Sobre la descomposición ética en el medio audiovisual venezolano

Por: Andrea López

Imagen del reportaje documental "Sobre trompos, cúpulas
y vuelos" del 2006

Hace mucho que padezco el abuso, por llamarlo de alguna forma, de algunos colegas venezolanos.  Sin embargo, no me había dispuesto a publicar nada acerca del tema puesto que el asunto se me hacía tan doloroso que a mi juicio no merecía ser abordado.  Hoy, un nuevo acontecimiento de este tipo me invita a hacerlo, quizás más por la necesidad de descargar mi indignación que por el intento de tratar, con mi testimonio, de revertir esta situación.  Siendo honestos, no creo que esta falta de ética pueda restituirse en el corto o mediano plazo, aunque al final proponga algunas herramientas que ayuden a solucionar en el futuro, esta penosa situación.

Imagen de
"La nave giroscópica", 2011

En el año 2009, el editor y creador de esta página, reseñó y publicó un reportaje documental que hice en el año 2006, titulado: Sobre trompos, cúpulas y vuelos  . El reportaje, propuesto por mi persona para las extintas Unidades Móviles de Producción Audiovisual del CONAC, abordó el invento de un giróscopo ideado por mi tío abuelo, el Ingeniero Ibrahím López García.    Cabe decir que el reportaje se hizo con mínimos recursos y en cuatro días. 

Tal y como consta en los comentarios a la entrada publicada en este blog (y que pueden ver haciendo un click sobre el enlace), un productor independiente llamado Daniel Osorio que trabaja (o trabajaba para TVES) me solicitó su ayuda en cuanto a información y contactos para él desarrollar lo que ya yo había iniciado.

Sobre trompos, cúpulas y vuelos,
2006

Como ingenuamente siempre creí en la colaboración entre colegas y desde luego, me interesaba la difusión del legado de Ibrahím, le proporcioné dicha información.  Desde entonces,  más nunca tuve noticias.  Hoy, recibo un correo de un familiar (por ende, también familiar de Ibrahím López-García), advirtiéndome acerca de un trabajo titulado “La nave giroscópica”, hecho para una serie de TVES llamada independencia tecnológica, en la cual se presenta el mismo invento con testimonios e imágenes idénticas, aunque también, con personajes añadidos y loables herramientas de animación.   El trabajo de Osorio, contó con bastantes más recursos que el que yo hiciera para el CONAC y pueden verlo aquí.

La nave giroscópica, 2011

Tal y como se percibe en el video de Daniel Osorio, producido por TVES; al finalizar el reportaje no se hace ninguna mención en los créditos a mi persona ni a mi trabajo.  Aunado a esto, leo que el trabajo de Osorio no sólo ha sido trasmitido masivamente a través del canal del Estado, sino que también ha concursado en festivales internacionales y me pregunto:  ¿Es honesto no mencionar ni siquiera en un crédito de investigación mi esfuerzo previo? .  No sé para ustedes, pero para mí no lo es.    Si este chico viviera en un país con políticas audiovisuales serias,  su falta sería susceptible de sanciones; pero como vive en Venezuela, país en el que la piratería se impone por encima de los esfuerzos económicos y afectivos de los artistas e inventores;  el chico es premiado y reconocido por recuperar la memoria de Ibrahím aún desconociendo el legado que previamente se ha construido acerca de él. Y en esto quiero detenerme puesto que, como bien apunta el familiar que ha detectado este despropósito, una de las características más relevantes de la era chavista es la de recuperar memoria, borrando la memoria de otros.  Toda una inconsecuencia de la “Revolución”.

El documental de Daniel Osorio,
concursa en el festival
del Mercosur

Lo más terrible del asunto, es que hasta creo que Daniel Osorio no lo hizo de manera consciente. Es decir, el nivel de miseria moral en el que nuestra sociedad está sumida  -y me refiero a miseria como carencia que va más allá de lo económico- hizo que este chico ni siquiera se planteara ponerme en un crédito de agradecimiento aún cuando yo facilitara mi video, bibliografía y contactos con allegados a Ibrahím.  Así como ocurre cuando a alguien lo matan por un teléfono y la gente condena a la víctima por tener ese teléfono y no al victimario por matarlo;  así Osorio consideró, campantemente, que podía excluirme de su trabajo y llevarse él todos los créditos en la televisora para la cual trabaja, al tiempo que se postulaba en festivales internacionales.

Como este caso, cuento otro ocurrido años atrás con un personaje hartamente conocido por sus fraudulentas maniobras y su ávida necesidad de reconocimiento.  Siendo familiar de un guionista con el que trabajó Clemente de La Cerda, el personaje en cuestión me pidió la entrevista que yo hiciera a su familiar (ya fallecido) para mi documental sobre Clemente.  Accedí, convencida de no responder al prejuicio que sobre la condición moral de tal sujeto me habían hecho ya colegas y compañeros.  Pues bien, le presté dos cintas en las que tenía la entrevista, ya que yo no tenía como digitalizar ese formato y darle más bien una copia.  En esas dos cintas estaban también fotos y fragmentos de películas, que bajo condiciones de uso exclusivo para investigación, el Archivo Fílmico de la Cinemateca me permitió grabar.   

¿Nuevo modelo de desarrollo
para la producción nacional
independiente?

Pasan los años y tropiezo en youtube con todos estos fragmentos colgados y mi nombre puesto al inicio como si yo hubiese desconocido los derechos de autor de la Cinemateca, y hubiese autorizado su publicación masiva.  Yo había autorizado la entrevista hecha por mí, pero jamás estos trabajos por la sencilla razón de que no poseo los derechos para hacerlo.  Mediante un allegado a Clemente, llega a mis manos una comunicación del siniestro ladronzuelo, admitiendo que él “casualmente” había encontrado estos fragmentos en mis cassettes y pensaba (piensa) incluirlos en su futuro documental.

En ese caso, como en el anterior, la estrategia respondió a la única a la que puede recurrirse cuando no hay ley:  La denuncia en las redes sociales.  Aunado a ésta, llamé al Archivo Fílmico y advertí a tiempo del robo.  El resultado no se hizo esperar:  el sujeto en cuestión retiró del youtube los materiales y espero que a estas alturas, haya aprendido que las cosas se logran mediante mecanismos legales y no robando el esfuerzo conseguido por otros.

Respecto al incidente de Osorio, espero lo mismo.  Espero que aprenda que esa no es la manera de hacerse un nombre ni un espacio en el medio audiovisual y tenga la gentileza de poner mi nombre en los créditos de su reportaje documental.

Finalmente, abogo porque en Venezuela podamos tener archivos que no sólo garanticen la preservación de nuestro acervo, sino también un sistema de reproducción eficiente en el que la gente no tenga que robar los materiales y mucho menos lucrar con ellos.    También se hace imperioso tener escuelas serias de cine, que no sólo se ocupen de enseñar el lenguaje audiovisual sino también de sembrar en sus alumnos el conocimiento legal requerido para tener una industria funcional y honesta, acorde con los estándares que se manejan en el mundo.  Finalmente, lo más importante es tener una Ley de Derecho de Autor que deje en claro las reglas del juego y vele por su cumplimiento.

Sólo cuando existan políticas claras, transparentes y sobre todo ejecutables, podremos sembrar un auténtica solidaridad entre cineastas. Mientras éstas conductas naturalizadas de robo y deshonestidad imperen, será imposible colaborar con otros.  De ahí que, lamentablemente aconseje hoy, no cooperar con nadie por más buena intención que manifieste, sin antes contar con asesorías y protecciones legales que garanticen un correcto ejercicio de nuestra disciplina.