lunes, 22 de agosto de 2011

ÉL (Luis Buñuel, 1953)

Por: Andrea López

Siempre y por diversas circunstancias he vuelto a ver la obra de Luis Buñuel .  Sin proponérmelo, he seguido sus pasos y, si bien es cierto que no simpatizo con toda su obra, la cual es bastante prolífica, cada vez admiro más su filmografía mexicana pues en mi opinión, ésta capitaliza su convicción surrealista. 

Amado por unos y odiado por quienes guiados por un nacionalismo pendenciero, han acusado al español de ser un artista mediocre que terminó en estas tierras latinoamericanas; Buñuel realzó la cinematografía mexicana (junto al afamado director El Indio Fernández) durante el oscuro período del churro.  Y esto lo logró no sólo porque, tal como diría en sus memorias, el contexto aúnaba más disparate a su ya poco racional precepto surrealista; sino también porque a diferencia de sus filmes franceses, los personajes parecen ser mucho más ricos en dimensión y complejidad.  Quizá algo tenga que ver en esto el también español y exilado en México Luis Alcoriza , colaborador del calandés y autor de más de ochenta y cinco títulos.  Lo cierto es que películas como Él , Los Olvidados , El Ángel Exterminador , Susana, la perversa  –la cual espero comentar alguna vez pues ha sido todo un descubrimiento- y Subida al cielo ,  también retratan muy bien el México profundo a través de la psicología de una amplia gama de personajes.

De manera que las líneas siguientes las dedicaré a Él, película que aborda el arquetipo del macho celópata y violento, magistralmente interpretado por Arturo de Córdova , basada en la novela de Mercedes Pinto y cuya adaptación corrió por cuenta de Buñuel y Luis Alcoriza; este último también co-autor del guión de El Ángel Exterminador y Los Olvidados.


Delia Garcés en el rol de Gloria,
durante su luna de miel
La película no tiene una estructura líneal aunque posiblemente sí fue escrita linealmente en un primer momento; y está narrada bajo el punto de vista de Gloria (Delia Garcés ), una argentina que, a punto de casarse, es acosada por Francisco, un hombre encantador, religioso, conservador y adinerado que en su progresión dramática va mostrando su verdadero y degenerado carácter.  De hecho, como primera conclusión, podríamos afirmar que Francisco es de esos protagonistas cuyo arco dramático parte del estar bien a terminar muy mal.  Sin embargo, la humanidad de su carácter violento va develándose poco a poco a través de características que hoy día son "de librito", como las escenas de celos la primera noche de bodas y durante la luna de miel; pero también a través de situaciones cargadas de mucho simbolismo.  

Tal es el caso de la fijación fetiche de Francisco con los zapatos y los pies,  detalle que aparece por primera vez al inicio del filme, cuando el personaje nos es presentado en la iglesia durante la ceremonia cristiana del lavado de pies a los feligreses, y su mirada topa con unos delicados zapatos que lo llevan a alzar su mirada y encontrar al objeto de su deseo: Gloria.  Este detalle, aúna valor al subtexto del filme, es decir, a la condición puritana y reprimida de Francisco, y se repite al menos dos veces más:  Cuando previo a la escena de celos en el hotel, arregla con sumo cuidado los zapatos de Gloria en el clóset; y después hacia el mid point cuando, muy molesto con ella, se le cae un cubierto al piso, observa los zapatos en sus pies y le da un repentino ataque de amor.
 
En el campanario
La neurosis obsesiva de Francisco es también evidente en el planteamiento, cuando sigue a Gloria y se da cuenta de que es la pareja de su amigo Raúl.   Simulando no estar enterado, trama entonces una invitación casual a su casa en la que la seduce.  Su carácter apasionado y posesivo (que no amoroso), impositivo e inseguro, es muy claro en varios de sus diálogos: No creo en el amor preparado, en ese que según dicen nace con el trato.  El amor verdadero surge de improviso, bruscamente, cuando un hombre y una mujer comprenden que de ningún modo podrán separarse. -¿Y si esa mujer no te quisiera?- pregunta el Padre, a lo que Francisco responde alzando la voz: Tendría que quererme.  Más tarde, en la luna de miel y a punto de consumar el acto sexual dirá a Gloria: No me mientas, sé que no he sido el primero y que piensas en Raúl. Él es más joven, imagino que te habrá acariciado y aún besado, aunque sé que Raúl no fue el primero

Arturo de Córdova
Sus rasgos ególatras y egoístas están plasmados en una secuencia que refuerza el conservadurismo de Francisco desde su tierra de origen: Guanajuato.  Esta ciudad, bastante medioeval, se caracteriza por ser un lugar donde al día de hoy las mujeres son condenadas a veinte años de prisión bajo cargo de homicidio calificado por abortar, aún cuando dicha concepción sea el producto de una violación.  De manera que, el hecho de que Francisco sea de Guanajuato, tampoco es algo casual.  Estando con Gloria en un mirador, le dice: Me gusta la altura porque vistas desde arriba las cosas parecen puras y limpias.  A su puritanismo conservador, sigue el diálogo que evidencia su linaje de alcurnia: Mi abuelo fue injustamente desposeído, pero si hay justicia en la tierra, estas propiedades volverán a ser mías.  Éste diálogo refuerza su resentimiento de clase pues sugiere que las tierras de sus ancestros fueron arrebatadas durante la revolución.  Debo decir que este arquetipo del hacendado despojado también lo hallamos en Subida al Cielo, aunque con otro cariz. 

Los episodios paranoides son también muy recurrentes y el más relevante es quizá, el que más se repite a medida que avanza su enfermedad:  la fantasía de que es el hazmerreír de la gente. 

Pero más allá de la compleja construcción del personaje de Francisco, una de las cosas que más me gusta de esta película y que le confiere mucha verosimilitud a la historia, es la construcción de los personajes secundarios que son, finalmente, quiénes representan a la sociedad que crea y protege a este monstruo llamado Él.   Son especialmente relevantes Pablo, el criado, de quien al inicio se sugiere ha intentado violar a la mucama, y a quien Francisco reprende con un regaño mientras a la víctima, es decir, a la criada, la echa de la casa.  Pablo simboliza la permisividad y el premio al macho transgresor.  Otros personajes de gran relevancia son el Padre, que simboliza a la Iglesia como institución y que en todo momento defiende a Francisco mientras ve a Gloria como una mujer de poco recato; y la madre de Gloria, que representa a la familia y que también se pone de parte de Francisco por ser éste un hombre de dinero y finas costumbres.  

Luis Buñuel
Finalmente, y como para que la película no quedara maniquea y poco equilibrada, también se evidencia (aunque de modo mucho más solapado) la enfermedad de Gloria.  El filme sugiere que ella dejó a Raúl, deslumbrada por la casa y refinamientos de Francisco y que avanzada ya su relación, le es muy difícil dejarlo: Le tengo una gran compasión, estoy convencida de que en el fondo me quiere (…) además le tengo miedo, mucho miedo.

El final da para pensar; sin embargo, no lo contaré pues varias veces se me ha acusado (y con toda la razón) de poner spoilers en mis post.  Así que espero dejar a ustedes la inquietud de verla y consultarla, pues sin duda, tanto para los interesados en dramaturgia como para los investigadores de violencia de género, Él constituye una referencia obligada. Por supuesto, es posible que la mirada de Buñuel hoy se quede corta pues los machos transgresores del México actual, lejos de ser menos agresivos, son mucho más violentos.  Para muestra los feminicidios de Juárez o del Estado de México.  


Para ver una parte, pincha AQUÍ 

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