martes, 4 de agosto de 2009

Sumas y restas (Víctor Gaviria, Colombia, 2004)

Por: Andrea C. López L.

En la noche de ayer volví a ver Sumas y restas de Víctor Gaviria. Durante la velada post exhibición de esta película se dió una interesante discusión: ¿Por qué nos gusta el “psicoterror europeo” o el cine de violencia gringo y no Sumas y restas ó La Vendedora de rosas, ó Rosario Tijeras ó La Virgen de los sicarios?

A mi juicio, y desde una perspectiva muy particular, a nadie le gusta ver las miserias que tiene cerca. Es algo así como la gente que te dice que la moda de los treinta les parece espectacular pero que la de los ochenta se les hace grotesca. Sinceramente, me asombra observar cómo, por ejemplo, personas cercanas y “cultas” (cinematográficamente hablando) aplauden pelis como la saga de El Padrino pero asumen como deplorables la realidades expuestas por Víctor Gaviria. ¿Acaso la mafia de los “Capone” no es hoy equiparable a la de los Escobar en Colombia en los ochenta, o a las de El Chapo Guzmán en el México actual?

Debo aclarar que vivo en México, un país que ha suplido a Colombia en el negocio de la droga y en el cual el narco controla no sólo negocios ilícitos como el tráfico de drogas o el secuestro, sino que también forma parte de la política (los carteles financian a los partidos y a buena parte de los funcionarios de gobierno) y, además, tienen negocios “lícitos” como la industria inmobiliaria, tema que toca la peli Sumas y restas de Víctor Gaviria.

El asunto de la droga en América latina es delicado y debe ser tratado con pinzas precisamente por esto, porque los carteles no restringen sus actividades a negocios “ilegales” sino que también invierten en negocios "legales" como la salud, la vivienda, la política , la educación y el entretenimiento.

Aunque asumo que nuestras sociedades no son justas por diversas características, entre ellas el nepotismo, el clientelismo, la falta de educación, el culto a la personalidad y, en nuestro caso, el rentismo petrolero; en líneas generales intuyo que la industria de la droga aúna su cuota a las economías de América latina gracias a un problema medular: LA DESIGUALDAD. En palabras de Sandra Ávila Beltrán (mejor conocida como “La Reina del Pacífico”) viuda de varios narcos y hoy recluida en una cárcel del DF: “…En México, la desigualdad y la miseria es tal que la gente prefiere vivir cinco años a todo dar que vivir toda una vida en la miseria”.

Estando en Vzla y trabajando en un docu sobre el crack o la piedra pude ver cómo sectores comprometidos con “La Revolución” lograban cuantiosos lucros gracias a este negocio. Es decir, mientras sus funcionarios laburaban en “Centros de Rehabilitación”, como el Manantial de los Sueños ó Negra Hipólita, sus familias vendían (y venden) la droga. En resumidas palabras, la “Revolución” paga y se da el vuelto.

Definitivamente, la realidad expuesta por Víctor Gaviria no puede serme ajena. En este país (México) se libra una guerra contra el narco que. vale decir, es una guerra perdida de antemano pues los carteles compran su armamento en los EEUU, lugar en el que cualquier hijo de vecino que cruce la frontera Tijuana-San Diego puede adquirir en Wallmart armas para derribar inclusive helicópteros.

Al re-leer y re-ver la peli de Víctor Gaviria no pude obviar sentir a Caracas pues, Medellín es también un Valle. ¿Realmente somos ajenos a una realidad psicoterrorífica, como la droga y su industria? No veo en el DF Méxicano tantos piedreros como observo en Caracas. Tampoco escucho tantos testimonios de personas que trabajando en instancias de gobierno se han hecho adictas a la cocaína o al crack como en el laburo de la Alcaldía Mayor durante la gestión de Juan Barreto. Señores, no se trata de un asunto puritano-conservador-moralista, se trata de un asunto de SALUD PÚBLICA. ¿Será que el remedio a la DESIGUALDAD es el narco? Tal es la pregunta planteada por Víctor Gaviria en su película:

¿Será que ante Estados indiferentes a la desigualdad, la pobreza y la exclusión, el remedio es el narco, única organización capaz de capitalizar las necesidades de enormes colectivos?

Sinceramente espero que NO SEA ASÍ. En todo caso, me ladilla que a mis panas les guste “Rififi” de Jules Dassin, ó “El Padrino” de Coppola, pero no toleren la realidad expuesta por cineastas como Víctor Gaviria: Pobreza, desigualdad e injusticia.



9 comentarios:

  1. Bueno Andrea que te puedo decir, quizás no tienen tanta "cultura" cinematográfica como presumen.

    Pero creo que lo de la cercanía de las miserias también es un buen punto a considerar. Fíjate en el ejemplo de Gomorra (Matteo Garrone, 2008) una película que se aleja estéticamente de lo planteado por otras trabajos que también tratan el tema de la mafia como El Padrino (Coppola, 1972) o Buenos Muchachos (Scorsese, 1990) al hacerlo con acercamiento austero, simple que le debe mucho tanto al neorealismo como al moderno documental.

    La película ha sido alabada (con toda razón) fuera de Italia, pero creo que sería interesante observar como fue recibida en Italia. Quizás no es algo que solo pasa aquí.

    Lo que me lleva a otro ejemplo: En Alemania por lo general las películas que tratan el tema de la Segunda Guerra mundial, en especial aquellas que giran en torno al Tercer Reich, son bien recibidas, independientemente de su precisión histórica o de su posición critica.

    Tal vez es que sencillamente no toleramos el auto examen, la auto crítica...

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  2. A mí siempre me ha dado la impresión de que Caracas es altamente intolerante con la crítica y la autocrítica. Es una impresión, pero a veces me parece que todos quieren quedar bien ante los demás, lucirse, hacerse los más profundos, inteligentes, exitosos y bellos. Quizás por esta razón, no tenemos una literatura, por ejemplo, que mire nuestras propias miserias. Algo como lo que hacían Blaise Cendras, Bukowski o, sin ir más lejos, Fernando Vallejo. Nuestra literatura es clean, light, inofensivo. Igual pasa con nuestro cine o con la poesía.

    En cine lo queremos resolver todo con un "coñodesumadre" grita'o, tanto como para provocar la carcajada fácil como para parecer transgresores.. A mí no se me olvida una frase de Fernando Venturini, quien definía la obra de cierto cineasta venezolano como "cine de salón".

    No nos miramos, no nos agredimos, ni siquiera tenemos el suficiente valor para burlaros de nosotros mismos, de allí que un Woody allen venezolano (o caraqueño), sería imposible. Los caraqueños viven criticando a los demás, burlándose de los demás, metiéndole la zancadilla a los otros y eso se refleja mucho en el arte venezolano.

    buen post,
    ¡Saludos!

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  3. Hola a ambos, gracias por comentar.

    Creo que la cuestión apunta al comentario de Juan José; a nadie le gusta ver las miserias que tiene cerca. Por cierto, buen dato el de "Gomorra", la buscaré.

    Cuando hablé de gente a la que no le gustaba "Sumas y restas", no me refería a ninguno que fuera caraqueño, de hecho son amigos que tienen nacionalidades distintas pero son todos latinoamericanos.

    El hecho es que, sin duda, creo que Gaviria hizo el cine que a México le tocaría hacer ahora... je, je, je... es decir, un cine que hable de los narcos. Pero bueno, esto no se hace por dos razones: una, la evidente censura; y la otra, los riesgos que implica no sólo desde el punto de vista de las amenazas de los narcos a los realizadores; sino también a esa cultura "idílica" que se ha generado en este tipo de sociedades desiguales. De hecho algunos cárteles han hablado de la "narco revolución". (¡Qué barbaridad!)

    Respecto a lo que dices Carlanga, de las poses y esas cosas; estoy muy de acuerdo. Siempre he creído que en ese sentido el Miss Venezuela es una alegoría de cómo somos y funcionamos: en la vitrina, en la fachada. Sin embargo, hay sus excepciones, la obra de José Roberto Duque "Salsa y control" o "No escuches su canción de trueno", por ejemplo; o la obra del fallecido Argenis Rodríguez y bueno, imagino que hay más pero uno no los conoce. (¿Alguien, por cierto, conoce la obra de Fedosi Santaella??)

    Respecto a: "Los caraqueños viven criticando a los demás, burlándose de los demás, metiéndole la zancadilla a los otros y eso se refleja mucho en el arte venezolano".

    Bueno, este fenómeno no creo que sea estrictamente caraqueño. No vivo en Caracas y lo veo todos los días... creo que hasta peor que allá pues todo se disfraza. Durante un tiempo pensé que tenía que ver con nuestro medio. Ahora, pues creo que sencillamente los latinoamericanos propendemos a esto.

    Saludos y nuevamente gracias por comentar,

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  4. Victor Gaviria debe ser uno de los cineastas latinoamericanos más arriesgados de los últimos tiempos pues no sólo se ha conformado con tocar temas dificiles y delicados como el sicariato (Rodrigo D-No futuro), la explotación infantil (la vendedora de rosas) y el narcotráfico (sumas y restas), sino que también ha apostado por realizarlas con actores no profesionales que, en la mayoría de los casos, ya vivian cotidianamente esa realidad, logrando de ese modo películas duras, honestas y directas que nos hablan de nuestras miserias sin hipocresía ni corrección política alguna. Ojala contáramos con sensibilidades de su calibre en nuestro cine.

    P.D. Ya puedes incluirme en tu lista de allegados que aman Rififí...gran película (espero que le dediques un post) Saludos.

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  5. Nelson, qué lindo que apareces!!!!

    Esta "naturalidad" de la que hablas en el cine hiperrealista de Gaviria, también la he encontrado en esta serie de televisión "Sin tetas no hay paraíso". El tipo que hace del capo en "Sumas y restas" es también capo en la serie televisiva y de pana, está brutal. Yo creo que el tipo es actor, hay quienes dicen que es así en la vida real, no lo sé. Lo cierto es que su tipología y naturalidad lo remiten a uno, como espectador, a esa familiaridad de la que hablas.

    Volviendo a lo de ver o no las miserias propias, recuerdo que cuando Gaviria estuvo en Vzla (creo que también tu estuviste ahí) él manifestó que en Colombia su cine era muy rechazado por las élites.

    Me encantaría escribir en algún momento sobre Rififi, sobre todo sobre la magistral secuencia del robo, absolutamente muda. Vamos a ver si me animo. Estaría bueno establecer diferencias de género, pues una es film noir y las latinoamericanas son mas bien hiperrealistas de corte social.

    Recibe un caluroso abrazo y mi agradecimiento por comentar.

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  6. Juan,

    Investigando sobre "Gomorra" encontré esta reseña de un amigo mexicano. Ojo, su crítica obedece más a aspectos formales que a los de contenido. En todo caso, aunque no la he visto, te la paso:

    http://www.cineforever.com/2009/06/01/gomorra-un-oscar-para-el-aburrimiento/

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  7. Gracias Andrea.

    A mi me pasó lo mismo cuando vi Gomorra la primera vez, tenemos demasiado incrustado en la cabeza la supuesta imagen ideal de lo que debe ser una pelicula de mafias y crimen pero la verdad al verla la disfrute mucho más.

    La película, ya no tanto lo crudo de su historia.

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  8. Qué pena que no había leído este post antes. El tema es muy interesante.
    Me parece que también existe cierta idealización en cuanto a la figura del mafioso, sobre todo del italoamericano, que es el que estamos acostumbrados a ver representado en pantalla.
    No olvidemos que los primeros ejemplos del género -de tipo gansteril como "Scarface" o "Little Ceasar"- surgen como una denuncia a una realidad concreta: la depresión gringa de la década del 30 y al gángster como suma de todos los males de una sociedad descompuesta desde la raíz. Aunque, como es típico de los gringos, el "mal" debe recibir su merecido.
    Ya sea la estilización de la violencia, la representación icónica -vía star-system-, el sempiterno merchandising que escarba nuestro subconsciente en múltiples formas, o algún mecanismo que nos hace simpatizar con aquel que de una u otra forma subvierte el orden -por alguna razón siempre queremos que estos tipos se salgan con la suya-, la triste realidad es que hasta en eso estamos colonizados. Preferimos los delincuentes que genera Hollywood, acabamos con cada frase y/o gesto de Brando, de Joe Pesci, de Robert De Niro mientras a nuestro alrededor viven, respiran y hacen sus negocios nuestros propios capos latinoamericanos. Al menos existe un Gaviria, sin duda uno de los grandes cineastas de este lado del continente.
    Por cierto, me sumo a la lista de Rififí y El Padrino.
    Saludos y excelente artículo.

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  9. Anónimo4/6/12 15:05

    quiero saber el nombre de l cancion que suena en la escena cuando llega al garaje
    que tiene como comiensoo no te has dado cuentan de lo que por ti ciento yo

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