena decir que los del “Toro de la Obscuridad” eran sus compatriotas. Pero bueno, pronto entendió que el mundo del cine era y es muy, pero muy difícil y poco democrático. Siempre es mejor callar.

Años después en Chinameca, en una tarde soleada de esa República, Ariadna tuvo la oportunidad de asistir a la asesoría del guión de un chico procedente de la República de Miranda que se midió con más de 500 jóvenes aspirantes en una importante casa de Estudios Cinematográficos en ese país y quedó seleccionado.

El chico, de 19 años apenas, con barba similar a la de Fidel Castro, se declaró revolucionario de Miranda al tiempo que leyó un cortometraje que versaba sobre lo malignos que son los gringos. Sin pudor, el chico de Miranda comentó a nosotros los oyentes su fe en la Revolución de Miranda y reconoció que esa “revolución” que él sigue y admira , cerró las becas hasta entonces existentes en el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía de Miranda, que ahora le niegan realizar su corto en las fechas estipuladas por su prestigiosa escuela.

Su ciega desgracia -Él no la ve como tal pues apenas contaba con 8 años de edad cuando se inició la “Revolución” de Miranda y por tanto, es lo único que conoce- se ve aunada por los atrasos que el control de cambios imperante en Miranda impone a su humilde familia provinciana.

Al leer el corto y escuchar sus palabras, Ariadna salió corriendo. Al alejarse, pensó mientras deambulaba por las calles chinamecas: ¿Sabrá este chico que la mejor época de Hollywood estuvo nutrida por migrantes alemanes, rusos, polacos, italianos, austriacos, húngaros? ¿Sabrá este chico quiénes fueron y de dónde provienen Fritz Lang, Hitchcock, John M. Stahl, Duglas Sirk, Coppola, Scorsese, entre otros? ¿Sabrá que fueron los judíos niuyokinos los que defendieron los derechos de los negros en la época de los Black Panters? ¿Sabrá que los trotskistas hallaron seguridad y refugio en los EEUU cuando la persecución y genocidio stalinistas acabaron con la vida de toda su familia y con más de 20 millones de personas? ¿Sabrá él que Bertolt Brecht, de quien dice lo inspiró a la dirección actoral para su corto, terminó en los EEUU durante largas décadas? ¿Sabrá que Kurt Weill también terminó allí?

Montada en un taxi muy barato a pesar de que, a diferencia de Miranda -también país petrolero- en Chinameca la gasolina es muy cara; Ariadna piensa y llega a la conclusión de que el subdesarrollo y el fascismo tropical Mirandino va más allá de las fronteras geográficas enquistándose en las gríngolas del pensamiento.

Ariadna no puede dejar de sentir rabia ante el robo hecho a los ciudadanos de Miranda que pagan impuestos destinados a una formación y cultura cinematográficas que es negada a sus ciudadanos en el mundo, tal como pasa con este chico que sigue rindiéndole culto a los verdugos de su profesión.

Se respeta que en Miranda se estrenen películas buenas: “Hermano”, “Cheila”, “La hora Cero”, pero no puede obviar pensar: ¿Dónde se formaron sus autores? ¿En Miranda ó en otras latitudes?

Se respeta la obra de esos que mientan “Los Rodríguez”, pero reitero: ¿Cuál ha sido su formación? ¿Tiene que ver con la República de Miranda o con los grandes esfuerzos voluntarios, vocacionales e individuales de sus realizadores?

Dejo a ustedes esta reflexión.


lunes, 22 de noviembre de 2010

Las Caras del Diablo (Malave, 2010)

El segundo largometraje de Carlos Malave (Por un Polvo) es una experiencia agridulce porque no termina de alcanzar eso que prometía en el trailer. La premisa tampoco era muy original, sin embargo siempre hay una manera de contar la misma historia para hacerla entretenida, emocionante y nueva.

Y ese es el primer, y quizás único problema, que tengo con la película: que la historia ya se ha contado en infinidad de ocasiones y de mejor manera (véase: 8mm, Man on Fire o Taken sólo por citar tres ejemplos recientes y relativamente exitosos que guardan alguna relación temática con la película de Malavé).

Ojo, esto no va en detrimento del esfuerzo de hacer la película de una manera independiente y con un presupuesto ínfimo, en estilo "guerrilla" como muchas veces ha dicho el mismo Malave. Por el contrario, aplaudo que haya una corriente, aún agreste eso si, de hacer otro tipo de cine; de intentar contar historias sin estar bajo el yugo de la financiación estatal.

Pero el problema es que a pesar de que película se rodó siguiendo los lineamientos del estilo de cine guerrilla, al parecer el guión fue redactado de esa misma manera. Y es allí donde veo el mayor punto débil de la película.

Sólo por poner un ejemplo: el personaje que interpreta Jean Paul Leroux, Pedro Ramírez, es un policía que no logró resolver el caso de un secuestro que terminó en el asesinato de la victima, esto lo lleva a convertirse en una persona inestable y con problemas emocionales que afectan su mismo desempeño como policía, su relación con su esposa, etc.

Pero nunca llegamos a ver nada de esto, ni siquiera sugerido. Ramírez es una bomba de tiempo pero nunca percibimos ese peligro realmente. Por eso cuando su hija es secuestrada y luego se descubre un video donde aparentemente es abusada sexualmente las reacciones de Pedro son cuando mucho caricaturescas. Y no creo que el problema sea la actuación de Leroux, el problema es la pobre construcción del personaje.

El otro punto debil de la película es evidentemente el entorno en que se desarrolla. La elección de el formato de video digital, las camaras en mano estilo "documental" y en general ese feel de cine de bajo presupuesto tienen un gran acierto en otorgar casi siempre un sentido de inmediatez y realidad que a veces ni siquiera las películas con alto presupuesto pueden replicar, ese es uno de sus atractivos. Pero en Las Caras del Diablo es un tanto contradictorio, porque esa "realidad" que captura Malave no tiene nada que ver con la realidad de los cuerpos policiales venezolanos.

Yo esperaba que precisamente por ser una producción independiente la visión de los cuerpos de seguridad fuese un poco más crítica, sin llegar al ataque directo. Pero no, se nos pinta una policía donde no hay corruptos ni nada semejante a lo que todos conocemos es el día a día de nuestros cuerpos de seguridad. Entonces, ¿esa omisión es sencillamente un exceso de ingenuidad o una estrategia para quedar bien con Dios y con el Diablo? Creo que eso le resto inmensamente a la película.

Finalmente el tramo final es casi incomprensible con algunos giros de trama mas cercanos a la telenovela que al cine policial propiamente dicho o fueron tratados con tanta torpeza que lo que debería haber sido sorpresivo e impactante, termino siendo risible y poco creíble, como dije antes creo que todo viene del guión.

Y finalmente esta el tema del abuso infantil. Yo se (no con seguridad, pero me lo imagino vamos) que la intención de Malave es que el mayor numero de personas vea su película y por eso podría entender que el tema de la pederastia y el abuso infantil sea un tema delicado para tratar, en cualquier medio no solo en el cine; pero de ahí a tocarlo solo de pasada o no mostrarlo con la honestidad que amerita me pareció bastante triste.

Ojo!, yo no esperaba que la película se regodeara en este tema en particular pero si que dijera algo al respecto. Mencioné antes otras películas con una clara vocación comercial que entre las cosas que hicieron bien fue mostrar esto que digo. Además, en el terreno del cine actual donde hay películas tan valientes como ésta, me parece que a Las Caras del Diablo le faltó algo de esa valentía.

Creo que Por un Polvo (2008) es mejor película que esta, en aquella por lo menos había algo de autenticidad en el personaje también interpretado por Leroux, que imagino fue construido en gran parte por las propias experiencias de Malavé como cineasta. Incluso la puesta en escena de aquella película se veía mejor planificada y los personajes estaban mejor definidos, y que coño! eran mas interesantes.

A pesar de lo negativo que pueda parecer mi apreciación de la película de Malave, creo que como cineasta todavía tiene bastante que mostrar, por lo menos la intención de tratar cosas nuevas está ahí y eso es siempre necesario.

Esperamos entonces por sus otras dos películas: La pura Mentira y el largometraje sobre el periodista de sucesos Heberto Camacho, que si mal no recuerdo se llama "El último Cuerpo".

Y si Carlos Malavé lee esto: Pana lánzate una secuela, por que no retomar la historia de Pedro en Las Caras del Diablo 2.



domingo, 14 de noviembre de 2010

El Infierno (Estrada, 2010)

Por Andrea López.

Finalmente llegó a la cartelera mexicana la película El Infierno del cineasta mexicano Luis Estrada. Tal y como era su propósito, el filme se exhibió durante las celebraciones del Bicentenario de la Independencia, en las que el gobierno Panista, bastante impopular por su incapacidad para controlar los altos saldos de violaciones a los DDHH y de ejecutados (aproximadamente 23 mil entre 2008 y 2010); se gastó la cantidad de 250 millones de dólares en propaganda que incluyeron, entre otras actividades, el financiamiento de numerosas películas de corte épico y heroico

Tal y como reseñamos en un post anterior, el filme tuvo por objeto ilustrar la guerra actual de México y llamar a la reflexión de ¿hay algo que celebrar?. Pues bien, el resultado no podía ser otro: En su octava semana, El Infierno alcanzó el récord taquillero de más de 76 millones de pesos mexicanos, es decir, poco más de seis millones de dólares; y ha recibido elogios en importantes medios internacionales como The Guardian, El País, Los Ángeles Times, entre otros; así como de las no menos importantes reseñas en medios mexicanos tales como Milenio y Reforma.

Y es que si bien las dos primeras partes de su trilogía también ofrecieron una reflexión sociopolítica del país; El Infierno es, a nuestro juicio, la tercera y mejor lograda película de Estrada.

El guión tiene como personaje central al Beny, un jornalero mexicano que regresa del “sueño americano” al México del que salió porque estaba mal pero que ahora encuentra peor: Crisis, desempleo, muerte, corrupción, narcotráfico, en fin: Violencia. Y es que, si bien El Infierno no asoma más de lo que puede uno saber a través de la prensa y los medios, el retrato del narco es hiperreal y está narrado con el tono inteligente de la comedia. La eficacia del discurso se hace entonces total, no hay otro modo de acercarse a tan trágica realidad porque el impacto sería insoportable de digerir.

De modo que a lo largo de sus 143 minutos de duración los espectadores nos sumergimos en la experiencia del Beny: Vejado por las autoridades fronterizas, asaltado en el bus que lo hace llegar a su pueblo (ahora llamado San Miguel “Narcángel”) enamorado de la viuda de su hermano (importante cuadro del narco), tío y padrastro de un chico que como todos los de su edad entran en las pandillas y al que intenta (¿en vano?) salvar.

Sin ninguna oportunidad de ganarse la vida dignamente, el Beny empieza a trabajar para el cartel de la familia Reyes en el que rápidamente adquiere dinero, bienes, mujeres y ascenso social. Trabaja con él un antiguo amigo de infancia: “El Cochiloco” magistral y conmovedor personaje interpretado por el destacado actor Joaquín Cosío al que ve morir tras buscar venganza para con su hijo muerto y que desde el principio le advierte: “Me cae que esta vida es el maldito infierno”, “Esto (México) es el Infierno, no chingaderas”.

En el filme no hay nada que quede por fuera ni fuera de lugar: Miseria, aspiraciones, corrupción por parte de la Iglesia, El Estado, los programas de protección a testigos, la policía, el Ejército, los gringos que venden armas y la descomposición instalada en todo el tejido social.

Además de ser una buena película: redondo y amarrado guión hecho a dos manos por el propio Estrada y Jaime Sampietro, excelentes actuaciones, impecable trabajo de producción, dirección, fotografía, sonido, edición, vestuario, dirección de arte hiperreal, musicalización genuina y fidedigna, etcs; El Infierno se erige, a nuestro juicio, en una importante reflexión socio-histórica marcada por un profundo nihilismo respecto a la actualidad y futuro mexiquense.

Llamó mi atención durante la primera función a la que asistí, cómo el público se emocionaba ante la salida del protagonista, a mi parecer un tanto anárquica y extrema: tomar una metralleta y matarlos a todos: políticos, narcos, guardaespaldas, arzobispos, militares y policías; en un festejo patriótico y chovinista que no distingue el ruido de los cohetes con el de las armas. Ese público caracterizado por un nacionalismo fuerte, aplaudía y vitoreaba ahora en la sala la aniquilación de todas sus instancias de representación.

Finalmente Estrada, fiel a sus principios y militancia ha declinado la postulación de su película al Oscar delegándola a Biutiful, filme de su compatriota Alejandro González Iñárritu; y ha preferido postularla a los Goyas. Después de todo y como conclusión personal, creo que el cineasta rechaza concursar ante una instancia que pertenece al principal beneficiario de la guerra “contra” el narco: Los Estados Unidos. Como bien dicen por allí, mientras México pone los muertos, los gringos se llevan la lana.

Sin duda, El Infierno pasará a la historia como una de las películas más importantes del cine mexicano y quien sabe si no del cine latinoamericano. Desde una humilde butaca, le auguramos mucho éxito en los Goyas y desde luego, su pronta salida en BluRay. Definitivamente es una película que hay que tener en casa.



domingo, 7 de noviembre de 2010

La Trilogía Crepúsculo: enfriando necesidades

Por: Andreina Gutiérrez



Cualquier referencia mínima a la saga vampírica de Stepenie Meyer, tanto de los libros como de las películas, debe necesariamente llevar el calificativo “fenómeno” en su descripción. Fenómeno editorial, fenómeno de taquilla, fenómeno cultural. Crepúsculo, Luna Nueva y Eclipse se replican a sí mismas en el cine como en el papel. Lo que logran como best-seller lo han logrado como blockbuster. Y aún queda el último capítulo, Amanecer, recientemente publicado y que ha recibido severas críticas de los fans de la saga por ser aparentementes sangriento que los anteriores capítulos. Lo que podría ser el punto de partida de tanta histeria colectiva sería que en la trama (atención spoiler!) Bella y Edward finalmente consuman su relación y ella queda embarazada. Ya se ha anunciado la producción cinematográfica de esta última parte de la trilogía la cual consistirá en dos películas, la primera de las cuales se estrenaría exactamente en un año.

Aunque se sienta la necesidad de catalogar algo que por sí mismo carece de la suficiente sustancia para ser en realidad un referente cultural, más allá de la publicidad, los subtextos lo son todo. Crepúsculo, en este caso la saga fílmica, está intrínsecamente consustanciada con nuestro tiempo. El miedo es libre y se ha apoderado de los padres quienes paranoicos, no ven cómo proteger a sus hijos de las miserias de un mundo en crisis total.

El primer gancho es la estética, esa fotografía que ciertamente atrapa, las tomas panorámicas de idílicos y a la vez atemorizantes paisajes boscosos de Norteamérica, irónicamente calientan las entrañas de millones de adolescentes congeladas por los vientos polares del renacer conservador post 11 de septiembre. Hay una sencillez avasallante en esas tupidas montañas que dan la sensación de que todo está determinado desde un principio, de que no hay cambio posible; a pesar de que todo se transforma sigue siendo igual.

Bella es la heroína típica de las novelas rosa y además se circunscribe en el “celebritismo” del reality show del star sistem actual: es lo máximo solo por existir, por ser mujer, no porque haga nada más, así el mundo gira a su alrededor, ella es el centro del universo para humanos, vampiros y lobos. En un principio no entiende de qué va tanta atención, ella es un objeto brillante ante los ojos de criaturas simples sumidas en una atmósfera de hastío existencial. El aburrimiento en Forks es tal que la chica nueva de la escuela se convierte en el juguete de todos. Y Bella termina creyéndoselo. Los mundos opuestos se enfrentarán por ella. Ni siquiera es una metáfora, está claro para todos que lo importante es preservar la castidad de Bella.

Una vista superficial a la biografía de Stephenie Meyer explica todos los contrastes que en sus libros muestra como el deber ser. Madre de 3 hijos, mormona, creció entre dos ciudades opuestas, una fría y otra caliente, todo tiende a decirnos que el dualismo es la constante en la vida y que simplemente hay que aceptarlo. Unas pocas escenas de la madre de Bella viviendo en Phoenix, recibiendo el sol y agradeciendo ese baño de vitamina E, con una paleta de colores ocres, marrones y amarillos brillantes, lo corroboran. No está de más, es un guiño. Es apenas una visita de Bella a su madre, no debe quedarse allí donde el calor la obligaría a ropajes ligeros que descubrirían su feminidad. Su lugar es al norte en el frió de la montaña, donde la densidad del bosque, la nieve y los dogmas la cubrirán perfectamente. Luego la tristeza por el alejamiento de la madre será sustituida con una serie de amigos sofisticados, personajes vacíos que aparentan una personalidad cool aderezada con un look ligeramente gótico. Hasta que se encuentra con los Cullen que son el sumun del aburrimiento snob.

Si no fuera por los vampiros y los lobos, los humanos del pequeño pueblito montañoso se suicidarían en masa. No existe resistencia a su presencia. No se trata de coexistir, no es tolerancia, sin ellos simplemente no pasaría nada. En Forks todo es quieto, silencioso, muerto. Y sin embargo los vampiros le dan vida. Esos seres ya muertos, literalmente de hielo, tienen una necesidad de apasionamiento que ninguno de los humanos por más histéricos que sean, muestran. La sensación de finitud pesa demasiado hasta que aparecen las criaturas inmortales que como no chupan sangre, le devuelven el hervor que se supone algún día tuvo.

Las críticas hacia la excesiva descripción literaria de Meyer, ella las opaca con un cameo sonriente en la primera entrega de la saga cinematográfica, como si perteneciera a los lobos, marcando su territorio aunque ese sea el de los textos y no el de las imágenes. Si Stephen King lo ha hecho, por qué ella no. Es el reinado de la feminidad agotada de nuevo cuño, el renacer de un feminismo harto de supermujeres pero aún cauto ante la obviedad de la maternidad. Ojo que Bella no es Lisbeth Salander, más bien es su antítesis necesaria. Si los hombres no amaban a las mujeres, entonces los vampiros y los lobos las amarán!

El casting de actores es otro punto a analizar. Ni una sola cara medianamente importante ni conocida, con la inmensa excepción de Dakota Faning, quien aparece más como actriz invitada. Por lo demás, se trata de sangre nueva, de verdad. El mundo cambió, se acabo hace unos pocos años. Olvídate de Tom Cruise y su Lestat en Entrevista con el Vampiro, eso fue en el siglo pasado. En Forks todo es nuevo aunque en realidad es viejo. La imposición de la novedad, de la juventud, del amateurismo también es una dictadura. Pero ni los adultos ni los ancianos en Forks hacen ninguna resistencia tampoco, no hay tal conflicto generacional. El problema es la misma juventud. Tu enemigo eres tú mismo, no son tus padres. Tus problemas se resuelven convirtiéndote en adulto serio y responsable. Los mayores no se sienten desplazados por los más jóvenes, sólo esperan pacientemente que estos se les unan. Al final Bella caerá más fácilmente ante el influjo del matrimonio que ante las fuerzas sobrenaturales.

Pero antes pagará una novatada soft, representada en la atracción física hacia Jacob el lobo. El imprescindible topless de Taylor Lautner en 2 de las 3 cintas es al menos una concesión que la propia Meyer se permite: el hombre como objeto sexual. Lo que no puede permitirse es que sea anecdótico. Al menos Jacob debe amar a Bella. Lastimosamente Meyer no es tan inteligente. Acude a varios estereotipos del deseo femenino: la musculatura, los rasgos fuertes, la virilidad. Y para colmo es racista. Jacob no solo es un lobo, pertenece a una tribu indígena, que es como explica su contacto con la naturaleza y lo primigenio. Su piel morena no solo contrasta con la blancuzca piel de Edward, sino con la de todos en el pueblito montañoso. Él es el verdaderamente diferente en el grupo, los vampiros hasta que no demuestren que lo son, solo parecen niños ricos aburridos. El aborigen, el primitivo, representa la tentación, le recuerda a nuestra heroína sus propios instintos básicos. Pero Jacob es solo una distracción en el camino hacia la corrección política de Bella, de hecho una sana distracción en tanto sirvan sus poderes lobeznos para protegerla. Así Bella puede tener su pequeña fantasía erótica pero pronto regresará a los brazos del blanquecino y ricachón Edward, con quien no solo deberá cumplir la misión tácita que le encargan los Cullen, sino que lo hará de la manera más políticamente correcta.

En la sala oscura el público adolescente interactúa con la cinta de maneras que recuerdan ligeramente a las antiguas salas XXX, cuando menos los gritos y suspiros ante el ‘descamisado’ lobo, dan cuenta de una doble comprensión del mensaje de las cintas, otros develan con risas su burla ante la prudencia sexual de Bella, sin embargo la corrección política termina por imponerse, el consenso de los fans alrededor del mundo es claro: Bella y Edward esperarán hasta que se casen.

Como si acabarán de descubrir que existen los vampiros y hombres lobo como personajes literarios, una generación se vuelca en masa a adorar no una historia, predecible y poco novedosa, ni unos personajes, vacíos y sin mucho que ofrecer, más bien se rinden ante la idea de una vida tranquila y monótona, la que debería existir una vez se acabe con las fuerzas del mal. En un mundo al borde de la locura, los padres se apresuran a comprar los libros y llevar al cine a sus hijos a mostrarles la promesa de un mundo mejor que ellos mismos deberán construir siguiendo los lineamientos del conservadurismo más anacrónico. En un planeta superpoblado las nuevas generaciones deberían entender que el tener hijos es solo una opción, y las historias de vampiros y lobos ahora parece que son perfectas para explicar los peligros de la procreación no planificada.

domingo, 31 de octubre de 2010

LA TELEVISION DEL SIGLO XXI –Reflexiones personales de un proceso creativo-

Por Sergio Marcano

Hace más de dos años la productora Tango Bravo me pidió escribir un guión documental de la televisión en Venezuela. Este documental formaría parte del proyecto en serie “El hombre y la ciudad” que en ese momento estaba siendo entregado a CONATEL. Hace más o menos 2 meses, Tango Bravo me llamó para rodar finalmente el proyecto.

El guión que escribí hace dos años sobre el tema estaba abiertamente relacionado con la cultura POPular de la televisión nacional. Telenovelas, programas de comedia, revistas de entretenimiento, personajes del show bizz criollo (de los 80, 90 y 00). Una línea temática que aunque aún me resulte interesante, la considero menos relevante –no menos importante- que en aquel momento.

Hay un diálogo en “Videodrome” de David Cronenberg –una película que a muy grosso modo habla de la televisión y de su influencia en la psique humana- que siempre me pareció interesante:

PROF. BRIAN OBLIVION
La batalla por la mente de Norteamérica
será peleada en la arena del video 
el videodrome. La pantalla de la 
televisión se ha convertido en la 
retina del ojo de la mente. Por lo 
tanto la pantalla de televisión es 
parte de la estructura psíquica del 
cerebro. Por lo tanto lo que aparezca 
en la pantalla de la televisión, surge 
como una experiencia real para aquellos 
que lo observan. Por lo tanto la 
televisión es realidad y la realidad 
es menos que la televisión.

Como muchos sabrán, desde abril del 2002 –la fecha del golpe de Estado al presidente Hugo Rafael Chávez, así como también de su reposición el poder por el pueblo- la televisión venezolana ha sido y continúa siendo, de muchos modos, un campo de batalla en el que coexisten dos (2) ideologías dominantes: Oficialismo y oposición –izquierda y derecha- que pugnan por vender y/o desprestigiar un proceso político. 

Asumiendo que el documental es un género complejo, que ímplica un compromiso ético, moral, ideológico, social, e incluso –en algunos casos- teológico y que se relaciona profundamente con la realidad de la que es extraído. Decido replantearme el guión y asumir la realización de un reportaje documental de corte político, quizás con un mayor grado de “compromiso” con nuestra realidad social.

Entonces, me planteo una reflexión colectiva acerca de las líneas editoriales de los canales de televisión nacional, acerca del papel que juega la televisión día tras día en la construcción de la sociedad polarizada en la que vivimos inmersos todos los venezolanos. Del poder que ejerce nuestro presidente desde los medios – implementación de políticas de Estado, nombramiento de Ministros, inauguraciones, expropiaciones, y un gran etc.-; así como también un análisis general de los contenidos producidos por la televisión criolla, los cuales, normalmente son pacatos –moralmente hablando- y poco arriesgados –a niveles temáticos, narrativos y de propuestas visuales-, características que determinan la poca producción televisiva que se realiza hoy en día en el país se haya quedado en la retaguardia estética/narrativa si se le compara con niveles internacionales.

Desde el principio me propongo ser equilibrado al escoger a los entrevistados, esto esencialmente para no caer en parcialidades políticas de ningún tipo. Me planteo entrevistar a representantes del oficialismo, de la oposición y del centro, para discutir los temas más álgidos -políticamente hablando-. Para hablar de la televisión teóricamente como fenómeno social, pienso en teóricos y estudiosos de la comunicación televisiva. Para hablar de la televisión a nivel de contenidos y a nivel creativo me propongo entrevistar a directivos de los canales, directores y productores de planta. Y finalmente para estudiar el impacto de la televisión en los espectadores, me planteo estudiantes de comunicación social de las tres universidades más importantes del país –públicas y privadas-, así como también a espectadores de diferentes zonas y estratos sociales de la ciudad capital. Todo esto con el fin de lograr una eclosión de posturas ideológicas que genere un verdadero debate de ideas.

Presento los cambios de guión, y el nuevo contenido temático que es aprobado por el productor general de la serie, Philippe Toledano. Recluto a un equipo de gente relajada, bajo perfil y buena onda (Aldrina Valenzuela. Producción. Jeissy Trompis. Cámara y Fotografía. Agostino Loreto. Sonido. Andrés Prypchan. Asistencia de Producción y producción de post producción).

Se comienza la preproducción…

Una vez que la productora tiene algunos permisos de las alcaldías, comenzamos a grabar las entrevistas callejeras.

Con cámara en mano visitamos: La Pastora, Catia, Chacao, Petare.

La mayor parte de las personas a quienes nos acercamos en las calles tienen una conciencia socio-política, que no me hubiera imaginado antes de comenzar a grabar. Es un hecho que los años de revolución han hecho madurar a nuestro pueblo a pasos agigantados. Al ser interrogados acerca de la polarización política de los medios, la mayoría de los entrevistados confiesan ante la cámara que están hartos de las pelea y los desencuentros.

La periodista de un canal privado rechaza la entrevista que teníamos planteado hacerle. Vía telefónica alega que la van a perseguir y a convertir su intervención en nuestro audiovisual en parte del escarnio público al que cotidianamente se expone la gente de la oposición –por parte del oficialismo-.

Confiesa además que esta asustada. Que incluso teme por su vida y por la de su familia.

Y yo me pregunto ¿Si los comunicadores se quedan en silencio no traicionan la verdadera esencia de su profesión? No entiendo sus miedos, pero los respeto. Asumo su ausencia en el documental.

A pesar de los años que llevamos en revolución, es un hecho que el ambiente sigue “caldeado”. Esto lo compruebo unos días más adelante, cuando algunos fervientes seguidores y creyentes del chavismo y otros fervientes seguidores y creyentes de la oposición, se alteran frente a las cámaras al preguntarles las razones por las cuales aún todos los venezolanos estamos viviendo los coletazos de una guerra de cuarta generación.

Algunos asumen estar abiertamente en “pie de guerra”. Otros dejan muy claro que nunca habrá espacio para la reconciliación entre dos propuestas de país completamente antagónicas. Yo me mantengo imparcial y escucho con atención lo que expresa cada uno.

A pesar de querer evitar los tópicos, por temor a re descubrir el agua tibia, no puedo evitar la tentación de preguntar a la gente de la calle si piensan que hay libertad de expresión en el país. Un Sr. de 70 años en el boulevard de Catia me dice que si hay libertad de expresión mientras no se hable mal del presidente Chávez. Pero ésta es una respuesta aislada. Casi todos los entrevistados concuerdan que vivimos en un país con plena libertad de expresión. Una productora de televisión nos dice en cámara que la libertad de expresión no existe, que es más bien una ilusión pagada por intereses de actores políticos.

Dejo que las opiniones de quienes entrevisto me invadan.
Escucho. Me propongo como trato conmigo mismo abrir mi cabeza e incluso cuestionar mis posturas ideológicas sobre los temas.

Mientras hacemos una entrevista a un ejecutivo en la avenida San Martín, una señora con una evidente afección mental se nos acerca, se pone en frente de la cámara y nos pregunta si puede declarar en el documental. Yo le digo que por supuesto, y la mando a hablar con la productora mientras termino de entrevistar al ejecutivo. La mujer le pregunta a la productora si tiene que declarar a favor o en contra del proceso del presidente Chávez. Ella le explica que tiene que declarar lo que crea sobre los temas. Decepcionada la mujer decide irse sin dar declaración.

Una periodista de un canal privado nos rechaza la entrevista. Lo mismo sucede con otro periodista del Chavismo. Al parecer estas personas –del grupo de periodistas más representativos del Partido Socialista Unido de Venezuela- necesitan luz verde del mismísimo presidente, para poder emitir algún tipo de opinión fuera de sus respectivos programas televisivos y de las líneas editoriales de los canales para los cuales trabajan –esa es al menos es la teoría de conspiración que nos inventamos dentro del equipo-. No puedo permitir que la balanza política tienda más a una tendencia ideológica que a la otra, ese no es el reportaje documental que me propongo a realizar. Le pido a la productora que insista en contactarlos.

La productora tramita permisos para hacer entrevistas con equipo mínimo, en 3 centros comerciales de la ciudad. En menos de una semana nos niegan uno, dos, los tres permisos. Los centros comerciales alegan en líneas generales lo mismo: No pueden permitir la grabación por temor a ser expropiados.

Cambiamos el plan de rodaje.

Sin scauting previo de producción entramos a un barrio.
Toda la gente es profundamente amable. Atenta. Nos dejan entrar a sus casas. Nos dan agua, café y sus opiniones sobre los temas. Grabamos buena parte de una tarde. Antenas de Tv. Gente viendo televisión.
Al salir del barrio hacemos un encuadre con la cámara para grabar su entrada, dos tipos delgados de unos 30 años se acercan a nosotros y nos amenazan con que si seguimos grabando en el lugar nos van a pegar unos tiros.

El equipo se sobresalta.
Irresponsablemente no paro la grabación. Por unos segundos espero los disparos. En vez de accionar su arma, los antisociales se van.
Terminamos los planos que necesitamos y nos vamos tranquilamente del lugar. Justo como llegamos.
El acontecimiento -que sin duda sobresale de mi cotidianidad- me hace pensar en lo injusto que es que 2 o 3 “outsiders”, sean quienes mantienen en zozobra la vida de tantas personas trabajadoras y apacibles en los barrios citadinos. Una reflexión que seguramente resulta bastante inocente y trillada en esta sociedad violenta como lo es la venezolana.

Intentamos grabar entrevistas en la Universidad Bolivariana –sin pedir permisos, ya que se trata de algo más bien sencillo y con equipo mínimo (como ya lo habíamos hecho en la Universidad Central y en la Universidad Católica)-. Pero unos vigilantes no nos lo permiten. Al preguntarles los porque, nos hablan de un equipo de españoles que pidió permisos para grabar imágenes de la universidad y solo grabo una parte de la infraestructura que esta en reparación, para luego decir que la universidad estaba en obras y que nunca había abierto sus puertas al estudiantado. ???. Que ya estaban hartos de ser difamados y perjudicados.

Hablamos con la gente del departamento audiovisual, les explicamos de qué va nuestro reportaje documental y los permisos para realizar la grabación fluyen rápidamente. Hacemos las entrevistas y los planos de la universidad que necesitamos.

La semana previa a la elección de la Asamblea Nacional el país se paraliza.
El observatorio Cajigal nos niegan los permisos para la grabación de la ciudad de Caracas desde sus instalaciones. Alegan la proximidad de las elecciones en la Asamblea Nacional.
Se activa el plan Republica, los militares salen a las calles.
Al llamar a las alcaldías de diferentes municipios, se nos postergan los permisos de grabación para una semana después de las elecciones.
Y a ultima hora los entrevistados(as) que teníamos pautados(as) le piden también a la productora postergar las entrevistas hasta después de las elecciones.

El equipo de grabación se repliega.
Elección de la Asamblea Nacional.
Una semana después retomamos las grabaciones.

Poco a poco conseguimos las entrevistas pendientes. Los opositores y la gente del centro son abiertamente mas accesibles y fáciles de conseguir que los chavistas. Pero con mucha mano izquierda, valiéndonos de amigos de amigos, contactos de conocidos, y algo de maña, se consiguen buena parte de las entrevistas del oficialismo que teníamos planteadas. Al menos las de los hombres. Todas las partes expresan sus posiciones.

Todas las noches llego a mi casa extrañamente ansioso. Al reflexionar las diferentes posturas que contienen las respuestas de cada uno de los entrevistados, pienso en lo complejo que se ha vuelto este país. En todas las aristas. En la legitimidad de algunas de las razones que motivan y movilizan tanto a un bando como al otro. En las consecuencias, tanto positivas, como negativas, que la confrontación entre la ideología oficialista y la ideología opositora genera en nuestra sociedad tropical. Y finalmente en las responsabilidades éticas que tenemos hoy en día los documentalistas al acercarnos a las realidades que afronten nuestros trabajos audiovisuales.

Escribo estas líneas tratando de encontrar un poco de paz mental. No me imagino si podrán despertar algún tipo de interés en los eventuales lectores de El Cinescopio. Quizás solo trato de entender un poco mejor este país en el que nací y en el que escojo voluntariamente vivir.

Por otro lado no puedo evitar preguntarme si tendre que hacer 2 versiones del documental, una versión light, aprobable por el organismo estatal (CONATEL) –ya que se por experiencia propia que la televisión oficialista no es muy afecta a los revisionismos-, y una versión mas agridulce –una especie de corte del director-, que hable sin tapujos de los lados verdaderamente polémicos y espinosos de los temas tratados. Todos en el equipo me dicen que no me censure. Que haga una sola versión.

Poco a poco terminamos las entrevistas pautadas, también los exteriores. Finalizamos la producción.
La post producción es inminente.

A ver que sale de todo esto…

domingo, 24 de octubre de 2010

Año Bisiesto (Rowe, 2010)

Después de haber ganado la Ópera prima en Cannes este año y haber sido exhibida en festivales como Toronto, al fin ha llegado a las salas mexicanas el polémico filme “Año Bisiesto”, del australiano nacionalizado mexicano Michael Rowe.

Tal y como había reseñado hace unos meses en este blog me hice grandes expectativas respecto a la película. Hoy me gustaría compartir mi mal sabor.

En primer lugar, es justo decir que el filme tiene varios puntos a favor: está rodada enteramente en una sola locación, no posee ni un solo movimiento de cámara, los actores no son conocidos, son muy pocos, su trabajo de dirección es excelente y el discurso en general mantiene nuestra atención todo el tiempo gracias a un muy buen trabajo de guión.

A través de los recursos propios de la soledad: el uso del teléfono, de la computadora y la televisión; nos enteramos de cómo va la vida de Laura, una joven oaxaqueña que vive en el DF, que come comida trash y que inventa su propia historia de vida: Le dice a su mamá que come lo que no come, que tiene visitas de amigos que no existen, le inventa a su jefe que tiene otros trabajos cuando es despedida, etc. En resumidas cuentas, diremos que desde el inicio el personaje se descubre mitómano, wannabe y alienado. También gracias al teléfono sabemos que su padre ha muerto e intuimos una relación conflictiva con la madre.

El sentimiento de soledad del personaje también se refuerza y refleja, como en todo buen guión, a través de su entorno: desde su ventana, Laura ve a una pareja que termina separándose y a otra pareja de ancianos que toman un café juntos y que más tarde, sólo toma uno.

Laura, que lleva esporádicamente a hombres a su casa para tener sexo, conoce a Arturo y entabla con él una relación sadomasoquista. A partir de aquí, debo decir, la película sí se hace un poco más predecible pues Laura desea cada vez más maltrato, lo que hace suponer que el sádico la dejará. Como todos sabemos a los sádicos les gusta que sus víctimas sufran no que se complazcan.

De modo que cuando su antiguo jefe la llama para reengancharla en el trabajo y ella le comenta que no puede aceptar porque “Se irá para Suiza gracias a un diplomático amigo de su madre”, uno ya intuye que Laura se quiere matar. Es especialmente cruel que esta joven indígena ponga como excusa y anhelo irse a Suiza, referencia blanquita y cuna capitalista.

Es así como en el último encuentro sexual con Arturo, Laura le cuenta su plan para llevarlo a cabo. Y justo en esta escena es que, como mujer que vive en un país donde el maltrato a la mujer y el feminicidio es un problema de emergencia (unas quince mil féminas asesinadas y torturadas en diez años) la película se me hace poco ética y un tanto apologética del fenómeno genocida: Mientras Laura masturba a Arturo, le muestra un cuchillo que va pasando por su cuerpo y le dice cosas del tipo: “Imagínate que me estás abriendo la garganta, imagínate que estás abriéndome los pechos, Imagínate que terminas dentro de mí mientras me estoy muriendo”. Esta última frase seguro sería repetida hasta el cansancio por cualquiera de los asesinos de Juárez o de los feminicidas de otros estados de esta república. De modo que “Año Bisiesto” incurre, para algunas espectadoras, en una aberración difícil de tragar: son las mujeres pobres, indígenas, solas y jodidas las que anhelan que las descuarticen y maten.

Si bien la película no toca el tema misógino asesino de México, el hecho de que sea hecha aquí no puede dejar de remitirnos a esta realidad.

El que “Año Bisiesto” y no otra película mexicana haya ganado en Cannes, vuelve a hacernos reflexionar acerca de la necesidad que los europeos tienen de premiar todo aquel discurso que recalque lo jodidos que estamos en el tercer mundo y por tanto, mantenga su status quo de países benéficos, civilizados y desarrollados. No estoy en desacuerdo en mostrar o premiar la miseria siempre y cuando halla una condena de ese estado de cosas (Gaviria, Reygadas, Estrada, Babenco, Trapero). En la película de Rowe siento que no hay una condena sino una legitimación.

En cuanto a lo formal, la película también es bastante pornográfica y me pregunto: ¿No es la pornografía un discurso alejado del lenguaje cinematográfico en tanto su carácter explícito y poco sugerido? En “Año bisiesto” todo está demasiado mostrado y por tanto banalizado. Hay planos que se me hacen ofensivos con la actriz: la escena de la meada en vivo acaso ¿no pudo haber sido trucada? ¿había necesidad de violentar a una actriz de esta manera?

A modo de conclusión, se me hace muy loable que “Año Bisiesto” sea una película bien construida y lograda desde el punto de vista del guión, la actuación y la dirección; pero siento que éticamente deja mucho que desear.

Pienso en películas similares que tienen como protagonistas a seres alienados, como “Tony Manero” de Larraín quien, a pesar de que es también un ser repulsivo víctima y victimario; no noto en él los visos de auto-racismo que percibo en el filme de Rowe. Además al menos Tony Manero hace una cosa bien: Imitar a Tony Manero. Laura en cambio representa la degradación en el sentido más puro y completo.

Pero bueno, no tengo la última palabra, dejo a ustedes esta reseña con la finalidad de llamarnos a una reflexión.



martes, 21 de septiembre de 2010

La Balada del Pistolero: La música de Robert Rodríguez (II)

Si bien Robert Rodríguez es conocido por ser la primera, y a veces única, fuerza creativa detrás de cada proyecto, la otra parte de su filmografía se ha logrado en parte gracias a la colaboración con Quentin Tarantino.

Dicha colaboración (y amistad) comenzó cuando ambos coincidieron en el Sundance Film Festival en 1992, cada uno con su respectiva ópera prima. Sin embargo no fue hasta 1995, luego de que ambos hubiesen completados su segunda película, Pulp Fiction (1994) y Desperado (1995) que trabajaron en conjunto por primera vez.

Dicho trabajo es el film Four Rooms, una antología conformada por 4 historias escritas y dirigidas por ellos junto a otros dos directores: Allison Anders y Alexandre Rockwell.

El resultado de Four Rooms es cuando mucho una curiosidad; como conjunto la película no parece funcionar pero al separar cada una de las historias es Robert Rodriguez quien sale mejor parado. Su segmento "The Misbehavers" es de lejos el mas divertido y entretenido del conjunto, por su parte Tarantino dirige The Man from Hollywood con su estilo particular pero lo corto de la duración lo hace ver algo apresurado y torpemente desarrollado. Creo que a Tarantino no le van las cortas distancias como se verá luego en Grindhouse (2007)








Four Rooms: The Misbehavers Suite - Vertigogo (Tema Principal de Four Rooms) - Mariachi - Antes de Medianoche - Los niños ven T.V. - Champaña y Agujas [de la banda sonora de Four Rooms, escrita e interpretada por Combustible Edison]


En cambio Rodríguez dirige y escribe su segmento con la misma chispa que se verá en cada una de sus películas posteriores a mayor o menor grado. Además, es de este segmento que Rodríguez desarrollará su posterior serie de películas dirigidas principalmente al público infantil: Spy Kids.

Una de las cosas que si le otorga algo de cohesión a la película es la música que está compuesta en su totalidad por el grupo Combustible Edison, que convenientemente hacen música lounge, así que la totalidad de su score suena a lo que suena la música que a veces pueden escucharse en los ascensores de los hoteles. En ese sentido creo incluso que es lo más acertado de la película.


Parte 2 - Quentin y Yo: From Dusk Till Dawn, Kill Bill Vol.2 y Grindhouse

Four Rooms fue la primera película en que Robert Rodriguez y Quentin Tarantino trabajaron juntos ejerciendo como directores y escritores, aunque ya Tarantino había aparecido en un cameo en Desperado, pero la experiencia de Four Rooms los vio trabajando por separado.

Es con From Dusk Till Dawn (1996) que la dupla trabaja realmente hombro a hombro. Tarantino escribiendo el guión, basado en una historia de Robert Kurtzman, actuando en uno de los papeles principales y Robert Rodríguez dirigiendo. Además de iniciar una especie de mecenazgo con Dimension Films, uno de los brazos de Miramax Films, productora de los Hermanos Weinstein, que se encargará de producir o a veces distribuir películas de género, especialmente terror. Bajo Dimension Films, Robert Rodríguez hará prácticamente todas sus películas siguientes pero a partir de Spy Kids sólo la usará como distribuidora. Un dato curioso: Otro director importante de la última década, Guillermo del Toro, dirigió su segunda película (primera en EEUU) Mimic, bajo el sello de Dimension, película en la cual Robert Rodríguez dirigió la segunda unidad.








"Everybody Be Cool" - Dark Night [de la banda sonora de From Dusk Till Dawn, escrita por Dave Alvin e interpretada por The Blasters. Dialogo: George Clooney]

No se hasta que punto Tarantino (y luego Rodriguez) respetó el tratamiento original de Robert Kurtzman, primero por la estructura del guión y las referencias son tan evidentemente tarantinescas que casi casi parece que Tarantino hubiese originado el guión desde cero. La primera parte de la película tiene muchas reminiscencias a sus guiones de Natural Born Killers (1994) y True Romance (1993) pero es en la segunda parte donde la película se convierte en puro Robert Rodríguez.

Porque por muchas sensibilidades similares que parezcan compartir los dos, cuando se observa con mucho más cuidado se observan diferencias particulares, diferencias que se harán más evidentes en Grindhouse.

La segunda parte de la película es prueba de ello, una mezcla que hace referencias al cine de terror de bajo presupuesto hecho en México en la década de los 70, al cine de la productora británica Hammer, etc. Sin embargo ese cambio de tonalidad de el road-movie a lo Natural Born Killers a los vampiros mexicanos es lo que termina dividiendo a la gente. Yo, obviamente fanático, creo que funciona, incluso lo veo como un paralelismo a lo que es la experiencia televisiva de ese momento. Es como ver una película en cable, que va bien, pero por cuestiones de humor o aburrimiento, le cambias al canal y terminas viendo otra cosa que también te gusta.








Angry Cockroaches / After Dark [de la banda sonora de From Dusk Till Dawn, escrita por Tito Larriva e interpretada por Tito & Tarantula]

From Dusk Till Dawn fue el primer papel protagónico de George Clooney, quien venía de la serie E.R. quien aparecería en las películas de Spy Kids posteriormente. Igualmente volvemos a ver caras familiares en el cine de Rodríguez como Salma Hayek y Danny Trejo. Igualmente comienza la colaboración con KNB EFX Group (Gregory Nicotero, Howard Berger y Robert Kurtzman) expertos en maquillaje quienes ya habína trabajdo con Tarantino en Pulp Fiction y tambien son los responsables de efectos de maquillaje en una cantidad inmensa de películas.

Musicalmente hablando la película, como cabe esperar, es una mezcla inaudita con una predominancia por el rock y el blues de origen tejano. Artistas como ZZ Top, Stevie Ray Vaughan y Jimmie Vaughan. Y por supuesto repitiendo y agregando el sabor Tex-mex están Tito & Tarantula que contribuyen con varias canciones, siendo After Dark la más memorable por acompañar la escena de baile de una Salma Hayek impresionante.








From Dusk TIll Dawn Suite: Aquí Vamos - La Cena está Servida - Los Muertos se levantan - Duelo a la mexicana - Amor de Hermanos - El ataque de Sex Machine - Murcielagos - Cazadores de Vampiros [de la banda sonora de From Dusk Till Dawn, escrita por Graeme Revell]

Y esta es también la primera vez que una película de Robert Rodriguez cuenta con un score más tradicional, el encargado del mismo fue el compositor neozelandés, Graeme Revell quien aparte de ser uno de los fundadores de la banda pionera de música industrial SPK, también es representante de la nueva escuela de música de cine de la que también forman parte Danny Elfman, Hans Zimmer, etc. Ravell ha trabajado para infinidad de directores en una diversidad de géneros. Uno de sus mejores trabajos, y uno de los más recordados, es para la película The Crow (1994) de Alex Proyas.

Revell se convertiría más tarde en uno de los colaboradores habituales de Rodriguez, muchas veces compartiendo con este las labores de músico.

El score de Revell esta basado en voces disonantes que evocan la naturaleza diabólica de los vampiros, sin embargo y como una novedad la música carece de las texturas electrónicas por las que realmente es conocido Revell, es por eso que el resultado final es una música bastante convencional dentro del genero del terror.

Hasta ahora las tareas de músico que ha desempeñado Robert Rodríguez han sido única y exclusivamente en las películas que ha dirigido, con la notable excepción de su participación en la banda sonora de la segunda parte de Kill Bill de su socio y amigo Tarantino.








Kill Bill Vol.2 Suite: El Solitario Trailer de Budd - El Duro Entrenamiento de Pai Mei - ¿Me veo bonita? - Pasos de Furia [de la banda sonora de Kill Bill Vol.2, escrita por Robert Rodriguez]

Tarantino es conocido por poblar sus películas de música sacada de otras películas y de canciones oscuras y poco conocidas. Sin embargo la segunda parte de su oda al cine de kung fu tiene la particularidad de tener música original compuesta por Rodríguez, música que incluye una versión de una canción tradicional mexicana con un toque rock chicano cortesía de la banda Chingon, de la que Rodríguez forma parte como guitarrista.








Malagueña Salerosa [de la banda sonora de Kill Bill Vol.2, autoría atribuida a Elpidio Ramírez y Pedro Galindo, versión por Robert Rodriguez]


Grindhouse (2007) viene a reunir a Robert Rodríguez y Quentin Tarantino nuevamente en lo que será un proyecto que guarda una cercana relación con From Dusk TIll Dawn, especialmente si se considera la intención profesa de los dos directores de homenajear ese cine de muy bajo presupuesto que tuvo su apogeo durante los años 70, donde lo más destacado de las películas era su violencia gratuita, sus escenas de sexo y lo imposible de sus argumentos.

Pero más que al tipo de películas que se cobijan bajo esa etiqueta del 'grindhouse' los directores quisieron homenajear a la experiencia misma de ir a esos cines de barrio donde por una muy barata entrada podía disfrutar de dos películas imposibles.

La experiencia incluye además la presentación de los trailers, típicos en estas funciones dobles, para películas que en su momento no existían, digo en su momento porque el trailer de 'Machete' finalmente se convirtió en una película que terminó dirigiendo Robert Rodríguez y que se estrenó este año.

El resto de los trailers fueron dirigidos por los no menos interesantes: Rob Zombie, con su 'Werewolf Women of the SS" una endiablada carta de amor al cine de naziexploitation y al euro trash más duro y puro con referencias claras y descaradas a directores como Jess Franco y Joe D'Amato; Eli Roth por su parte se sacó de la manga 'Thanksgiving', un slasher sobre un asesino que ataca en el día de Acción de Gracias que no es otra cosa que un intento de emular a esas películas de la edad de oro del slasher americano de la que Halloween de John Carpenter es la reina absoluta, sin embargo el trailer de Roth juega más con un imaginario cercano a los clones de Halloween y a otras películas menos conocidas, me recordó a películas como Black Christmas (1974) de Bob Clark y Silent Night, Deadly Night (1984) de Charles E. Sellier Jr. Por último está el trailer de Edgar Wright, 'Don't' claro tributo al cine británico de horror representado, particularmente, por los estudios Hammer.

En cuanto a las atracciones principales tenemos a Robert Rodríguez con su Planet Terror que es una mezcla entre Escape de Nueva York (1981) de John Carpenter, y la larga cadena de clones italianos que le siguieron, así como el cine zombie de Romero y sus secuelas oficiales y 'no oficiales' [Return of the Living Dead (1985), de Dan O'Bannon].

Por su parte Tarantino y su Death Proof intenta ser otra entrada en el género slasher. Digo intenta porque finalmente el segmento de Tarantino es el más dificil de digerir y no porque sea malo, de hecho mientras más lo ves más cosas descubres. El problema, para mi, es que existe una desconexión entre los dos segmentos, sobre todo en la aparente intencionalidad.








You Belong To Me [de la banda sonora de Planet Terror, escrita por Pee Wee King, Chilton Price y Redd Stewart e interpretada por Rose McGowan]

Mientras Robert Rodríguez homenajea todo el cine que le gusta y se divierte en el intento, la película es imposible de tomar en serio y quizás ese sea su encanto, el segmento de Tarantino comienza de la misma manera pero a medida que avanza se va "enseriando" inexplicablemente. Incluso en el aspecto visual la película es totalmente distinta a la de Rodríguez, quien se las ingenió para emular incluso el aspecto roído y desgastado de las películas grindhouse, producto del descuido en cuanto a su conservación y resultado de las multiples veces que la película se proyectó de cine a cine, cosa totalmente normal con ese tipo de películas en esa época. La película de Tarantino comienza también emulando a un celuloide dañado por el tiempo pero al final la película es un intento serio y sincero de sencillamente hacer una película de tipo grindhouse y no sencillamente parodiarlo u homenajearlo. Quizás por eso la película pasó como un intento irregular por parte de Tarantino.

En cambio Robert Rodríguez demuestra que ha mejorado tanto como director como en la parte de la escritura de guiones, increíblemente y exceptuando su adaptación de Sin City la novela gráfica de Frank Miller, Planet Terror es el guión más redondo de Rodríguez. A pesar de que sigue teniendo esas características propias de sus anteriores guiones (como la cantidad exagerada de personajes) en este Rodríguez se las arregla para darle a cada una de sus subtramas un comienzo y final satisfactorio.








Planet Terror Suite: Creditos - Doc Block - Me Perteneces - Baila Baila Llora Llora - Talento Inútil #32 - Su Receta...el Dolor - Cherry Darling - Asalto en la Comisaria - De 0 a 50 en 4 [Musica compuesta por Robert Rodriguez y Graeme Revell]

Pero donde creo que finalmente Rodríguez se luce es en el apartado musical. En un principio Rodríguez quería que el mismísimo John Carpenter compusiera la música de Planet Terror, algo totalmente lógico dado lo mucho que le debe la película al cine de acción de Carpenter, pero al mismo tiempo parecía algo innecesario, porque una de las cosas que ha caracterizado precisamente a Rodríguez es su independencia, así que confiarle la música a Carpenter por muy lógico no parecía práctico, finalmente Carpenter paso de hacer la música, y Rodríguez terminó por componer el mismo la música.

Pero no lo hizo solo, si bien el corazón temático de Planet Terror es totalmente autoría de Rodríguez algunas composiciones contaron con la mano del ya regular del director, Graeme Revell. El resultado es de lejos una de las mejores bandas sonoras de Rodríguez quien a la vez se la ingenió para que sonara precisamente a ese Carpenter de Escape From New York, pero con alma propia.


Entre los ya carácterísticos sonidos de rock chicano (Chingón también contribuye a la música) podemos escuchar texturas electrónicas que parecen sacadas de cualquier película de ciencia ficción de bajo presupuesto de los años 80. Es una cuestión de escuchar para creer (y disfrutar) porque además de ejecutar su típico sonido Rodríguez se aventura a probar nuevos estilos como el blues. De igual manera varios de los protagonistas de la película participan de una u otra forma en la banda sonora, con especial mención de Rose McGowan quien canta algunos temas dedicados a su personaje, la ya mítica Cherry Darling.








El Baile Mortal de Cherry Darling [Musica compuesta por Robert Rodriguez e interpretada por Chingon]

En la próxima parte: Una(s) para niños, Frank Miller y esos maestros.