miércoles, 1 de abril de 2009

Como decía Xuxa: "Ya es la hora, ya es la hora"

Vivir en Venezuela se ha vuelto una tarea difícil. A veces agobia. Todo se ha convertido en un acto político. Prender la televisión, escuchar la radio. Socializar, incluso. Ya no importa que usted no quiera involucrarse, ya no importa que no quiera formar parte de la locura partidista de ningún bando. Se está involucrado, quiérase o no. Da igual que sea escritor, cineasta o panadero. Todo gira alrededor de la política. Y en cualquier reunión se intentará al menos llevarle hacia una conversación en la que tendrá que tomar partido.

La polarización es innegable e infalible. No importa si usted se resiste. Será clasificado, colocado en uno u otro lado, y vendrán los ataques. Sólo tiene que abrir la boca. Estamos en guerra, aunque no llevemos uniformes.

Elizabeth Fuentes y Nelson Bocaranda, periodistas venezolanos, comentaron ayer en su programa radial, Juntos pero no revueltos, un artículo de Héctor Soto, Ministro de la Cultura, donde éste expone el problema de la exhibición del cine venezolano en nuestro país. Los dos periodistas concluyen, como respuesta a la posición del ministro, que en Venezuela se hacen "cuatro películas malísimas". Hoy Blogacine, el blog del cineasta y periodista Carlos Caridad Montero, publica una excelente nota en la que se pueden conocer los pormenores del asunto y los puntos de vista de los involucrados.

Después de leer el artículo de Carlos me doy cuenta que la herramienta de la polarización es siempre el desprestigio. Si usted es venezolano, no importa su preparación o la calidad de su trabajo, usted será buen o mal cineasta, buen o mal escritor, dependiendo de la polarización. Del bando que le agarre. Y tenga cuidado, porque hay casos en que a uno le agarran los dos.

Yo veo películas venezolanas Sr. Bocaranda. Y como en todo, hay buenas y hay malas. Una generalización de ese calibre, afirmar que en Venezuela se hacen "Cuatro malas películas", genera en mi mente muchos epítetos. Pero me los reservo. Sólo puedo decir, en aras de la objetividad, que resulta obvio que usted no ha visto cine venezolano últimamente. Ni ha contado el número de películas que han salido. Usted está desinformado. Mala estrategia para un periodista.

Por otro lado, yo no soy imperialista señor ministro. Me gustan las películas por lo que son, por sus temas, por la manera en que son tratadas, no por su origen. Los problemas de exhibición de nuestro cine no son el resultado de cintas capitalistas que llegan a nuestros tierras a lavarnos el cerebro o a vendernos cosas. Son el resultado de malas políticas de promoción y distribución. Así de sencillo.

Entiendo que asumir la postura que expresa este post es también un acto de política. Pero al menos creo que prescindir del desprestigio vísceral y partidista, puede llevarnos a entablar acuerdos y alcanzar logros. La gente no va al cine a condenar una película de la Villa por ser de la Villa, ni a reverenciar las bondades neoliberales de un sistema. Va a ver la película. Ya es hora que se vayan dando cuenta. Muchos ya lo han hecho.

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