Por: Andrea C. López L.
Colaboraciones
La presencia de cineclubes, salas alternativas y cines de barrio en nuestro país, tuvo su primer gran apogeo durante la década de los sesentas.
Empapados del espíritu revolucionario cubano y del acceso a las entonces nuevas tecnologías cinematográficas (super 8 y 16mm), algunos cineastas y cinéfilos se embarcaron en la tarea de hacer documentales y exhibirlos. Existían además cine clubes en varias facultades de la Universidad Central de Venezuela y en zonas populares. Lo mismo ocurría en Mérida; éstos cines tenían una orientación política.
La década de los sesentas y sus cines de barrio fueron gérmen del primer gran boom del cine venezolano una década después. Realizadores como Jesús Enrique Guédez, Ugo Ulive, Franca Donda y Josefina Jordán; producían y exhibían sus películas en zonas populares y articulaban también exhibiciones de cine de autor. Vale decir que hasta crearon un gremio y lucharon por una ley de cine. De alguna manera, estos documentalistas fueron formando un público desde su propia visibilidad que, según una apreciación muy personal, coadyuvó a la formación de los cineastas venezolanos de los setentas y al éxito y la popularidad de sus filmes.
Por su parte, las salas de exhibición y difusión comerciales, tenían un funcionamiento ditinto al actual. En primer lugar, varios de sus edificios o teatros, podían hallarse en diversas zonas de ciudades como Caracas. En el centro, por mencionar un ejemplo, estaban el Baralt, Urdaneta, Ayacucho, Principal, y tantos otros. Las carteleras eran sumamente variadas, además de las películas de hollywood se incluían films europeos, norteamericanos serie B, y hasta porno (Urdaneta). Hoy día, como sabemos, y tras un largo sendero (casi 40 años); el negocio de las salas se monopolizó, se cerraron o vendieron las salas; y la oferta, bastante homogénea (gringa mal), se exhibe casi exclusivamente en los carcelarios espacios de los centros comerciales. El concepto de ciudadanía cambió en Caracas, ir al cine no es hoy trasladarse por la ciudad (a pie) para ver una buena película; sino ir “guillao” a encerrarse en un mall para huir de la ciudad, de su caos, de su violencia y de su “inseguridad”.
Un nuevo aire revolucionario ha puesto sobre el tapete la discusión acerca de la pertinencia de los cines de barrio. Empresas pequeñas de distribución y exhibición comercial como Gran Cine, por su parte, han tomado inciativas como la de los cines itinerantes, para llevar sus películas a zonas populares.
Como no soy una experta en el tema, y para no extenderme demasiado; hablaré desde las experiencias más cercanas.
En el año 2003, emprendí con algunos compañeros de la Universidad, la iniciativa de tener un cine club en la parroquia “La Vega”. La infraestructura y sede la pusieron organizaciones sociales de la parroquia dedicados a otras áreas culturales y educacionales; nosotros sólo éramos encargados de crear y exhibir la programación, así como de armar el cine foro. La experiencia fue muy positiva pero rápidamente culminó debido a diversos factores. En primer lugar, el de la “seguridad”. Muchos de los habitantes de La Vega trabajaban todo el día, llegaban a sus casas tras mucha escalera o jeep que tomar y después de las diez de la noche les era arriesgado salir por el toque implementado por los “azotes”. Es decir, aunque la gente difrutara ver una película y comentarla, sus condiciones de vida le impedían hacerlo de manera regular. Por otra parte, el bombillo del video beam se quemó y entre todo el colectivo no pudimos pagar su costo.
Posteriormente, hubo una iniciativa de crear un cine club en un barrio de Vargas con una cooperativa que estaba haciendo trabajos de infraestructura. La gente acudió entusiasmada y pedían películas para niños. Sin embargo, pronto la cooperativa se quedó sin presupuesto y el cine club, murió.
Más tarde asistí a una función del Cine Club La Vega, que además de tener su sede en “Las Casitas”; también exhibe en otros barrios. En esa oportunidad, Marcelo Andrade exhibió su documental y después de la función fue mucha la gente que se acercó a pedir reivindicaciones sociales prioritarias para ellos como canalización de aguas negras, servicios de recolección de basura, de agua, transporte, vialidad, vivienda, etc.
En fin, el Estado venezolano ha abierto algunas sedes de la Cinemateca nacional en el interior pero su alcance sigue siendo muy limitado. Por otra parte, se ha subsidiado de manera irregular la actividad de los cineclubistas. Se han organizado muestras de festivales de cines alternativos en espacios como Tiuna El Fuerte “El Valle”, en zonas rurales del interior del país; pero esto no se hace de manera sistemática y es insuficiente su difusión.
En resumidas cuentas, creo que es fundamental la existencia de cines de barrio y es evidente que algo se ha intentado al respecto; pero su consecuencia depende de organizaciones comprometidas a mantenerlas; y sobre todo, de la mejora de las condiciones de vida de un público que hoy por hoy, debido a su situación, se ha acostumbrado al mercado del DVD en casa.
Es interesante Andrea, lo que dices sobre los "aires revolucionarios", pero más que interesante, frustrante, es que esta Revolución no termine de dar el apoyo logístico necesario a una experiencia tan importante como el cine, sobre todo si es popular y sobre todo si se hace en las barriadas.
ResponderEliminarNunca entenderé cómo, por ejemplo, las autoridades encargadas de negociar la exhibición de filmes extranjeros -Amazonia o Cinemateca Nacional- no traigan en el acto filmes importantes que tocan temas latinoamericanos, que tienen que ver con nosotros.
Por ejemplo, sería interesante que el díptico sobre el Che Guevara "El Argentino" y "Guerrilla" de Soderberg -yo las he visto pirateadas- se proyectara no sólo en las salas del circuito comercial, sino que se hiciera llegar -más allá de los canales de la piratería- a exhibiciones públicas en barriadas y pueblos del país. Y esto es sólo un ejemplo. Podría ser con cualquier película importante.
La experiencia del cine es tanto individual como colectiva; imagino el impacto que algo como esto produciría en exhibiciones en barriadas y no puedo evitar frustrarme ante lo estático de la cultura en este proceso.
Saludos.
Pues sí Giulliano, coincido contigo. No he visto aún las pelis de Soderbeg; en todo caso creo que no es fácil llevar cine "revolucionario" a las masas de las barriadas cuando no se hace más nada revolucionario. Es decir, si tu presentas en Antímano, por poner un ejemplo, una peli sobre el Ché pero el barrio se está cayendo (literalmente se cayeron unos cuantos en el 2007) pues la gente se arrecha porque lo aprecia solo como propaganda. O sea, le sparece chido el Ché, pero y mi casa ¿qué?, la educación de mis hijos ¿qué?, el servicio de agua ¿qué?
ResponderEliminarAhora, si estas pelis se venden piratas es porque hay un público dispuesto a verlas.
Como te digo no soy una experta en el tema y como ves mis experiencias fueron bastante frustrantes. El internet y el DVD también hacen que la gente prefiera tener acceso desde su casa, muchas veces con tele plasma y home teather...
Incluso ocurre con la clase media. Olvidé mencionar la valiosa experencia que fue la exhibición de cortos y trabajos de todo tipo en la Concha Acústica, organizada por Hernán Jabes. Yo asistí al menos a tres exhibiciones y tenía su público, y se exhibían muchas cosas...pero, igualmente desconozco si esto tuvo alguna continuidad.
Por otra parte, como revela Jackson Gutiérrez en el docu de Sergio, el pueblo prefiere gastarse 5 mil en un video pirata que ve en su casa, que pagar 10 mil o más en una sala de cine. En este sentido el cine de barrio se plantea como algo gratuito que necesitaría algún tipo de subsidio... en fin, no sé qué tan viable sea esto en un país donde el gasto público es cada vez más grande y son tantas las necesidades que atender.
ResponderEliminarJustamente, tiene que ser una actividad subsidiada. Si no, resulta inviable. Yo incluso apostaría por la distribución gratuita de ciertas películas, desde luego tomando en cuenta variedad de temas y pluralidad en la selección del material. La verdadera llave del asunto estaría en hacerle llegar a la gente la película, que exista la posibilidad real de que la tengan en su poder y la vean. Frente a mi casa un tipo vende las copias quemadas -de excelente calidad- en BF 2. ¡Imagínate esa vaina! Creo que termina saliendo más barato y todo, sacas un montón de copias y las distribuyes, o las distribuyes a los comités y que estos se encarguen de organizar la exhibición. No lo sé, quizás que la gente haga un aporte voluntario, es decir, que paguen lo que quieran o puedan para contribuir a que se sostenga el asunto.
ResponderEliminarPor otro lado...
Entiendo perfectamente lo que dices sobre la propaganda vs. la realidad.
Resulta que aún a Chávez no le cuadra -aunque se la pasa sacando numeritos con un lápiz en Aló Presidente- que tres millones de personas que votaron por él -de siete, por redondear, en el referendo presidencial- dejaron de hacerlo para la Reforma Constitucional del 2007... él sigue convencido -al menos de la boca para afuera- de que la gente se fue a la playita o que se "confiaron" en el triunfo de la maquinaria roja, cuando lo que sucede es que hay mucha decepción e impotencia acumulada. Aún la gente lo apoya pero ya no está dispuesta a hacerle todas las concesiones que él desee y justamente porque la realidad golpea, y duro.
Un abrazo.
Hey Andrea.
ResponderEliminarInteresante artículo, como todo lo que escribes.
Yo en mi época de UCVista siempre fui cine clubista, y por eso del fenómeno del cine club me toca muy personalmente, y al igual que tu, pienso que todo lo que paso en los 70 con los directores que mencionas y en general con la gente del cine urgente, fue sumamente interesante. Un gran movimiento cultural tanto de realización, como de crítica cinematográfica. Gente de verdad talentosa que entendía el cine como una herramienta política para el avance de nuestra cultura.
Casualmente por estos días estoy haciendo un documental sobre la inauguración de salas comunitarias en diferentes zonas del país, y he tenido muy presente el trabajo de toda la gente que mencionas, este audiovisual lo estoy realizando con la gente de la cinemateca nacional, y me he enterado, en primera fila, de que hay todo un proyecto, bastante interesante para acercar al hecho cinematográfico –a pesar de que las salas en video- a la gente de las comunidades, tanto de la capital como del interior- y te digo, de corazón me parece que es un muy buen proyecto y la gente –tanto los que organizan como los espectadores- se sienten muy contentos y esperanzados.
Yo creo que poco a poco se afianzan los lazos de la cultura cinematográfica y la gente.
O eso quiero creer en este momento de mi vida.
Pues Sergio, eso me parece estupendo...ojalá tenga continuidad.
ResponderEliminarUn abrazo, A.
saludos cordiales, Andrea, no se si la concoes, pero te invito a ver la película "El Cineclub", de Francisco Gózon, con cámara de Angel Palcios. montaje de Armando Silva, y participación de una veintena de técnicos y personal artístico, que hoy en día son profesionales de nuestro medio. Muchos de ellos conemzaron sus pasos en el cine en esa película, se las recomiendo, y aqui les dejo un enlace para verla:
ResponderEliminarhttp://elperroandaluz101.blogspot.com/2007/08/el-cine-club-una-pelcula-de-francisco.html
Jesús,
ResponderEliminarla peli se ve muy interesante, pero cuando la quiero descargar me dice que está en Quick time, y no puedo hacerlo porque tengo un PC. ¿Cómo puedo convertirlo?
Hola Andrea, descarga el Quicktime time gratis, de una página como www.versiontracker.com
ResponderEliminaro descarga el software gratuito Mpegstreamclip, un conversor universal
Saludos y suerte