miércoles, 29 de febrero de 2012

ENTREVISTA A JULIÁN BALAM

Por Sergio Marcano.


En un país que al menos hasta el momento, nunca demostró un particular afecto por la realización de historias enmarcadas en la mayoría de las vertientes de los géneros cinematográficos. Julián Balam, un novel cineasta, se atrevió a transitar la árida ruta de estas narrativas con un proyecto que bebe a partes iguales del thriller psicológico y de suspenso. Algo no distinto, de los muchos casos de cineastas guerrilla de estas fronteras, no ser porque el proyecto provisionalmente titulado: “Gaspar Mendoza”, logro conquistar el financiamiento estatal de “La Villa del Cine”, con la efectividad y solidez de su propuesta.

Un hecho notorio y sin duda novedoso bajo este sol tropical, y que, siendo muy esperanzados y positivos, incluso podría hacernos pensar que el cine venezolano esta enfrentando verdaderos vientos de cambios, y hasta tal vez nuevas maneras de entenderse a si mismo.

Un hecho que nos impulsa a realizar esta entrevista para que todos los lectores interesados conozcan un poco de este apetecible proyecto de factura nacional.

NOTA:

Todas las fotografías son

cortesía de Alexis Pérez Luna.




Cuéntanos un poco de qué trata tu ópera prima.

Gaspar Mendoza es un hombre que ha sepultado su pasado como soldado durante la Guerra Federal; ha tratado de forjarse para sí y para su familia un hogar respetable a pesar de lo difícil del contexto que les rodea, lleno de viejas rencillas, alzamientos permanentes y limitaciones materiales extremas.

Su hija, María Eugenia, comienza a tener terribles pesadillas relacionadas con la guerra y esto mantiene en constante tensión a la familia, que no se explica el por qué de los sueños. Atribuyendo las pesadillas a haberse distanciado de la iglesia y de Dios, Mercedes, la madre de la muchacha, impone a Gaspar la necesidad de bautizarla, algo que él ha evitado desde el nacimiento de la niña. Gaspar termina por aceptar y el día del bautizo aparece un misterioso niño que terminará de alterar la “normalidad” de esa casa.

Me gustaría agregar que es una historia clásica, la del hombre que trata de enterrar el pasado pero no lo logra, a pesar de todos sus esfuerzos por redimirse. Una cosa que me interesó desde el principio fue la posibilidad de contar esta historia en un contexto nuestro y además de época, que no es cualquiera sino aquella que correspondió a la última guerra que vivió nuestro país, la Guerra Federal, una verdadera catástrofe para una Venezuela rural, endeudada y empobrecida, que apenas comenzaba a recuperarse del otro gran seísmo de nuestro siglo XIX, la Guerra de Independencia. Para una historia de suspenso, un período de post-guerra es el escenario perfecto para abordar traumas colectivos e individuales de todo tipo, principalmente aquellos relacionados a la ética, a la vida y a la muerte y al valor que una sociedad determinada le da a estos conceptos. También toca lo ético en cuanto a lo que se hizo y a lo que se dejó de hacer durante la contienda y a las consecuencias de esos actos, que en el caso de esta película, corresponden al terreno de lo sobrenatural.


¿Cuáles serian los referentes audiovisuales que te influencian narrativa y visualmente para hacer la película?

Si mi respuesta fuese muy corta diría títulos; el Drácula, de Coppola, es una de mis favoritas pero otras películas como Los Inocentes, de Jack Clayton, o La Profecía, de Richard Donner, me han inspirado mucho. La cosa es que a mí siempre me han gustado las películas de terror clásicas, como las de la época de oro de la Universal, o las de la Hammer, aquella gran productora inglesa que se dedicó a rehacer grandes obras como Drácula –con Christopher Lee y Peter Cushing- o La maldición del Hombre Lobo –con Oliver Reed- además de innumerables películas sobre todo de ambientación gótica, algunas con mejores resultados que otras. También recuerdo aquella serie de películas basadas en relatos de Edgar Allan Poe, La tumba de Ligeia, La caída de la Casa Usher, producidas por Roger Corman y protagonizadas por Vincent Price, que tenían la etiqueta del bajo presupuesto pegada en la frente pero eran a la vez eran muy creativas a nivel técnico y estético. Recuerdo haberlas visto todas en el canal 8, en los 80. Pienso que todas aquellas películas tenían una magia particular; un uso ingenioso de los estudios, de la fotografía y la puesta en escena en general, juntando todos los elementos para generar la atmósfera del terror.

En Gaspar Mendoza, la cosa va por ahí, generar atmósferas de inquietud y perturbación, más que de shock ante determinado efecto visual o sonoro. En cierto modo es la esencia del gótico y el espíritu de esta película persigue acercarse a esta esencia, derivada de la novela gótica con sus espacios característicos –viejos castillos, abadías y cementerios- que logran introducirnos a un mundo de penumbras e incertidumbre. No hay nada más perturbador que extraviar nuestra racionalidad dentro de otra lógica, tratar de encontrarle sentido y de ajustarnos a un mundo desconocido, sentirnos un poco como Jonathan Harker cuando llega al castillo del Conde Drácula.


¿Qué nos puedes decir acerca del presupuesto de la película?

El manejar un presupuesto bajo obliga a cada departamento a dar lo mejor de sí en lapsos de tiempo a veces apretados y sin tenerlo todo a la mano; sin embargo, y tratándose de una película de estas características, creo que hemos ido corriendo a la velocidad exigida. Lo que más nos ha retrasado ha sido el clima, pues resulta que ahora en Guarenas hace frío como si fuera la Colonia Tovar, y la lluvia nos ha hecho perder un par de semanas. En cuanto al personal técnico, todos han trabajado con entrega desde el primer día y eso es algo que me llena de orgullo porque no solamente he encontrado camaradería y mucho apoyo, sino que sé los sacrificios que a veces tienen que hacer para darme una o dos horas para tal o cual toma, bajo condiciones que a veces son muy difíciles.


¿Es posible adaptar los conceptos del género a nuestro contexto cultural? Es decir, ¿Es posible hacer suspenso, horror, terror, ciencia ficción, en Venezuela? ¿En Latinoamérica?

Por supuesto que sí. No me cabe la menor duda. Es difícil imaginarse que todavía hoy algunos de nuestros cineastas se resistan a hacer género –aunque afortunadamente esto está cambiando- por considerar que eso va en detrimento de la libertad creativa. Me atrevería a decirte que para hacer una película de cualquier género lo importante es la conceptualización de la película; si el concepto está claro de entrada sabes lo que puedes y no puedes hacer, aún tratándose de una película de género, terror, policial, de extraterrestres o lo que sea. En el caso de Gaspar, se ha hablado de “película de bajo presupuesto” cuando en realidad lo es parcialmente. Se trata de una película de suspenso, con elementos de terror y que además es de época. Las implicaciones de esto son, a nivel presupuestario, tremendas. La única forma de mantener una película de estas características como de “bajo presupuesto” es teniendo a la mano una plataforma como la de la Villa del Cine, u otra similar, de otro modo sería demasiado costosa y nadie se tomaría el riesgo de hacerla… ah, y si a eso agregas que el realizador es novel ni hablar. Gaspar es una película relativamente cara para nuestro contexto, pero que se puede hacer con costos controlados porque existe la Villa del Cine.

Para ampliarte un poco mi respuesta sobre género, yo pienso que se trata de una apuesta con grandes posibilidades; lo mismo que leer a un autor que te gusta, o recurrir a un género musical ó literario determinado, cada uno de nosotros responde a discursos diversos pero a la vez conocidos. El género cinematográfico permite a cualquiera relacionarse de antemano con una película. Es común escuchar en una taquilla de cine a la gente poniéndose de acuerdo sobre qué van a ver ¿Será que vemos una romántica, o de miedo, o de policías… o una venezolana? Es así como de manera cotidiana la gente se relaciona con el cine; desde luego que en su peor lado, el cine de género maneja discursos hipercodificados, que en la mayoría de los casos resultan planos, vacuos y construidos a base de clichés pero estaríamos negando algo muy concreto –y entrando en discusiones que responden más a un debate sobre la cultura- si no entendiésemos que existen enormes posibilidades de acceso al público. Además, esto no daría la espalda a un cine más personal e incluso experimental. Yo pienso que para todo hay lugar, incluso dentro de algo tan cerrado como el género.


¿Qué determina que el público venezolano responda ante determinada propuesta?

Es difícil decirlo. No creo que exista una fórmula para llevar a la gente a la sala y me atrevería a decir que nuestro público responde a elementos muy dispares; los comentarios de otras personas, la temática de la película, la promoción. A veces lamento que películas venezolanas buenas no tengan la promoción debida y terminen con cuatro gatos yéndolas a ver o rodando por ahí en DVD pirata. En todo caso, lo que creo es que habría que meterle caña a eso, a la promoción, a “vender” la película para que al menos tenga una oportunidad real y no dependa del factor boca a boca al que me refería con lo de los comentarios de otras personas. Hace falta mejorar ese aspecto.


¿Por qué crees que no se había hecho un largometraje de este género en el país hasta ahora?

Porque nuestro cine está consciente ó inconscientemente muy apegado a lo político y social. Y aunque el cine político y social es necesario, algunas personas piensan, por razones bastante equivocadas, que para hablar de un país hay que hacer propaganda o proyecciones burdas de alguna parte de esa sociedad, pretendiendo “reflejarla”, de manera, por lo general, bastante torcida. Desde luego, esta es la fórmula perfecta para hacer malas películas, que no interesan porque dan todo por sentado y no permiten al espectador reflexionar sobre sus circunstancias y sobre la complejidad que le rodea. Creo que es una piedra con la que tenemos tropezándonos varias décadas y que se ha agravado con el actual enfrentamiento político. Otra cosa es el viejo concepto del “cine de autor”, un concepto que no es malo por sí mismo pero que le ha hecho mucho daño a algunos de nuestros cineastas y por ende a nuestro cine… de repente es como querer tocar la guitarra como Jimi Hendrix pero sin saber afinarla.

El asunto es que mientras nosotros hemos pensado por años que el cine debe ser “social” para “mostrarnos”, el cine de género proyecta de manera mucho más sutil aspectos de lo que es una sociedad, sus carencias, pecados y paranoias; pensemos en el cine norteamericano de ciencia ficción de la década del 50, o el producido por los mismos EEUU durante los años 70 con aquella explosión de talentos jóvenes. En cualquiera de estos casos queda claro que el género fabula sobre elementos de la realidad y esta fabulación habla sobre los procesos y cómo esa sociedad los afronta.


¿Qué dirías que le hace falta al cine venezolano contemporáneo?

Riesgo en las temáticas y más opciones para ver.

Me parece que aunque ha habido algunos intentos de abordar otros temas, todavía falta tomar riesgos en cuanto a los temas que se tratan en las películas; creo que debe existir la posibilidad de ampliar la muestra, de conocernos más en nuestros propios gustos. Resulta que Venezuela es un país que está cambiando a un ritmo vertiginoso y esto nos asusta un poco… bueno, a mí a veces me asusta porque te vas dando cuenta de que aquello que dabas por sentado no es así, hay otra cosa, hay otras señales que te hablan de cambios profundos, que a veces no son palpables pero que vienen de forma subterránea y que a nosotros mismos, y ya digo como sociedad y como creadores, nos cuesta ver. Me parece que nuestro cine no está reflejando de manera creíble lo que está pasando, como sí sucedió en décadas pasadas. Sin embargo, creo que esto puede suceder si se abre el compás a nuevos realizadores, y te lo digo poniéndome yo mismo como ejemplo; en otros tiempos para mí habría sido imposible acceder al apoyo de un ente como la Villa del Cine para dirigir, y no es solo mi caso pues otros realizadores noveles están recibiendo el apoyo para llevar a término sus proyectos. Pero claro, esto debe crecer y dar cabida a todo aquel que tenga entre manos un proyecto bien armado, original y que haya dado muestras de capacidad en el área del audiovisual. Si esto se amplia, vamos a tener más propuestas y más cine joven hecho en el país.

Lo otro es la necesidad de que existan opciones venezolanas en las salas todo el tiempo, que la presencia de nuestras películas a la hora de pararse en la taquilla a escoger sea permanente. Este factor es vital. Si no existe ni siquiera la posibilidad de elegirlas, no hay caso.


¿A qué crees que se deba esta falta de riesgo de la que hablas?

Creo que esto está relacionado con la propia historia de nuestro cine, como te dije muy apegado a lo social y a lo político, y no es que eso sea negativo pero sí considero necesario darle un vuelco a la óptica que tenemos de esos mismos temas y a la propia visión que tenemos sobre nosotros como pueblo y como país; ahí están los resultados en taquilla para decirnos qué afecta al venezolano común que va a las salas y qué no lo hace, y aunque esto no pone punto y final, sí es un indicador sobre los intereses de nuestros espectadores. Me parece que al momento de dar el soporte económico a los proyectos se sigue siendo demasiado conservador ¡Y eso que estamos en revolución! hay como temor a dar la oportunidad a discursos diversos y creo que eso tiene mucho que ver con el temor del que te hablé, el temor a abrir el compás y darse cuenta que no todo es como se da por sentado.


¿Cómo sería un cine venezolano ideal?

Un cine que pudiese sostenerse más allá del apoyo estatal. Ojo, que no se malinterprete, ese apoyo es vital para nuestro cine y seguiremos dependiendo de él por muchos años, pero ese ideal que me pides te dibuje, pasaría por tener una plataforma que se sostenga por sí misma, lo que algunos llaman industria, aunque a mí tal vez me gustaría llamarlo de otro modo, tal vez autogestionario, no lo sé. Lo otro sería un cine de contrastes en lo temático, sería magnífico ver a todos los sectores de la sociedad expresándose cinematográficamente.


¿Se podría hablar del espectador interesado por lo criollo?

Lo primero sería definir a qué te refieres con criollo. Si quieres decir lo hecho en Venezuela, creo que son pocos los interesados en ver todo lo que se hace aquí, y no porque sean mala gente sino por un asunto de preferencias e intereses. Cada película es distinta y encuentra su público eventualmente; si no te gusta el terror no lo vas a ver ni danés, ni venezolano, si no te gusta la comedia romántica ni que la haga Julia Roberts. Simplemente no la ves. Lo que sí creo es que todo aquel venezolano que decide pagar una entrada para ver una película hecha aquí, desea ver una buena película… y ese es el asunto, debe haber cine venezolano de calidad SIEMPRE en nuestras carteleras, y no hablo de una buena película por ahí dando la batalla, no. Deben ser varias las opciones para ver y para elegir porque si no, al llegar a las salas encontramos ese panorama tan desalentador y repetido de una sola película venezolana en cartelera… o ninguna. Así las cosas, ¿Cuántas opciones tienes si una sola es venezolana y las otras cinco son norteamericanas? De ahí que insisto tanto en eso. Creo que el reciente éxito de películas como La hora cero, Una mirada al mar, El rumor de las piedras, demuestra, una vez más, que sí hay un espectador interesado por lo nacional… aunque a veces salga defraudado de la sala, nada del otro mundo si tomamos en cuenta que igual podrías salir defraudado de ver el último blockbuster norteamericano.


¿Ya tienes un próximo proyecto?

Me gustaría escribir un thriller psicológico ó un policial. Me parecen géneros interesantes, con mucho potencial para decir cosas. Insisto en aquello de exponer sin evidenciar; no creo en discursos servidos con cucharilla, ni en pastillas ideológicas, creo mejor en la capacidad del espectador para darle forma al discurso.


¿Para cuándo se estima el estreno de la película?

La Villa tiene una política bastante estricta en torno a las películas por estrenar; a estas alturas están en cola Bambi C-4, La Pura Mentira, Azú, Corpus Christi, Brecha de Silencio, Ley de Fuga, además de las coproducciones, que también tienen su ticket. Me gustaría pensar que será en el último trimestre de 2012, pero no tengo la seguridad.

5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias Vicente. Estoy muy entusiasmado y la buena vibra, como los buenos consejos, siempre ayudan a seguir. Un abrazo.

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  2. Julian!, que maravilla amigo!!!, Exitos!!!, ya quiero ver tu película!
    Una acotación, según tengo entendido, las cifras del aporte del Estado al cine es muy inferior a lo que se recauda por Fonprocine, estamos hablando de algo así como un 12% de aporte estatal y 88% por el lado de Fonprocine.
    Abrazos.

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    1. Nelcy Gil7/3/12 13:59

      Exito Julián ,ahora solo nos queda esperar pacientemente por el estreno de tu ópera prima, por lo demàs deseo que termines de disfrutar todo el proceso de rodaje.

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  3. Anónimo9/3/12 08:52

    Oye balan se ve bien fina tu película!
    Saludos

    Ricardo

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