Natalie Portman ganó su primer Oscar como Mejor Actriz este año gracias a este papel, recibiendo su premio en un avanzado y rozagante estado de gravidez, contrastante con la delgadez casi anoréxica que exhibe en la cinta, ese pequeño y frágil cuerpo que será sometido a la torturante disciplina diaria de ser esbelto, grácil y perfecto para un único propósito: el arte, la máxima expresión de belleza y perfección.
Habiendo muy pocos personajes en el filme, la mayoría son mujeres, el único hombre a destacar es Vincent Cassel como el profesor y director de la compañía de ballet que será un detonante en la pretendida transformación de Nina en algo que nunca queda muy claro. Su propósito es convertirla en un ente de pura seducción y la erotiza. Nina es solo una niña, virginal y pudorosa intenta entregarse al erotismo por el bien superior del arte. Desde el principio aparece esta atemorizada chica mirando a su alrededor como si algo la persiguiera, comienza a ver cosas extrañas y nos da la impresión de que eso no es nuevo. La manera en que actúa Nina ante las constantes apariciones parece dar a entender que está relativamente acostumbrada, son tantas que ya las toma con cierta normalidad, su vida sigue aunque por dentro se este derrumbando, como si supiera algo que nadie más sabe, como si de hecho de alguna manera anticipara su desplome. La fragilidad mental va en aumento a medida que se encierra en su propio mundo, confunde a las personas y el espectador se confunde también. Allí entra en juego el personaje de Mila Kunis, es un bluf, no tiene razón de ser, la trama se pierde, los por qués de Nina tan frágiles como su cuerpito se desvanecen, y entonces solo queda el terror.
Los vacíos de todo tipo abundan en la cinta, ¿Qué pasaba antes en la vida de Nina? ¿Hay o hubo un padre? ¿En serio la presión es tan fuerte como para llevarla a ese estado de perturbación? No sabemos si Nina se está volviendo loca o si la están volviendo loca. El director Darren Aronofsky quiere jugar con su mente y con la del espectador pero ni él mismo sabe cómo, por momentos lo consigue en escenas de impacto visual muy bien logradas pero que al paso solo son eso, momentos, destellos terroríficos de pocos segundos, que se van acumulando, creando una especie de tráfico trancado de escenas de terror del que tiene que salir como sea antes que toda la cinta colapse y no solo Nina sino el público terminen desequilibrados.
Nina es básicamente una niña que está despertando a la sexualidad en medio de un ambiente asfixiante y en extremo exigente, por lo que será castigada. La escena de la masturbación es emblemática de cómo el sexo debe ser algo necesariamente terrorífico. Su profesor, un adulto, le da una muestra de sensualidad, ella solo es una alumna aprendiendo, y eso debe costarle su estabilidad emocional. Ella quiere demostrar su dedicación y perfección, pero su naturaleza la delata y se pierde. Es lamentable que Aronofsky finalmente quiera transmitir tamaña pacatería con tan rebuscados recursos. El verdadero conflicto está en lo que no pudo contar, porque no convence, faltan datos, da miedo, sí, pero eso es todo. Los efectos sutiles los trabaja al pelo logrando verdaderos picos de terror pero no sabe que hacer con eso luego. En algún punto parece que la idea se le escapa de las manos y solo le queda seguir maltratando a esta pobre chica porque sí, a ver qué pasa y qué hace ella. Es un discurso contra el maltrato infantil y el maltrato a la mujer que se le vuelve tal pastiche, tan difícil de manejar que voltea el plato y decide que la tortura per sé es lo que hay. Traiciona la supuesta premisa de investigador de la tortura y se convierte en torturador.
Aronofsky cae en el propio morbo que intenta denunciar, la misma Natalie Portman aseguró que efectivamente sufrió tortura sicológica para representar este personaje, como actriz ha llegado a la cúspide de su representación como fetiche de niña dulce y delicada desde que se hiciera conocida los 12 años en la cinta El Profesional. Su belleza etérea e infantil ha sido explotada en película como Closer y hasta en V de Venganza, en una escena ‘barely ilegal’ en la que vestida como niña con colitas, se presenta como “regalo” a una autoridad clerical. En el Cisne Negro finalmente acaba con su propia imagen aniñada al mostrar que tal belleza idealizada solo puede conducirla a la locura. No se trata solo del personaje, no es casual que
Concluimos que Cisne Negro es una película cuando mucho con gran potencial, pero ahogada en su propio pantano de perversión sin explicar, retrato de una sociedad empeñada en solazarse en la tortura y el maltrato a los más débiles, disfrazada de investigación sociológica, representación y ejemplo del tormento sufrido por las actrices fetiches ante directores machistas en una industria cinematográfica hecha por y para hombres, prototipo de la mortificación del otro como entretenimiento, es el morbo por el morbo.
Yo tengo una visión distinta de la película, sin embargo me ha gustado tu crítica y el enfoque que le haz dado. Saludos.
ResponderEliminarGracias David. Puedes contarnos tu visión, para eso es este espacio. Saludos.
ResponderEliminarA mi pareció genial... aunque no veo la necesidad de la psicósis de la protagonista; funcionaría igual e incluso abriría un juego más fértil, aunque invisible para el espectador promedio joligudense.
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