Los genios de Pixar lo hicieron de nuevo. Toy Story 3 cierra la saga de los juguetes en busca del amor de su dueño. En principio el consenso parece ser que ésta no es una cinta infantil, todos los comentarios oídos y leídos van por ese rumbo, es lógico y además inteligente, Andy creció, la audiencia de la película también, es hora de ser adulto y despedirse de la inocencia. La primera Toy Story apareció en el año 1995, esos 15 años de diferencia incluyendo el paso al nuevo milenio no pueden obviarse en la historia. Todo gira en torno al cambio, el crecimiento, la transmutación del personaje dueño de los juguetes. Andy se va a la universidad y el destino y uso de los juguetes está en vilo. Como en la primera cuando Buzz Ligthyear se enfrentaba a su realidad de ser solo un juguete, en esta el resto de ellos debe asumir la inexorabilidad de su predestinación: sin un niño que juegue con ellos ¿qué son?
¿Quién dijo Bill Gates o Steve Jobs? John Lasseter es el verdadero y único genio del Silicon Valley. Fundador de Pixar y director, productor y guionista de casi todas las cintas animadas de la productora que destronó a Disney, Lasseter sabe perfectamente dónde atacar a todas las audiencias, no sólo a los infantes, es el artista del nuevo milenio, tecnólogo y talentoso. Con Toy Story 3 ha sido fiel a su primera audiencia, esta cinta es para la generación que vio el primer largometraje animado digital. Y no decepciona. Los sollozos que se perciben en la sala oscura lo clarifican. Para quienes lo pueden ver en 3D tiene que ser aún más denso ese momento de la despedida. El mundo ha cambiado, estamos en una era vertiginosa pero en Toy Story 3 no vemos nada de eso, no nos interesan los avances tecnológicos, es ese microcosmos, el mundo de los juguetes, el que ha cambiado para siempre, y tampoco será fácil para ellos el paso a la adultez, la verdadera purga del bien y el mal ahora es que empieza.
A este respecto vale destacar la presentación del corto animado (titulado “Día y Noche”) que precede a la cinta y que no es casual, pues está consustanciado con el mensaje imperante en la historia de los juguetes. La sencillez de este corto y lo franco de las frases en off (“miedo a los diferente” dicho así directo y sin anestesia) es el preámbulo perfecto para lo que se verá a continuación. Día y Noche sí es para niños, pero Toy Story 3 es para los padres, a quienes hay que explicarles precisamente que su mundo cambió, que ellos como Woody, deben entender que Andy creció, que su mundo ahora es otro y que debe adaptarse a su nueva vida. Y es allí donde nos encontramos con la crueldad que implica la pérdida de la inocencia y el abandono, encarnado en el oso de peluche Lotso, el dictador que maneja un mundo de miedo entre los juguetes de una guardería. Este no es un personaje fácil de digerir para niños, es cuando menos preocupante las similitudes de su gobierno con ciertas formas de autoritarismo tropical contemporáneo. Nunca se vio un villano más realista en una historia infantil. Otro punto importante a destacar es la mini subtrama de Barbie y Ken, más allá de las lecturas acerca de la latente homosexualidad de Ken, Barbie surge como una heroína superfeminista destronando los conceptos que históricamente han caído sobre ella referentes a los exagerados ideales femeninos que les imprime a las niñas.
Lo dicho, hay que madurar, para eso llore y ría con Toy Story 3!
La disfruté, mis pequeños la disfrutaron y estoy segura que millones también lo hicieron. Para mí ha sido inolvidable y maravillosa, creo que la espera valió la pena, no hay duda que Toy story 3 es una de las películas infantiles que marcó a chicos y grandes, una mezcla divertida con un poco de emotividad fueron la combinación perfecta para no sólo entretener al espectador sino también para cautivarlo. Gran, gran cinta no me cansaré de decirlo.
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