Por Sergio Marcano.
El 2009 no fue precisamente un año de sorpresas para el cine venezolano contemporáneo, la cifra más alta de espectadores según el CNAC -Centro Nacional Autónomo de Cinematografía-, fue de 158.043 y la más baja de 7.261, ninguna de las dos cifras es particularmente alentadora, no al menos para los muchos que quisiéramos que el cine venezolano se convirtiera en una industria floreciente, aka, que despertara el interés y fuese apreciado por la mayor cantidad posible de espectadores.
La primera película de ficción que se estrenó en el año –en el mes de agosto- fue financiada por la Villa del Cine, hablamos de Libertador Morales de Efterpi Charalambidis, una película que cuenta la historia de un hombre que decide tomar la justicia por sus manos al ver que las autoridades –policía y gobierno regional- son corruptos y no aportan soluciones que mejoren el devenir personal, ni el de la comunidad.
Un intento comercial que quizás, sólo quizás, hubiese funcionado mejor si Amazonia Films hubiese hecho una campaña publicitaria masiva y efectiva, que hubiese logrado despertar la curiosidad y el interés de nuestros espectadores en la película; como sabiamente suele hacerlo la industria norteamericana con la mayoría de sus blockbusters -independientemente de su calidad-, los cuales son mercadeados incluso desde su filmación en periódicos, revistas, páginas y blogs en internet, televisión, vallas en autopistas, edificios, y un gran etc.
Sin lugar a dudas la comercialización de nuestras películas es una de las fases con mayor retraso en el backstage de la cinematografía venezolana y una de las fallas que en mayor o menor medida se repite en todas y cada una de las películas estrenadas en el 2009.
Libertador Morales fue vista por 39.222 espectadores.
En el mes de septiembre la Villa del Cine estrenó Zamora de Román Chalbaud, una película también serie de televisión –al igual que Miranda Regresa de Luis Alberto Lamata-, acerca de la vida y muerte del líder revolucionario Ezequiel Zamora, cinta que se convirtió en la película más cara filmada por el cine nacional hasta la fecha –se rumora, no se sabe a ciencia cierta, que costó unos 13 millardos de bolívares- algo que irónicamente no la ayudó a superar los 7.261 espectadores, convirtiéndose de este modo en el fracaso comercial más estrepitoso de los últimos años; saliendo de cartelera apenas expiraron las dos semanas impuestas por Ley de Cine a los exhibidores nacionales. Algo francamente alarmante y que debería llamar la atención de aquellos regentes culturales que dan luz verde a estos proyectos cinematográficos de muy elevados presupuestos, sin siquiera tomarse el tiempo de estudiar seriamente el interés o el impacto que podrían tener en el mercado de la exhibición nacional.
Luego el Cnac nos trajo Venezzia de Haik Gazarian, una historia de amor, al parecer, concebida para captar la atención del público que sigue las telenovelas, un producto armado con actores de talla internacional de este género como lo son Ruddy Rodríguez y Alfonso Herrera, una fórmula que en nuestro país ha generado relativamente buenos resultados –como ya en el pasado lo demostró en Una abuela virgen de Olegario Barrera, protagonizada por Daniela Alvarado y Marlene de Andrade o Cyrano Fernandez de Alberto Arvelo, protagonizada por el hoy en día cotizado internacionalmente Edgard Ramírez.
Venezzia logró llevar 158.043 espectadores a las salas de exhibición, lo que la convirtió en la película más vista del año 2009.
En el mes de octubre el Cnac estrenó Día naranja de Alejandra Szeplaki, la historia de 3 mujeres que intuyen que están embarazadas, una película con una de las puestas en escenas más imaginativas y elaboradas que ha realizado el cine nacional contemporáneo –después de La gata borracha de Román Chalbaud y de Puras joyitas de Henry Rivero y César Oropeza- pero que a pesar de todo pronóstico de sus realizadores y distribuidores, quienes orquestaron probablemente la mejor campaña publicitaria del año, compuesta por entrevistas a su directora, a sus protagonistas en diferentes medios, diferentes concursos y una constante proyección del trailer tanto en cine como en televisión, la película no caló en el interés de los espectadores nacionales, alcanzando tan solo vender 20.033 entradas.
En el mes de noviembre el Cnac estrenó Un lugar lejano, una película de corte intimista que narra la etapa final de la vida de un escritor enfermo de cáncer terminal, una película que pareciera estar diseñada para calzar en festivales internacionales, más que para calar en el gusto de los espectadores locales, aún así la cinta logró captar la atención de 19.092 espectadores venezolanos -a mi parecer la película mejor lograda del año-.
Hacia final de año el CNAC estreno Son de la calle de Julio César Bolívar, la historia de amor de dos jóvenes de diferentes clases sociales y sus ambiciones de realización personal y artística, un producto abiertamente comercial hecho para capitalizar la atención de la juventud que escucha hip hop y/o reggaetón, y que está protagonizada por figuras de estos géneros musicales como los celebérrimos Chino, Nacho, Franco, Emilio Vizcaíno y pare usted de contar -una vertiente cinematográfica que tuvo cierto éxito comercial en el pasado en películas como Menudo de Alfredo Anzola, Salserin de Luis Alberto Lamata y Muchacho solitario de César Bolívar-.
Los resultados económicos de esta cinta aún están por descubrirse, ya que la película en cuestión para el momento de publicación de estas palabras -y/o reflexiones- aún permanece en cartelera.
Seis películas de ficción estrenadas en total. Por lejos, la cifra más vergonzosa del año.
Hace algunos unos meses atrás, tuve a posibilidad de trabajar como script en el rodaje de una película nacional financiada por el Cnac y desde ese momento para acá he estado pensando mucho en que el cine nacional es claramente un reflejo de nuestra cultura.
Entonces, si vivimos en una sociedad que en la Cuarta República se refundó gobierno tras gobierno –de Acción Democrática y COPEI- cada 5 años, y que llevamos 10 años de refundados en el gobierno propulsor de la Quinta República, es fácil comprender que cada película nacional posea en buena parte de sus argumentos la inocencia y la torpeza narrativa de la primera película hecha en el país –un panorama que no necesariamente se repite en lo que respecta a los aspectos técnicos, donde la evolución es bastante clara y evidente-.
Así, el cine venezolano contemporáneo desconoce –voluntaria o involuntariamente- todas las reglas de guión que se han establecido –y roto, a partir de su conocimiento- a lo largo de la historia del cine; hablo de tipos de estructuras como la de los tres actos ó el viaje del héroe –por mencionar dos de las más populares- en las que normalmente los personajes involucrados atraviesan por procesos que los hacen cambiar dentro de la trama, algo que no sucede en la gran mayoría de las películas nacionales, en donde las líneas narrativas, si es que logran desarrollarse a cabalidad, nunca nos llevan satisfactoriamente a ninguna parte.
Por otro lado es un hecho que nuestro mayor aporte a la cultura audiovisual internacional han sido tradicionalmente las telenovelas, por lo que no es de extrañar que nuestros directores y guionistas tengan una gran influencia de este género –en el cuál muchos de ellos se han formado y fogueado como realizadores-, algo que vendría a explicar por qué buena parte de nuestros guiones están ligados temáticamente al melodrama rosa, de moral judeo/cristiana, clase A, aquella establecida para todo público en el prime time de la televisión criolla.
Este género también parece influenciar a los directores de fotografía cuya “vanguardia” visual normalmente está ligada a una narración en líneas generales hecha a base de planos fijos –filmados o grabados sobre un trípode- abiertos y/o generales –una estética claramente televisiva-, que por descarte deja de lado la posibilidad de abordar lo narrado bajo una estética visual que resulte competitiva con lo que se hace en cualquier país del mundo imbuido verdaderamente en el reto audiovisual que implica la realización cinematográfica.
También es fácil comprender que en un país donde los eventos más importantes del año son uno o varios concursos de belleza –nacionales o internacionales, femeninos y/o masculinos- la tendencia en el audiovisual nacional sea la de incluir en el cast -elenco- a figurines plásticos de cuerpos 90 60 90, en su gran mayoría de piel blanca, sin importar que tengan verdadero talento o ninguno para la actuación, ya que la belleza física se ha convertido en una especie de formula/garantía de éxito instantáneo en nuestro audiovisual contemporáneo.
Por otro lado, vivimos en una ciudad donde se mezclan y se desdibujan constantemente la anarquía e indolencia ciudadana, con el maltrato y la burocracia estatal o privada, por lo cual es bastante comprensible –a pesar de que estamos en tiempos de revolución- que La Villa del Cine filme una película de 13 millardos de bolívares, en vez de 13 películas de 1 millardo cada una; ignorando de este modo el interés que sienten muchos jóvenes –y no tan jóvenes- venezolanos por la realización de proyectos cinematográficos nacionales, dando la espalda claramente a la formación de nuevos talentos y una vez más a la tan necesaria oxigenación del centenario cine venezolano.
Un hecho que pone además de manifiesto que continuamos viviendo en una sociedad profundamente clasista, donde la mayoría de los que acceden a los créditos cinematográficos nacionales son los representantes de las élites culturales; por lo cual tampoco es extraño ver esperpentos cinematográficos que hablen del barrio y de sus habitantes con un desconocimiento y falsedad que por momentos insulta a la inteligencia social de sus espectadores.
Un panorama que irónicamente lejos de hacernos críticos de nuestra cultura, y del cine que vemos y realizamos, nos hace conformar una sociedad profundamente negadora de la realidad y particularmente chovinista, en la que nuestros habitantes –casi de un modo oligofrénico o quizás más bien esquizoide- creen que viven en el mejor país del mundo, y en la que los cineastas, gerentes cinematográficos y gremios del cine consideran que hemos alcanzado el cenit incuestionable del cine que nos merecemos como cultura; todo esto porque tenemos petróleo, gas, playas, montañas nevadas, llanuras, peloteros en las grandes ligas, misses –universo, mundo, whatever-, directores de orquesta populares internacionalmente y seis películas nacionales que en el año 2009 fueron vistas por:
39.222 “Libertador Morales”
158.043 “Venezzia”
7.261 “Zamora”
20.033 “Día naranja”
19.092 “Un lugar lejano”
??? “Son de la calle”
----------
243.651 espectadores
de los 26 millones de habitantes que tiene este país.
Sergio, esas cifras están incorrectas en todos los casos. Desactualizadas, más bien: Venezzia supera los 186.000 espectadores, Un lugar lejano llevá más de 57.000. Incluso con Zamora te quedaste corto (7.261 a 7.299 -- casi despreciable la diferencia, pero diferencia al fin)
ResponderEliminarSegún mis cuentas, las películas Venezolanas con estreno comercial en el 2009 acumularon más de 418.000 espectadores (Son de la calle va por 63.500 y todavía le queda un buen rato en cartelera) -- vale decir, yo cuento lo hecho en 2010 siempre que la peli haya sido estrenada en el 2009, como es el caso de Venezzia, Un lugar lejano y Son de la calle, que siguen en cartelera todavía
No creo que cambie el sentido de tu post, pero al menos te pongo más al día con los numeritos
Un abrazo!
"La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas" Nicanor Parra.
ResponderEliminarCine soviético de encargo y cine kitsch pequeñoburgués. Estamos mal pero... ¿vamos bien?
Un cine nacional negado a la realidad: la del mercado y la de la cultura. Triste despilfarro.
Por cierto, ¿por qué dices "El CNAC estrena", "El CNAC nos trajo"...?
ResponderEliminarHey Rorro.
ResponderEliminarSeria muy bueno –y definitivamente informativo- saber las cifras que maneja Cines Unidos.
…
Coloco el Cnac estrena, o el Cnac nos trajo, básicamente porque esa institución participo como financista en más del 40% del costo total de esos proyectos donde hago la acotación.
…
Armando, ¡Sin duda todo un despilfarro!
Hmmm...no son las cifras que "maneja Cines Unidos", sino las cifras reportadas por los cines, independientemente del circuito...
ResponderEliminarTe mando la info en un correo...
Lo del CNAC lo pregunté porque aún siendo ellos los que ponen el 40% del dinero (o el % que sea), no me parece justo con los productores/directores que se vea como si ese organismo fue el único que trabajó para crear y/o estrenar la película
ResponderEliminarDe hecho, y aunque seguro peco de egocéntrico, me pica un poquito porque en algunos de esos casos yo trabajé bastante para que las películas tuvieran promoción y se estrenaran...
...y si yo, que ayudé en un 0.000125% me piqué...imagínate alguien que le haya dedicado dos o tres años de su vida...
Rorro sin duda alguna mi intención no es desestimar el trabajo de ningún productor, pero si creo que sin el apoyo del Cnac estas películas no habrían podido ser realizadas.
ResponderEliminarAquí no estamos hablando de cine guerrilla, ni de un pequeño aporte económico, estamos hablando de películas que costaron varios millardos y en donde el Cnac es el socio mayoritario.
Lo sabes.
En todo caso creo que te estas perdiendo en la forma y dejando a un lado la esencia de la reflexión que me plantee en este escrito.
Totalmente de acuerdo con tu artículo, da muchísima tristeza ver la situación en que nos encontramos...superando cualquier nivel de ego reflejado por quienes hayan participado, deben estar al tanto de la realidad porque aunque hayan trabajado muy duro en cualquier proyecto de estos medianamente "exitosos" no deben quedarse ciegos y pienso que si en verdad les gusta lo que hacen entonces deberían alejarse un poco de los intereses personales y empeñarse en desarrollar nuestra sociedad de alguna manera (bastante falta que hace). Digo esto no para comenzar o continuar con un debate, mucho menos para ofender a personas que ni siquiera conozco, sino porque soy de los que cree que acá hay muchísimo talento mal utilizado y estas personas -pienso yo que- tienen el deber hacer un aporte positivo al campo en el cual se desempeñan. A la vez me gustaría aclarar que coloqué la palabra exitoso entre comillas anteriormente porque también creo que el éxito de una película no está en lo taquillera que sea o en cuantos millardos se hayan invertido, sino en el aporte real, ya sea el mensaje o algún aspecto técnico...al final todo se resume en utilizar la creatividad que todos tenemos, estoy seguro que una vez eso sucede, la película será bien recibida y muy apreciada por sus espectadores. Saludos!
ResponderEliminarSergio está muy bien tu artículo. Me parece alarmante las cifras de taquilla, obviamente algo falla y más allá de que las películas sean buenas o malas, el problema de base es la distribución.
ResponderEliminarTtotalmente cierto
ResponderEliminarEl problema está bien expuesto en tu artículo amigo Sergio: La "Pequeña Venezzia" tiene, no el cine que se merece, sino el que puede y se permite tener, un cine mediocre hasta ser doloroso, cada vez más ciego y desconectado de su realidad, penosamente edulcorado y de un mal gusto que abofetea al espectador (como en el caso de Día Naranja) o politizado de la forma más retrograda, politiquera y lo peor de todo CARA, como en el caso Zamora. Pero el problema, como tú bien acotas después de comentar las desoladoras cifras, es complejo y está asociado a nuestra nueva élite cultural, la boliburguesa, esa del CNAC y la Villa del Cine, esa que se va de compras navideñas a Nueva York y que acto seguido y de la manera más artera da luz verde a adefesios soporíferos y/o desfachatados como Zamora o Libertador Morales, monumentos a la presbicia de esta misma élite trepadora y golosa.
ResponderEliminarTransarse con estos tipos debe ser el acto más jodido de realizar para cualquiera que desee hacer una película; o filmas un busto bolivariano, monolítico, soso y desarticulado o ¡vete a joder a otro lado!
Se sabe de trampas, favoritismos y golpes bajos de estos tunantes de la cultura.
¿Hasta cuándo?
Saludos.
Y Vinotinto, la película, con más de 25.000 espectadores en sala? Por que no la mencionas en tu artículo? el documental es un género que se está desarrollando también en Venezuela, y el hecho de estrenarlo en salas de cine comercial y llegar a convocar más espectadores que otras pelis de ficción debería también de analizarse...Gracias y saludos!
ResponderEliminarHola Unella.
ResponderEliminarDisculpa que no te contestara antes. Desde que reviso internet en mi teléfono ya casi no me conecto de verdad…
No menciono las películas documentales esencialmente porque escogí solo hablar de ficción. No me parece justo poner a la par, el interés que despierta un documental –un género menospreciado en la taquilla (es decir por los espectadores) del cine mundial contemporáneo- al lado de cualquier proyecto de ficción.
Por otro lado, 3 documentales llevados a cine y exhibidos en salas comerciales venezolanas no me parece ni remotamente representativo de la cantidad, ni de la calidad de documentales –también de largometraje- que se hacen año tras año en este país.
Supongo que las razones por las que se lleva este documental, y no otro, a las salas de cine nacionales están directamente ligadas al interés que despierta su temática en los espectadores nacionales, más allá a la calidad de su realización, o de sus propuestas artísticas. OJO. Con lo que no quiero decir, en lo mas mínimo, que el documental no demuestre una realización más que correcta y un trabajo de investigación dedicado y profundo.
La verdad es que si escribiera un artículo sobre el cine documental venezolano del 2009, el artículo versaría sobre aquellos documentales que no pasaron al circuito de exhibición nacional.
En todo caso, tienes razón cuando dices que es un hecho interesante que una película documental le gane en taquilla a una película de ficción, por lo que si tienes material, un artículo, o un ensayo que consideres relevante sobre el tema te pido por favor que nos lo envíes y de seguro lo publicamos.
Un abrazo.
…
Saludos a Fahil, Aliona Elizabeth y Gemma. Gracias por tomarse el tiempo de publicar sus reflexiones al respecto del tema.