Por: Andrea C. López L.
Colaboraciones
Hablar de nuestro cine por lo general implica prejuicios y quejas. En los últimos 3 años se creó una gran expectativa en cuanto a nuestra producción, originada en el impulso que el entonces ministro Francisco Sesto le dio al sector, al abrir concursos, crear festivales, aprobar una ley de cine y mantener una plantilla fija de realizadores jóvenes que más tarde constituiría el piso de su recién creada productora: Villa del Cine. Por otra parte, se aprobaron créditos en el CNAC a “noveles” realizadores (protesta de por medio): trabajadores que pasaron años esperando producir su película.
El impulso se reforzó con un florecimiento de la producción independiente, también estimulados desde el Estado, a ser exhibidos en las nuevas y no tan nuevas producciones de televisión. Se crearon espacios en Vive TV, ANTV, VTV, la expropiada RCTV: Tves, y Ávila TV Así mismo, se mantuvieron y crearon espacios de producción audiovisual comunitaria: Catia TV. En resumidas cuentas, es innegable el estímulo del sector audiovisual durante el gobierno de Chávez, después del golpe y del paro petrolero. La experiencia ha sido sumamente enriquecedora para los trabajadores del audiovisual. La práctica ha nutrido (y nutre) la formación de realizadores, productores, actores, fotógrafos, sonidistas, editores, montadores, etc.
Sin embargo, ciertos “prejuicios” y trabas han medrado el desarrollo del CINE NACIONAL. La educación cinematográfica es uno de esos elementos. En Venezuela la educación audiovisual es asumida como una cosa de “guataca” (Ojo, no entran dentro de este grupo, gente formada fuera del país). La “guataca” tiene la cosa buena de la espontaneidad, pero la improvisación sin educación y rigurosidad, corre el riesgo de perderse. No es suficiente con un cursito de diez días en el CNAC. Es algo así como si nuestros músicos siguiesen siendo aquel personaje del tío en “País Portátil”, encarnado en Ibsen Martínez; y no un Alexis Cárdenas, un Carlos Duarte o una Gabriela Montero. Durante este gobierno se ha notado cierta actitud hostil hacia la “academia”, hacia los estudios: la gente no presenta tesis, se sataniza la educación superior, algunas veces con argumentos; otras, sin ellos.
El caso es que, a vuelo rasante, se percibe un problema medular: el guión. La política de Farruco Sesto, si bien aupó la producción cinematográfica, la sometió a la camisa de fuerza de sus caprichos como artista y de lo que él pensaba podía complacer a su Mesías. Creó una productora del Estado, con millones, billones de recursos: La Villa del Cine. A la cabeza de este proyecto estuvo Lorena Almarza, Marco Mundaraín, Alejandro Medina y familia.
Si tratamos de reflexionar y retroceder un poco, recordaremos que la Cinemateca Nacional estuvo presidida por Javier Guerrero. Durante este período, se hicieron foros, se iniciaron discusiones sobre la Ley de Cine, se auparon numerosos estrenos, se crearon los cuadernos de Cineastas venezolanos, funcionaba la tienda del cine y se aupó el proyecto de Cine Escuela. En éste participaron noveles realizadores como Sergio Monsalve y Laura Vásquez.
Haciendo una elipsis, la directiva de la Cinemateca cambió, quedando sólo Lorena Almarza, entonces encargada del proyecto cine escuela, más tarde Directora de Cine del recién creado Ministerio de la Cultura y presidenta de la Villa del Cine. A pesar de no haber estudiado cine ni afines, Almarza se curtió en la improvisación como gerente, al renunciar María Auxiliadora Escobar. El resto del equipo en la tarea de levantar una productora cinematográfica estatal estuvo conformado por trabajadores de RCTV (Mundaraín, Bozo, Medina, Varela), cuya experiencia provenía de “Archivo Criminal”, telenovelas como “Abigail” y los unitarios “Archivos del más allá”.
El proyecto inicial logró consolidarse, centrándose en la producción de reportajes documentales para TV, aunque sin mucha distribución. Pronto, la estructura de las plataformas, obligó a los trabajadores y técnicos a pasar a la creación de una estructura más ambiciosa: la Villa del Cine.
La Villa del Cine nace con un concepto formativo: fusionar en su producción a realizadores noveles y veteranos. El edificio, conformado por dos estudios y su centro administrativo, es inaugurado el 03/06/2006. Después de un recorrido por sus instalaciones, filmado y dirigido por la novel promesa formada en Columbia, NY, Efterpi Charalambidis; Chávez sacó la chequera, habló de que Vielma Mora le debía plata y entre aplausos, vitoreos y peticiones de que diera más y más real, Chávez desembolsilló, cual dueño de hacienda, 24 millardos de bolívares (viejos). A continuación la reseña de Últimas Noticias:
La Villa del Cine abrió sus puertas
El primer mandatario inauguró ayer
SONIA HERNÁNDEZ
La primera fase del proyecto, desarrollado en Guarenas, cuenta con 2.400 metros cuadrados. CARLOS RAMÍREZ Caracas. Con la presencia del Presidente de la República, el ministro de Cultura, Francisco Sesto, y varias personalidades del mundo político y cinematográfico, ayer fue inaugurada la Fundación Villa del Cine, un complejo cultural con el que el mandatario nacional se propone enfrentar “la dictadura cultural de Hollywood”.“A través de ese cine nos inoculan mensajes ajenos a nuestras tradiciones, que más bien desmoronan nuestra cultura, nuestra moral”, dijo Hugo Chávez durante el acto de inauguración de la Fundación Villa del Cine. El gobernante, sin embargo, admitió que también disfruta de las producciones hollywoodenses, especialmente de las películas de Clint Eatswood y Charles Bronson.La Fundación Villa del Cine está ubicada en Guarenas (final de la autopista Gran Mariscal de Ayacucho, pista norte, municipio Ambrosio Plaza), en el estado Miranda.En su primera fase, de 2.400 metros cuadrados y un costo de 18 millardos de bolívares, el complejo cuenta con un edificio administrativo con áreas de posproducción, dos estudios de grabación o filmación insonorizados, parrillas de iluminación y equipos de cámaras, audio y video.Toda la tecnología adquirida para el proyecto es de última generación, según explicó el ministro Francisco Sesto.Sesto, quien aprovechó la ocasión para solicitarle al Presidente 24 millardos de bolívares para culminar las siguientes etapas del proyecto, manifestó que con esta plataforma cinematográfica se busca impulsar la producción del cine venezolano (que promedia una película cada cuatro años, según fuentes oficiales), así como la compra de de producciones cinematográficas independientes de diferentes países, incluido Estados Unidos.“Esta puede ser la génesis de otras villas del cine en varias regiones del país. Podemos llenar el país de villas hasta llegar hasta una ciudad del cine, pero hay que hacerlo paso a paso”, comentó Sesto.El ministro de Cultura también reveló que este año se concretará el proyecto de una cinemateca para cada región y se inaugurarán cien salas comunitarias de video digital.Entre los filmes que serán desarrollados en la Villa, se destacan dos largometrajes: uno sobre la vida y obra de Francisco de Miranda y el otro sobre las hazañas de Ezequiel Zamora (...)".
El proyecto, si bien era muy ambicioso y alentador, se gestó con algunas mentiras: los estudios NO estaban insonorizados, no se hizo un sistema de aguas servidas, no había baños para los trabajadores, los bomberos no aprobaron la seguridad de la estructura, no se inauguraron CIEN salas comunitarias, (o sí, ¿quién lleva el conteo de esto?) –da pena la de Pampatar en Margarita, hundida en la soledad y desolación-. En fin, la Villa con sus paredes de dry wall en el edificio administrativo, filtraban agua en cada torrencial aguacero. Cualquier queja vinculada al derecho laboral, era tildada de contrarrevolucionaria. Finalmente, llegaron olas y olas de despidos. La Villa, concebida como: un complejo cultural con el que el mandatario nacional se propone enfrentar “la dictadura cultural de Hollywood”. Nacía pervertida.
La Villa, aunque con paredes de Dry wall, se erigió como competencia del cine de Hollywood, y se legitimó con las visitas y aprobaciones de actores de la industria del Imperio. Vale decir que los empleados son contratados, al mejor estilo del capitalismo salvaje: sueldos gruesos y cero seguridad social o permanencia. Capitalismo (¿o socialismo?) chino a full. A Chávez le gustan los western y las pelis de Charles Bronson.
No sé a ustedes, pero de entrada el concepto suena errado. Ni hablar de la estructura y directiva que lo soporta. Las experiencias latinoamericanas de un cine independiente, alternativo, del “Tercer Cine” (por citar a Solanas); nada tenían que ver con imitar y mucho menos legitimar, las estructuras de Hollywood.
La Villa, aunque reaccionaria, persigue el único fin de su antagónica industria: producir. La calidad y el contenido son cosa aparte. La taquilla es un absurdo: hay petróleo y full impuestos que soporten desaciertos y caprichos como “La Clase”.
Finalmente, y desde una apreciación muy personal, creo que el concepto fue errado al concebirla como la reacción y, al mismo tiempo, la emulación de Hollywood. También porque el proyecto Escuela se concibió como “guataca”. En México, por mencionar un ejemplo, el Centro de Capacitación Cinematográfica, una escuela subsidiada por el Estado Mexicano en su totalidad, que cuenta con infraestructura e invita a profesionales del cine de todo el mundo para que impartan clases (también subsidia a estudiantes extranjeros de bajo estrato social); producen películas de sus alumnos, las colocan en salas de cine, en Festivales Clase A, generan taquilla y ganan premios. ¿Podemos hablar de esos resultados en la Villa del Cine? Este artículo busca por qués a esta pregunta e intenta ofrecer algunas respuestas.
Señores, las buenas intenciones valen, pero es necesario pensar más allá de la complacencia de un líder y sobre todo, de la formación de la gente. Las películas de la Villa cuentan con un buen trabajo “técnico” pero alcanzar un nivel de contenido y de rentabilidad de ingresos que permitan su autonomía productiva, está muy lejos.
Literalmente, la Villa está en llamas. Nunca se tomó en cuenta la mesa de Educación durante el Foro Cinematográfico, evento creado por Sesto para tapar su corrupción, su clientelismo, su nepotismo, sus caprichos personales. La plata se ha derrochado en películas costosas, personalistas, caprichosas, complacientes…jamás ha habido una voluntad real de crear y educar, de financiar al libre pensar. La idea de una productora estatal es valiosa, pero se cae cuando el nivel intelectual y profesional de quienes la dirigen buscan sólo perseguir cifras que ni siquiera pueden alcanzar. Amazonia es un fracaso, las salas regionales no existen.
Ante esta realidad, es alarmante la gente que plantea la salida fácil: la nacionalización de las salas privadas. El fracaso de las salas comunitarias se afirma en aseveraciones como ésta y de paso, aunque “dizque socialistas” legitiman el éxito de espacios carcelarios y ultra capitalistas como el mall. Nacionalizar las salas no es crear espacios alternativos, luchar por ellos y vencer, sino entregarse al sistema “mall” cotufero. Parte del pastiche con carácter “posmoderno” de la Revolución del Siglo XXI.
Es lamentable que se imite lo peor de Cuba. Al menos esa revolución tuvo un cine pobre, reflexivo, crítico, coherente a nivel de guión y realización, pertinencia.
Es sumamente triste que el dinero se bote en películas producidas a la usanza de “Hollywood”, filmadas en varios países y en el peor de los casos, en filmes de un ministro. Es lamentable que después de la experiencia de los setentas, no superemos la ilusión de la “ficción” saudita. No somos un país rico, dependemos de ese sistema al que el presidente dice odiar y que hoy está en llamas.
Nuestro cine no puede doblegarse al fracaso. En fin, creo que es pertinente reflexionar.
La verdad yo siempre mantuve muy en alto mis expectativas para con la villa del cine.
ResponderEliminarSiempre pensé que era una muy buena idea su existencia y su consolidación. Algo que aun hoy sostengo.
Pero cuando pienso en experiencias como la vivida por el ICAIC –Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica- una productora cinematográfica 100% financiada por el estado y que por muchos años llevo la vanguardia ideológica y estética de la revolución cubana -e incluso latinoamericana, tanto en ficción como en documental- noto claramente lo lejos que estamos en Venezuela de ese panorama.
Lamentablemente la mayoría de las películas de La Villa del cine no se han caracterizado por impulsar ningún tipo de vanguardia, ni estética ni argumental y lo que es peor a mi manera de ver las cosas, ni siquiera tienen una claridad ideológica tangible, potable o aunque sea digerible, en el desarrollo de sus conceptos narrativos.
Un panorama triste que se complica aun mas cuando notamos que las películas de La Villa no tienen repercusión entre los espectadores nacionales, ni tampoco un verdadero buen desempeño en festivales de cine nacionales ó internacionales, lo que termina por hacerme pensar que no existe en el seno de La Villa del cine una claridad de propósitos que sustente verdaderamente los pilares de su existencia.
Mas allá del innegable aporte de dar la oportunidad a todos sus empleados, técnicos y creativos del cine nacional de ejercitarse en la profesión que desempeñan y por supuesto de devengar un sueldo por ello –ojo, un sueldo que irónicamente no incluye derechos y beneficios laborales de ningún tipo, algo inconcebible desde mi punto de vista, siendo La Villa del cine una organización de la Revolución Bolivariana-.
Aun así, y a pesar de todo esto, muy personalmente yo no pierdo las esperanzas en su desempeño futuro, básicamente porque se les ha dado y se les sigue dando oportunidades a mucha gente joven.
Gracias, Andrea, por escribir esto.
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo contigo y me gusta ver que alguien que tiene más información que yo sobre la villa reflexiones obre este sistema de financiación estatal con el que yo, en lo personal, siempre he estado en desacuerdo.
Creo que si se hubiese invertido la mitad de lo que se ha invertido en las películas de la villa que han fracasado en la creación de una escuela de cine seria que hubiese albergado a los realizadores y técnicos mejor capacitados del cine nacional para que transmitieran sus conocimientos a las nuevas generaciones se haría hecho muchísimo más por el cine nacional. Ve lo que ocurrió con la generación de la Escuela Oficial de Cine (EOC) en España. Muchos de sus alumnos impulsaron el cine español, no sólo a través de la producción, sino a través de la creación de nuevos centros educativos, como la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid, una vez que la EOC se cerró.
Siempre estaré en desacuerdo con un Estado como principal productor cinematográfico, de hecho me pregunto di en verdad es útil que el Estado siquiera intervenga en la producción artística en general, pues creo que eso trae muchísimos problemas. Ahora, si la idea es apoyar al cine desde el Estado, mis esperanzas son que al menos se haga bien.
Saludos.