Hace unos días tuve el gusto de conversar con John. Aquí les transcribo parte de la conversación que sostuvimos.
EL CINESCOPIO: Buscando información sobre tu persona constaté que habías estado trabajando como documentalista en África. ¿Puedes hablarnos un poco de esto?
JOHN PETRIZZELLI: Estuve trabajando allá como corresponsal para la televisión alemana. Empecé a trabajar en Sudán y luego trabajé en otros países africanos como Uganda, básicamente como corresponsal de noticias. Mi trabajo siempre ha estado orientado hacia el género documental. Aunque también he tomado tiempo para crear ficción, ha sido fundamentalmente el documental el área en la que me he desempeñado.
EC: ¿Cuál crees es la clave para hacer un buen documental?
JP: Esa pregunta no es tan fácil. Yo creo que para hacer un buen documental tienes que estar en sintonía con el tema que estás documentando. Se debe haber hecho una investigación lo suficientemente rigurosa para haber captado la esencia del tema y los personajes. Es muy importante la empatía con el trabajo. Por ejemplo, un documental por encargo nunca va a ser lo mismo que si haces uno tuyo sobre algo que te fascina. Yo creo que es fundamental tener empatía con el tema que vas a tocar, y por supuesto, una investigación muy rigurosa y una preproducción y postproducción impecables.
EC: ¿Es necesario el conflicto en el género documental?
JP: Sí, por supuesto. De hecho los documentales siempre tienen un conflicto, de lo contrario no tendría interés. En cualquier situación siempre hay un conflicto. Normalmente los documentales son sobre un hombre contra la sociedad, un hombre contra otro grupo de hombres, de grupos sociales, de grupos raciales, o del pobre contra el rico. Uno no debe propiciar el conflicto, pero si está presente debes tomarlo en cuenta como un elemento importante dentro del documental, pues este género al igual que la ficción necesita una narración con un principio, un nudo y un desenlace. Si haces algo completamente plano la gente se va a fastidiar y no va a seguir la historia. En algunos de mis trabajos yo he propiciado el conflicto, pero no el conflicto en el sentido de grupos enfrentados, sino que he propiciado algunos tropiezos en la narración documental. Digamos que de una manera inocente, he confrontado a los sujetos de la narración con una situación que yo propicié a ver cómo reaccionaban.
EC: ¿Hay una diferencia notable entre el documental de televisión y el que busca proyectarse en la pantalla grande?
JP: Claro que sí. El documental de cine o, digamos de autor, tiene un estilo propio, es la marca de alguien que tiene una manera de ver el mundo. El de TV, la mayoría de las veces obedece a un encargo, tú lo estás haciendo porque alguien te está pagando para hacerlo, es tu trabajo, a ti te piden que lo hagas. Generalmente tiene forma de reportaje. El de cine es de mucho más contenido autoral, más investigación, más tiempo. La misma mecánica de la TV hace que todo suceda rápido, a veces te dan un encargo un día antes de la transmisión. Cuando yo trabajaba para el África a veces me decían vete para Costa Marfil para que hagas una pieza sobre el presidente de Costa Marfil y las expropiaciones a los campos de caña. Así, de un día para otro.
EC: ¿Háblanos de tu último documental sobre María Lionza?
JP: El nombre completo es María Lionza, aliento de orquídeas. María Lionza era el nombre, digamos genérico, el nombre de la diosa, pero yo lo quise categorizar. Aliento de Orquídeas no es nada visual, es una frase más para la mente que para los ojos, algo que no se ve en la película porque no hay manera de expresarlo visualmente. Es una expresión que usó un coleccionista que le pidió un cuadro a Pedro Centeno Vallenilla, el gran pintor de María Lionza de los años cincuenta; el coleccionista le pidió que le pintara una María Lionza y le dio las características, la nariz así, el pelo negro, la boca grande, casi que como una Miss Venezuela criolla, pero eso sí, la pidió con un aliento de orquídeas. Eso me gustó mucho como nombre. La película es un documental sobre el mito y el culto de María Lionza; pretende mostrar ese fenómeno pero desde el punto de vista de los creyentes, como un fenómeno humano y no un fenómeno antropológico, es decir, en la película no hay entrevistas a intelectuales, a expertos, ese tipo de personas que estudian la antropología o la etnografía, sino que se basa únicamente en los testimonios, en las opiniones, en los sentimientos de los creyentes. Está absolutamente basada en eso, porque a mí lo que me interesaba hacer con ello era una suerte de viaje espiritual hacia la montaña de Sorte y tener un control cinematográfico del viaje, del autobús en el que se viajaba y su ascenso hacia la montaña. Es como un road movie documental, pues el espectador va con ellos a Sorte y regresa de nuevo a la ciudad. El trabajo fue hecho en video y luego transferimos a cine al final. Trabajamos en video porque el trabajo es más práctico, más fácil, más ligero. El rodaje duró dos semanas. El financiamiento básicamente es del CNAC con un aporte inicial del Jan Vrijman Fund, un fondo holandés de cine documental que gané. Ellos me dieron el dinero para hacer la investigación. Luego ganamos el concurso del CNAC y por otro lado obtuvimos pequeñas colaboraciones de productores independientes, montos más modestos pero igual de significativos.
EC: ¿Crees que el futuro del cine está en el realizador independiente?
JP: Hollywood todavía está duro y hay mucha gente que tiene el cerebro lavado con el cine Hollywoodense. Si alguna película no tiene ese esquema dicen que es mala, o no la soportan, o no la pueden ver, porque desgraciadamente nuestros pueblos, e inclusive el norteamericano, están acostumbrados a esos esquemas, a ese tipo de fórmulas. Pero aquí estamos nosotros dando la pelea en Venezuela, por ejemplo con María Lionza en 7 salas comerciales, un documental sobre algo tan particular de nuestro país compitiendo contra lo que venden las transnacionales del cine. Estamos haciendo una buena recaudación, todo esto con poca propaganda, sin el apoyo de los exhibidores que son una mafia, un monopolio comercial que no les interesa para nada el cine pues sencillamente piensan en el dinero. A pesar de eso el cine independiente, tanto en Venezuela como en el resto del mundo, está surgiendo. Siempre el futuro va a ser el cine independiente pero romper los esquemas mentales del colonialismo cultural de tantos siglos y de la imposición de las fórmulas de Hollywood en la mente de la gente no va a ser fácil. Es un reto que tenemos los realizadores del tercer mundo e inclusive aquellos de Estados Unidos y Europa que no comparten esas fórmulas comerciales del cine.
EC: Después de la cartelera venezolana, ¿qué le espera a un documental como María Lionza?
JP: Nosotros estuvimos ya en los festivales de Amsterdam y ahora vamos al de Guadalajara y Munich. Vamos a seguir el camino de los festivales. La transferencia de la película en 35mm fue reciente, ahora es que podemos luchar por colocarnos en los mercados y en los festivales. María Lionza también se vendió a la televisión holandesa, o sea que la cosa va bien.
EC: Al parecer el cine de nuestro país está despertando luego de un largo letargo. ¿Crees que se está dando un renacer del cine venezolano?
Sí, por supuesto. Sólo con ver la cartelera de cine te das cuenta de cuantas películas venezolanas están saliendo. Creo que hay como cuatro o cinco ahora mismo; antes producíamos una que otra, una vez por cuaresma. Ha habido un cambio significativo y positivo. Más que un renacer puede considerarse como una cristalización de muchos años en los que estuvimos muy poco protegidos a nivel de subsidio y apoyo del estado, ahora hay un empeño en que el cine venezolano se desarrolle y el CNAC ha apoyado todo el proceso de producción, distribución, hasta de los afiches, cosas que antes no se veían. Era imposible ver que se sacara tanto dinero del gobierno para nuestro cine. Hay que reconocerle al CNAC ese apoyo. Nadie puede negarlo, ni siquiera por razones políticas. Es algo tan objetivo que hay que reconocerlo. Al César lo que es del César.
*A pesar de tener en su haber dos cortometrajes de ficción - El embrujo (1982) y Falsas historias (1992) - el fuerte de Petrizzelli es el documental. Graduado en la Universidad de Nueva York, Petrizzelli trabajo como corresponsal de la televisión alemana en África, cubriendo eventos en lugares como Sudán, Uganda, Somalia y Liberia. En 1998 dirigió el documental Carrao, una mirada a la historia de Juan de los Santos Contreras, un conocido cantor de música llanera mejor conocido como el Carrao de Palmarito. En el 2006 Petrizzelli repitió con la hisotira de otro musico: Anselmo, la trampa de la una, documental que se aproxima a la vida y la música de Anselmo Lopez, mejor conocido como el rey de la Bandola.
Aquí les dejo el tráiler del documental
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