martes, 12 de julio de 2011

Encuentro Iberoamericano de Escritores Cinematográficos El garfio: Teoría y adaptación (3ª entrega)

Por: Andrea López

Aunque el primer tema del segundo día era pertinente dentro del guión del encuentro, ya que tocaba discutir acerca de Teoría y enfoques de la escritura para cine: Estructuras dramáticas, ritmo y tono. Género y conflicto. Construcción de personajes y diálogos; y el panel lucía también acertado:  Matías Bize (“En la cama ”), Fernando Pérez Valdés (“Suite Habana ”), Paz Alicia Garcíadiego (“Profundo Carmesí ”) y Enrique Rentería (“Ciudades oscuras ”); la discusión careció de preparación por parte de los ponentes lo que conllevó a que reiteradamente se perdiera en divagaciones. Debo reconocer también que llegué tarde y por tanto, citaré del popular blog El Inquilino guionista , lo expresado por el joven y exitoso Matías Bize.

Tras describir brevemente lo dicho en el primer panel, me ocuparé del segundo, el cual logró encender nuevamente nuestro ánimo: Adaptación de obras literarias al guión cinematográfico. Novela, teatro, cuento, poesía, ensayo, remake.  Tan importante discusión estuvo conformada por los profesionales Eduardo Sacheri (“El secreto de sus ojos ”), Sandra Kogut (“Mutum ”), Roberto Sneider (“Arráncame la vida ”) y Elio Palencia (“Cheila, una casa pa Maita ”).

Teoría y enfoques de la escritura para cine: Estructuras dramáticas, ritmo y tono. Género y conflicto. Construcción de personajes y diálogos.

Paz Alicia y Arturo Ripstein
Paz Alicia Garciadiego confiesa sin tapujos que ella no era guionista hasta que conoció al afamado director Arturo Ripstein y desde entonces todos los guiones que ha adaptado en su vida (más de una docena desde 1985) han sido llevados a la pantalla por su marido.  Afirma también que no cree en los manuales de guión y por tanto, no hay que hacerle ningún caso a Syd Field , ya que “a ese señor no le han filmado ni un solo guión”.  Para la escritora, cada película tiene su propia escritura y estructura, se declara enemiga del género fársico porque “doblega a sus personajes, el escritor asume una actitud paternalista y por tanto, autoritaria”; al tiempo que dice preferir las historias de crímenes porque “son perfectas para adaptar: tienen principio, desarrollo y final; nacimiento, vida y muerte”.  Agrega que “los personajes deben poseer muchas contradicciones al igual que las locaciones en las que se desenvuelven (…) El sexo de los personajes no debe ser nunca placentero pues el orgasmo representa una muerte chiquita” y que en los diálogos “acostumbro utilizar refranes pero mezclados”.  Finalmente, manifiesta no estar de acuerdo con quienes escriben acerca de sí mismos: “Solamente las adolescentes que tienen 12 años piensan que su autobiografía es interesante”.  Como bien dice el Inquilino guionista la escritora mató en esta sola frase a Ana Frank y su diario, y quien sabe a cuántas personas más.

Fernando Pérez Valdés
El director cubano Fernando Pérez Valdés,  admite no ser guionista ni tener el talento para ello.  Se asume enemigo de las normas pues las ve como una camisa de fuerza donde la intermediación del escritor se pierde.  Recomienda la reducción de las descripciones y evitar al máximo los diálogos:  “La acción debe ser imagen.  El cine es un arte de iletrados”.

Enrique Rentería declara que muchas de las cosas que iba a decir ya se han dicho y deja ver sus diferencias con Garciadiego:  “Yo sí creo en las estructuras, son como una base, una casa (…) todos nacemos, vivimos y morimos, sólo que lo hacemos de manera distinta”. 

Matías Bize
En vista de mi ausencia, transcribo para ustedes el apartado publicado por El Inquilino Guionista en su artículo “El guionista distraído ”, que refiere lo expuesto por Matías Bize, un joven chileno de 32 años que lleva tres largos dirigidos y múltiples reconocimientos internacionales: “Lo más importante es que haya un autor detrás de la peli, independientemente del género que sea. Alguien que expone su vida, eso es interesante. Hablo de historias personales: cosas que me han pasado a mí y a mis amigos. A pesar de que el cine es un arte colectivo, la génesis es personal. Hay que luchar en este tema: cuál es la película que un festival, que la crítica espera que hagas. Es importante conocer el género del que voy a hablar, conocer las leyes (para respetarlas o saltárselas), y ver películas de ese género. Escribir es un proceso difícil y largo. Mi tema son las relaciones humanas. El conflicto es la película, más allá de lo escondido que esté. Cuál es mi conflicto es de qué se trata mi película: me ayuda al guión, a dirigir a los actores, incluso a elegir el cartel. Muchas veces la pregunta –el conflicto-, cambia en el proceso de la escritura, pero cuando está claro, es el camino. Menos es más: unidad de tiempo y espacio. Hay que hacer películas posibles, realizables, con producción sencilla, para profundizar en el conflicto. Meto la energía en los actores, más que en una gran producción. El conflicto ha de ser local para convertirse en universal. Se debe sospechar de la primera idea de un diálogo, éste nos tiene que sorprender, generar una ruptura. Intentar tener alguna línea de diálogo o cita que trascienda. Un pecado es la sobre información, explicar, hay que imaginarse siempre que el público es muy inteligente. Y no olvidar que el guión es una guía, que luego hay que incluir a los actores. Y remarcar la importancia del silencio: el diálogo funciona en la medida en que tenemos silencios.” . (Tomado textual de El guionista distraído).

Adaptación de obras literarias al guión cinematográfico. Novela, teatro, cuento, poesía, ensayo, remake.

Sandra Kogut
La sesión es iniciada por Sandra Kogut, una brasilera que ha llevado a la pantalla una obra del reconocido escritor Joao Guimaraes Rosa .  Esta simpática mujer de acento carioca, alcanza a explicarnos en español que nunca quiso revelarle a nadie lo que hacía por temor a que la juzgaran sacrílega, ya que “por lo general los libros son mejores que las películas y si yo decía que mi historia estaba basada en este escritor, mucha gente me iba a caer encima” (…) “El libro habla de la infancia de una manera muy interior y las palabras utilizadas en el texto son muy particulares de modo que yo no quise que los actores las memorizaran pero tampoco quería que improvisaran.  Así que primero construí las relaciones familiares, entonces hacía que cerraran los ojos y les daba la palabra una vez (…)  Al final del proceso, todos nos dimos cuenta de que el niño protagonista de la historia era miope, esa cualidad era un subtexto de la obra y me parecía insólito que la gente me preguntara si su punto de vista iba a ser filmado fuera de foco”.

Elio Palencia
El dramaturgo Elio Palencia toma la palabra para ser sustancial y conciso:  “El teatro y el cine son drama.  Hacia mitad del siglo pasado, con la aparición de la televisión, el teatro enfrentó una crisis que lo obligó a revisar sus raíces.  Esto conllevó a trabajar esta disciplina más allá de la línea argumental”.  El autor de la obra “La Quinta Dayana” que sería adaptada por él y Henry Herrera para llevarla a la pantalla bajo el nombre de “Cheila, una casa pa Maíta”, explica que existen tres modalidades de fidelidad:  “Piezas llevadas literalmente a la pantalla, piezas que tienen una literalidad aparente y aquellas que ven en la obra un boceto del film. En este último proceso debe uno tener muy claro qué de la pieza se va y qué se queda”.  El responsable dramaturgo explicó a los asistentes mediante un video, qué cosas cambió de su obra al film:  “Se ampliaron los personajes, se hizo un coro, los espacios también se ampliaron pues la obra se desenvolvía toda en la casa. Los monólogos fueron convertidos en subtramas, se eliminaron los apartes y las rupturas de la cuarta pared, la palabra fue sustituida por imagen y se mantuvo la línea argumental”.

Eduardo Sacheri
Habla Eduardo Sacheri, autor de “El secreto de sus ojos”. Quien hasta entonces había publicado varios relatos, en su mayoría futboleros, comenta que su punto de partida como guionista empezó cuando Juan José Campanella lo llamó y le dijo: “Leí tu novela y estoy conmovido”. Lo sucesivo fue el reto: “Mi novela no era policial, sólo había un crimen que sucedía hacia el final.  Campanella me propone hacerla policial. (…) En la novela, la atrapada al asesino es algo casual, no podía ser de otra manera en Argentina”.  El público se enciende en aplausos y risas, algunos incluso vitorean el nombre de México para dejar en claro que la ineficiencia policial no es exclusiva del sur. “Inventar un proceso de pesquisa me obligó a escribir mucho más (…) llegaba entonces donde Campanella con, por ejemplo, cinco páginas perfectas y él me las reducía a media cuartilla (…) fue difícil pero yo en realidad quería que la película se hiciera”.  El jovial argentino remata:  “Para mí no es un policial aunque Campanella diga lo contrario”.

Roberto Sneider
Finalmente, toma el turno Roberto Sneider, quien llevó al cine la novela homónima de Ángeles Mastreta “Arráncame la Vida” y que está en el Top Ten de las películas taquilleras mexicanas:  “Uno debe hacer una selección de los personajes y los temas que va a tratar (…)  Por lo general, hago una escaleta ó más bien un argumento centrado en las acciones de la novela.  Si recuerdo los diálogos, también los pongo”.

Continúen con nosotros, en la próxima entrega vía hacia “la guinda” del evento, expondremos el importantísimo tema de la formación del escritor de cine de la mano de Carlos Cuarón, Jorge Goldemberg, Armando Casas (director del CUEC) y Marina Stavenhagen (directora de IMCINE), entre otros. 

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