La razón para la interrogante que titula este post surge de mi sentido común, no sólo de espectador de cine, sino de venezolano. De una de esas cavilaciones que uno hace cuando está atrapado en el Metro por mucho tiempo o cuando espera en la cola del sírvase ud mismo que está cerca de mi trabajo: ¿Si Miranda regresa, eso quiere decir que se fue? y si se fue, ¿cuando estuvo aquí?.
En todo caso para mi la película de Luis Alberto Lamata funciona más como un "Miranda por fin llegó", porque la verdad Francisco de Miranda tanto la persona histórica como el personaje cinematográfico siempre estuvo ausente, por lo menos para la masa que es quien aprende desde temprana edad eso que llaman "historia de venezuela" y la que tambien va al cine y tiene la última palabra.
Y al pensar en que Miranda por fin llegó, no olvido para nada la película de Diego Rízquez que antecede al largometraje de Lamata. Sin ánimos de patriotismos baratos, es ahora que la historia de los llamados hacedores de nuestra historia están sirviendo como verdadera materia prima para la expresión cinematográfica, una expresión cinematográfica que por demás parece, además, estar definiendo su propio nuevo camino.
Y esa llegada de Miranda es un reflejo de la recuperación del conocimiento propio que tenemos como sociedad. Y si hay algo que no puede negarse es que de eso hay mucho en las políticas culturales del gobierno.
La película de Lamata no cae en el terreno de lo panfletario, sin embargo su carácter meramente anecdótico parece ser su punto más débil, las licencias que se tomaron para contar la vida de Francisco de Miranda en apenas dos horas y algo más de duración no son suficientes, por lo menos en mi opinión, para darle una fuerza verdadera al conjunto.
No tengo certeza si el proyecto de Miranda Regresa se pensó primero como una miniserie y luego como una película, lo que si es cierto es que definitivamente la miniserie por la misma naturaleza del formato quizás permitirá un desarrollo mayor y más fluid tanto de personajes como del relato dramático, un desarrollo que en la versión que se estrenó el pasado 12 de octubre se ve un tanto atropellado.
A destacar realmente de la película están sus apartados en el sonido, fotografía y efectos especiales. Mucho más placentero es saber que todo el equipo que trabajo en ello es totalmente venezolano por lo que la película viene a ser una verdadera patada en el trasero para todos aquellos detractores que aseguraron (y seguirán asegurando) que aquí no se pueden hacer películas con calidad, una calidad mucho más alta que el estándar que exige el consumo interno, es decir que Miranda Regresa puede funcionar tanto aquí como en Nueva Zelanda (digo yo).
El otro aspecto a destacar de la película de Lamata es su carácter educativo. Si, educativo. Al terminar la película me di cuenta como espectador que mi conocimiento de la historia venezolana es cuando menos mediocre. Y quizás puede ser fácil culpar a mi educación primaria, secundaria y universitaria. Pero si una película te convence de querer saber más de lo que antecedió a la construcción de la realidad donde te desenvuelves, entonces para mi la película es excelente. Porque el cine no sólo debe entretener, también merece ser una herramienta de que fomente en nosotros esa curiosidad por el conocimiento.
Es por eso que siento que más que regresar, Francisco de Miranda por llegó. A ver cuando se lanzan con una de Bolívar, pero sin Lamata, no porque no sea capaz, sino porque pienso que la diversidad es lo mejor para nuestro cine en este momento.
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