Manolito -él de Mafalda- decía que no se podía amasar fortuna sin hacer harina de los demás…
Y es cierto. A pesar de la tan mentada “Revolución” impulsada por el –popular o impopular- Chavismo, y dependiendo del circulo social en que te muevas, el panorama no ha cambiado demasiado. En la Venezuela en la que yo me muevo los cineastas y empleados de los cineastas criollos estamos desprotegidos a todo nivel, no contamos con ninguna clase de seguros o beneficios sociales que nos respalden o protejan de eventualidades de ningún tipo, flotamos, nadamos en contra y, a veces, nos dejamos llevar irremediablemente por las corrientes mas álgidas de lo que muchos denominarían un capitalismo salvaje.
Yo nunca me he caracterizado por ser un buen negociante, pero con el paso de los años y con la ganancia de experiencia laboral en el mundo freelance, me he visto en la imperiosa necesidad de aprender -al menos a saber cuanto vale mi mano de obra- a negociar. Y es que al parecer hay una constante: todo el mundo –en paralelo al presupuesto que le hayan otorgado- cree que tu talento, al igual que tu trabajo, no vale nada, o en cualquier caso vale bastante poco.
Muchos podrían pensar que esto es algo exclusivo de una generación de personas mayores de 50 años. Nada más alejado de la verdad. Aquí cualquiera que recibe un contrato millonario –y estos contratos para la realización de una película o serie de televisión normalmente lo son-, usa esos millones para abultar sus cuentas bancarias y subir de estrato social, llegando a la noción de que sus necesidades son sin duda más importantes y relevantes que las de cualquier otra persona de su equipo.
De este modo, en este país tropical llamado ahora “República Bolivariana de Venezuela”, nadie –o la mayoría, para no exagerar- quiere pagar tu experiencia, tu pericia, tu talento, tu intuición audiovisual o tus prestaciones sociales; todos prefieren conseguirse un estudiante cándido(a) que este tan deseoso(a) de entrar a trabajar al medio, que esté dispuesto a ceder sus honorarios y sus derechos laborales en pro de su enseñanza. Una actitud que aunque cotidianamente es disfrazada de buena intención -a los ojos de quien pregunte y en especial a los ojos de quienes otorgan los contratos-, lo único que busca en el fondo es embolsillarse la mayor parte del dinero establecido en el presupuesto.
¿Ese no es el caso de la mayoría de los que entramos en el medio en este país? Déjenme rememorar algunas de mis experiencias en mis años mozos –que no necesariamente han sido tan malos y llenos de golpes y/o malos tratos- y aliñarlo con algunas otras experiencias “cumbres” que han vivido o escuchado algunos de mis allegados en el medio audiovisual nacional, para así conseguir un hilo narrativo que exprese e ilustre claramente a lo que me refiero…
…Con ilusión, candidez, mucha disposición al trabajo e infinitas expectativas entras a la productora, haces tu trabajo lo mejor que puedes, te concentras, te esfuerzas, das lo mejor de ti; al ver que no es suficiente, poco a poco asumes más cargas laborales de las que te corresponden –sobre todo si estas ligado a la producción-, y con mucha buena voluntad comienzas a trabajar todos los días hasta horas insólitas, a trabajar los fines de semanas y, poco a poco, a trabajar también en los días feriados. No ganas bien, no tienes seguro social –por lo que no puedes darte “el lujo” de enfermarte-, pero tu pretendes no darte cuenta, lo asumes como gajes del oficio, pensando que algún día, en algún momento, tu esfuerzo se vera recompensado...
…Así sigues “el juego” para ver hasta donde te lleva el río; en el mejor de los casos comienzas a desarrollar tus habilidades y poco a poco la experiencia te hace bueno en el oficio que desempeñas, comienzas a notar claramente la incompetencia de algunos de los que te rodean, su irresponsabilidad, y comienza a pesarte que se delegue todo el trabajo más pesado en ti, básicamente porque cuando llega la hora del pago, de los créditos y del reconocimiento, los que no han participado de la parte pesada de la jornada laboral obtienen el mayor beneficio de todo lo que tu esfuerzo y tu trabajo creativo ha generado.
Cuando tu inocencia se disipa –al menos en lo que a tu relación con el medio respecta-, comienzas a notar que en el trato más cotidiano hacia ti hay un doble discurso que siempre esconde visos de condescendencia y manipulación, con el cual se intenta disminuirte constantemente haciéndote sentir un inútil por tu supuesta inexperiencia acerca de lo que se trata “el negocio cinematográfico”.
Así pasa el tiempo, los años incluso -en el caso de los que tienen aguante y perseveran en su afán por pertenecer al medio-, tiempo en el que a pesar de que te haces imprescindible, siguen mal pagándote un sueldo miserable y “hambreador” –que como dije antes no incluye beneficio sociales de ningún tipo-, que no te da ni para terminar de cubrir tus gastos esenciales en la vida -pagar la luz, el condominio, comer, vestirte, salud- mientras descaradamente tu jefe, ahí delante de tus ojos, cambia su estilo de vida: engrosa sus cuentas bancarias, hace viajes internacionales todas las vacaciones, se compra obras de arte, uno o dos carros, ropa de marca, come en sitios lujosos, comienza a tomar drogas de diseño, un gran etc. Y encima de todo esto –que ya es bastante-, pretende que le agradezcas y tires pétalos de rosas por donde camina, porque tienes la suerte de acompañarlo en su camino al éxito.
¡Un verdadero vía crucis!
Lo peor es que estos personajes oscuros a los que me refiero –aún hoy en día- mantienen “cautivos” a gente muy valiosa y talentosa, generando y alimentando su baja autoestima, explotando su desconocimiento sobre sus derechos laborales mínimos, aprovechándose de que han perdido el entendimiento de que su capacidad productiva -de esfuerzo y de trabajo-, no es sencillamente propiedad del otro.
Pero tu caso es otro, un día te despertaste con el pie derecho y entraste en razón, lo que te permitió darte cuenta de que no mereces tanto maltrato y tanta mala vida y decides renunciar... Menos ahora que el país es de todos y estamos en medio de “la revolución bonita” en donde, ¡una pelusa!, contamos con una ley de cine y también una de televisión!
Así comienzas a buscar trabajo por ti mismo, a tratar de independizarte, es entonces que comprendes claramente que el medio cinematográfico nacional y sus políticas no funcionan como deberían, o al menos no están a tu favor, y que incluso –por momentos- parecen darte la espalda, ya que en buena medida es como dicen las leyendas negras: El medio cinematográfico nacional en esencia es elitesco –casi de derecha-, excluyente, privilegia los juegos cortesanos y de meritocracia antes que la originalidad tanto estética o narrativa de los proyectos (basta con recordar los 15 últimos años de producción cinematográfica nacional para saber de lo que hablo); además, se te pide tanto papel innecesario y burocrático para entregar un simple proyecto, que a la segunda entrega sospechas que son baches creados simplemente para que no completes el camino y no entregues tu proyecto en los concursos que se realizan año tras año.
Este es el aterrador panorama en la financiación cinematográfica, muchos de los que lean esto lo conocerán personalmente y sabrán que no exagero. Y cuando intentas probar suerte en la financiación televisiva te das cuenta que la historia a pesar de ser otra, en esencia no es demasiado distinta, ya que los proyectos que son bien recibidos por los concursos y canales de televisión del estado tampoco están en pro de la originalidad estética o narrativa de las propuestas -basta con que enciendan el televisor y vean los resultados que ha producido la producción independiente nacional para saber a lo que me refiero-, incluso algunas personas podrían decir que el medio es más excluyente a nivel temático que el cinematográfico ya que para participar en este rubro has de confeccionar discursos plegados a la cultura oficial, limando de ellos todas las aristas de tu ideología política –si es que asumes la compleja responsabilidad de tener alguna- desprendiéndola de todo pensamiento crítico que pueda resultar incómodo para un Estado que no gusta de revisionismos…
Todo un panorama.
De este modo y por estas razones, muchos de tus proyectos –los cuales no dejas de enviar a concursos- son rechazados constantemente sin demasiadas explicaciones.
Entonces comienzas a comprender la realidad del medio audiovisual nacional: el trabajo no abunda, más bien escasea y en muchas ocasiones –más de las que te gustaría- te ves obligado a devengar sueldos que nada tienen que ver con tu experiencia ni con los precios que pagas por las cuentas de lo básico en tu vida cotidiana –vestir, comer, vivienda, salud, etc.; entonces, a la tercera vez que asistes a la despedida de un amigo (a) que se va del país a buscar una mejor vida, irremediablemente en algún momento, comienzan a revolotear por tu cabeza las consideraciones psicológicas acerca de si deberías tu también abandonar el medio audiovisual e incluso el país en búsqueda de un mejor presente y/ó futuro, para ti, para tus hijos y para tu familia.
Y bueno, así poco a poco pasan los meses y los años en el cine y la televisión nacional. Personeros políticos de la cultura cinematográfica y audiovisual fluctúan y otros se enraízan en el poder, sin comprender verdaderamente al medio al que se deben, incluso de espaldas a sus verdaderas responsabilidades para con los cineastas, haciendo promesas que nunca se llevan a cabo, pregonando en actos públicos las bondades de un medio al que desconocen y, en líneas generales, sin mover un dedo para hacer que las cosas mejoren verdaderamente en la vida de muchos que nos dedicamos enteramente a este trabajo.
Así muchos de nosotros seguimos devengando sueldos hambreadores, sin contar aún con seguros de salud que cubran lo mínimo: enfermedad, maternidad, hijos, compra de vivienda, ni hablar de pensiones que resguarden nuestro futuro en la vejez, ni facilidades sociales de ningún tipo. La verdadera punta de un iceberg.
Características que al parecer no tienen nada que ver ni con la revolución, ni con la aplicación verdadera de políticas cinematográficas justas e incluyentes, ni con las responsabilidades laborales de los politiqueros de la cultura nacional, sino que quizás esta más ligada a hechos fortuitos monetarios como el día de la suerte que pedía Hector Lavoe en su canción…
Sólo espero –quizás de un modo bastante inocente- que algún día llegue el momento en que este medio audiovisual nacional se haga un poco más justo, más equitativo, mas arriesgado a nivel estético y creativo. Y al mismo tiempo ruego porque llegue el día en que sean respetados los derechos laborales mínimos de todos los hombres y mujeres que nos ganamos el pan con nuestra capacidad productiva, creativa y el sudor de nuestra frente en el medio cinematográfico y audiovisual nacional.
De este modo, en este país tropical llamado ahora “República Bolivariana de Venezuela”, nadie –o la mayoría, para no exagerar- quiere pagar tu experiencia, tu pericia, tu talento, tu intuición audiovisual o tus prestaciones sociales; todos prefieren conseguirse un estudiante cándido(a) que este tan deseoso(a) de entrar a trabajar al medio, que esté dispuesto a ceder sus honorarios y sus derechos laborales en pro de su enseñanza. Una actitud que aunque cotidianamente es disfrazada de buena intención -a los ojos de quien pregunte y en especial a los ojos de quienes otorgan los contratos-, lo único que busca en el fondo es embolsillarse la mayor parte del dinero establecido en el presupuesto.
¿Ese no es el caso de la mayoría de los que entramos en el medio en este país? Déjenme rememorar algunas de mis experiencias en mis años mozos –que no necesariamente han sido tan malos y llenos de golpes y/o malos tratos- y aliñarlo con algunas otras experiencias “cumbres” que han vivido o escuchado algunos de mis allegados en el medio audiovisual nacional, para así conseguir un hilo narrativo que exprese e ilustre claramente a lo que me refiero…
…Con ilusión, candidez, mucha disposición al trabajo e infinitas expectativas entras a la productora, haces tu trabajo lo mejor que puedes, te concentras, te esfuerzas, das lo mejor de ti; al ver que no es suficiente, poco a poco asumes más cargas laborales de las que te corresponden –sobre todo si estas ligado a la producción-, y con mucha buena voluntad comienzas a trabajar todos los días hasta horas insólitas, a trabajar los fines de semanas y, poco a poco, a trabajar también en los días feriados. No ganas bien, no tienes seguro social –por lo que no puedes darte “el lujo” de enfermarte-, pero tu pretendes no darte cuenta, lo asumes como gajes del oficio, pensando que algún día, en algún momento, tu esfuerzo se vera recompensado...
…Así sigues “el juego” para ver hasta donde te lleva el río; en el mejor de los casos comienzas a desarrollar tus habilidades y poco a poco la experiencia te hace bueno en el oficio que desempeñas, comienzas a notar claramente la incompetencia de algunos de los que te rodean, su irresponsabilidad, y comienza a pesarte que se delegue todo el trabajo más pesado en ti, básicamente porque cuando llega la hora del pago, de los créditos y del reconocimiento, los que no han participado de la parte pesada de la jornada laboral obtienen el mayor beneficio de todo lo que tu esfuerzo y tu trabajo creativo ha generado.
Cuando tu inocencia se disipa –al menos en lo que a tu relación con el medio respecta-, comienzas a notar que en el trato más cotidiano hacia ti hay un doble discurso que siempre esconde visos de condescendencia y manipulación, con el cual se intenta disminuirte constantemente haciéndote sentir un inútil por tu supuesta inexperiencia acerca de lo que se trata “el negocio cinematográfico”.
Así pasa el tiempo, los años incluso -en el caso de los que tienen aguante y perseveran en su afán por pertenecer al medio-, tiempo en el que a pesar de que te haces imprescindible, siguen mal pagándote un sueldo miserable y “hambreador” –que como dije antes no incluye beneficio sociales de ningún tipo-, que no te da ni para terminar de cubrir tus gastos esenciales en la vida -pagar la luz, el condominio, comer, vestirte, salud- mientras descaradamente tu jefe, ahí delante de tus ojos, cambia su estilo de vida: engrosa sus cuentas bancarias, hace viajes internacionales todas las vacaciones, se compra obras de arte, uno o dos carros, ropa de marca, come en sitios lujosos, comienza a tomar drogas de diseño, un gran etc. Y encima de todo esto –que ya es bastante-, pretende que le agradezcas y tires pétalos de rosas por donde camina, porque tienes la suerte de acompañarlo en su camino al éxito.
¡Un verdadero vía crucis!
Lo peor es que estos personajes oscuros a los que me refiero –aún hoy en día- mantienen “cautivos” a gente muy valiosa y talentosa, generando y alimentando su baja autoestima, explotando su desconocimiento sobre sus derechos laborales mínimos, aprovechándose de que han perdido el entendimiento de que su capacidad productiva -de esfuerzo y de trabajo-, no es sencillamente propiedad del otro.
Pero tu caso es otro, un día te despertaste con el pie derecho y entraste en razón, lo que te permitió darte cuenta de que no mereces tanto maltrato y tanta mala vida y decides renunciar... Menos ahora que el país es de todos y estamos en medio de “la revolución bonita” en donde, ¡una pelusa!, contamos con una ley de cine y también una de televisión!
Así comienzas a buscar trabajo por ti mismo, a tratar de independizarte, es entonces que comprendes claramente que el medio cinematográfico nacional y sus políticas no funcionan como deberían, o al menos no están a tu favor, y que incluso –por momentos- parecen darte la espalda, ya que en buena medida es como dicen las leyendas negras: El medio cinematográfico nacional en esencia es elitesco –casi de derecha-, excluyente, privilegia los juegos cortesanos y de meritocracia antes que la originalidad tanto estética o narrativa de los proyectos (basta con recordar los 15 últimos años de producción cinematográfica nacional para saber de lo que hablo); además, se te pide tanto papel innecesario y burocrático para entregar un simple proyecto, que a la segunda entrega sospechas que son baches creados simplemente para que no completes el camino y no entregues tu proyecto en los concursos que se realizan año tras año.
Este es el aterrador panorama en la financiación cinematográfica, muchos de los que lean esto lo conocerán personalmente y sabrán que no exagero. Y cuando intentas probar suerte en la financiación televisiva te das cuenta que la historia a pesar de ser otra, en esencia no es demasiado distinta, ya que los proyectos que son bien recibidos por los concursos y canales de televisión del estado tampoco están en pro de la originalidad estética o narrativa de las propuestas -basta con que enciendan el televisor y vean los resultados que ha producido la producción independiente nacional para saber a lo que me refiero-, incluso algunas personas podrían decir que el medio es más excluyente a nivel temático que el cinematográfico ya que para participar en este rubro has de confeccionar discursos plegados a la cultura oficial, limando de ellos todas las aristas de tu ideología política –si es que asumes la compleja responsabilidad de tener alguna- desprendiéndola de todo pensamiento crítico que pueda resultar incómodo para un Estado que no gusta de revisionismos…
Todo un panorama.
De este modo y por estas razones, muchos de tus proyectos –los cuales no dejas de enviar a concursos- son rechazados constantemente sin demasiadas explicaciones.
Entonces comienzas a comprender la realidad del medio audiovisual nacional: el trabajo no abunda, más bien escasea y en muchas ocasiones –más de las que te gustaría- te ves obligado a devengar sueldos que nada tienen que ver con tu experiencia ni con los precios que pagas por las cuentas de lo básico en tu vida cotidiana –vestir, comer, vivienda, salud, etc.; entonces, a la tercera vez que asistes a la despedida de un amigo (a) que se va del país a buscar una mejor vida, irremediablemente en algún momento, comienzan a revolotear por tu cabeza las consideraciones psicológicas acerca de si deberías tu también abandonar el medio audiovisual e incluso el país en búsqueda de un mejor presente y/ó futuro, para ti, para tus hijos y para tu familia.
Y bueno, así poco a poco pasan los meses y los años en el cine y la televisión nacional. Personeros políticos de la cultura cinematográfica y audiovisual fluctúan y otros se enraízan en el poder, sin comprender verdaderamente al medio al que se deben, incluso de espaldas a sus verdaderas responsabilidades para con los cineastas, haciendo promesas que nunca se llevan a cabo, pregonando en actos públicos las bondades de un medio al que desconocen y, en líneas generales, sin mover un dedo para hacer que las cosas mejoren verdaderamente en la vida de muchos que nos dedicamos enteramente a este trabajo.
Así muchos de nosotros seguimos devengando sueldos hambreadores, sin contar aún con seguros de salud que cubran lo mínimo: enfermedad, maternidad, hijos, compra de vivienda, ni hablar de pensiones que resguarden nuestro futuro en la vejez, ni facilidades sociales de ningún tipo. La verdadera punta de un iceberg.
Características que al parecer no tienen nada que ver ni con la revolución, ni con la aplicación verdadera de políticas cinematográficas justas e incluyentes, ni con las responsabilidades laborales de los politiqueros de la cultura nacional, sino que quizás esta más ligada a hechos fortuitos monetarios como el día de la suerte que pedía Hector Lavoe en su canción…
Sólo espero –quizás de un modo bastante inocente- que algún día llegue el momento en que este medio audiovisual nacional se haga un poco más justo, más equitativo, mas arriesgado a nivel estético y creativo. Y al mismo tiempo ruego porque llegue el día en que sean respetados los derechos laborales mínimos de todos los hombres y mujeres que nos ganamos el pan con nuestra capacidad productiva, creativa y el sudor de nuestra frente en el medio cinematográfico y audiovisual nacional.
Felicidades Sergio por desnudar el caradurismo del medio audiovisual de la "Venezuela ahora es de todos".
ResponderEliminarEspero que ahora los jalabolas y los gobierneros no te caigan encima y quedes execrado por siempre del cine nacional..
Nojo.. Con una piedra en los dientes deberian de darse los que trabajen contigo, porque si alguién ama al cine nacional ese eres tú..
Doy fé de ello, alguién que perdió hace tiempo la fé en la producción nacional en la cual si no chupas medias no tienes vida.
Muy bueno...
ResponderEliminarFranco y directo como tu discurso. Ojalá pudieras divulgarlo por otras vías. Suscribo lo que dices,incluso desde instancias con un poco más de prerrogativas que las tuyas. Es decir, desde un cargo fijo, con prestaciones sociales, pero con la espada de Damocles de la mediocridad, y la incompetencia -IZQUIERDOSA- que mucho vician un proceso en curso.
ResponderEliminarPanorama desolador.
ResponderEliminarY esto se aplica a los artistas en general.
...
Como consuelo puedo decir que hay lugares en los que si no estás enchufado, nunca te dan una oportunidad...Tienes que dispararte una de freelance, de independiente. Yo llevo ya mas de 6 meses sin un trabajo en el área audiovisual...
Como digo siempre, ser artista es una maldición tan irremediable como irrenunciable.
¿Por qué quejarse tanto? ¡That´s life in the tropics! Don´t worry, be happy, be cool...
ResponderEliminarPor fin te sacaste la espinita de la explotación sufrida en Tanga Aguada... Bravo por ti amigo que sin tu talento la historia del cine no sería la misma...
ResponderEliminarTú eres un tipazo de gran paciencia unico en soportar tortura por tanto tiempo y no dejearse apabullar en su creatiidad. Casi pareces un personaje de los libros de Virgilio Piñeira Entonces a no desesperar que llegará el día en que nos toque a nosotros contratar a la gente de verdad...
Mientras tanto disfruta de tu valentía en esta tierra de farsantes.
La adversidad le presenta a cada hombre la oportunidad de conocerse a si mismo. (Seneca)
ResponderEliminarBueno Sergio,
ResponderEliminar¿Qué te puedo decir? Asistimos crédulos a un Foro Cinematográfico cuyo único resultado fue la contratación de un par de cineastas jóvenes para trabajar en la Villa. Aportes en el tema de la seguridad social, así como en la educación cinematográfica en el país, no fueron para nada tomadas en cuenta.
En mi caso particular, trabajé en el Minsterio de la Cultura y hoy por hoy, es el día en que nada de lo que se me descontó del sueldo por concepto de seguridad social, existe. No tengo cotización de seguro social luego de dos años de laburo. Los reales pues, se los cogieron.
Nuestro panorama es sumamente desalentador. Después la gente se queja porque los cineastas quieren embolsillarse plata con sus obras...triste tu artículo, pero real.
Saludos, A.
Ciertamente, triste pero cierto... Esta situación se repite en todas partes, ya sea empresas privadas, organismos públicos... Sea lo que sea.
ResponderEliminarAl final la rosca es lo que manda y quienes no estamos en ella estamos ganando sueldos míseros. Vaya que el amiguismo existe en todos los países, pero el hecho que uno dependa de eso para lograr los únicos pocos puestos de trabajo medianamente remunerados, es bastante deprimente.
Además, escenarios como la Venezuela actual, donde se reparte mucho dinero en pocas manos (y el cine no es la excepción) siempre trae la misma reacción del "colectivo" cinematográfico: cada quien defiende su parcela y si pueden truncar al otro, mejor.
Lo peor es que si el panorama estaba oscuro, con una cesta petrolera a casi 30 dólares creo que habrá que inventarse otra escala cromática para definir lo que viene.
Saludos.
Aplausos Mr S! Gran artículo, Me hiela la sangre dicha realidad
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