viernes, 2 de noviembre de 2007

BUG. La paranoia puede ser dolorosa.

Hace unos días tuve la oportunidad de alquilar Bug, una bizarra historia de paranoia, soledad y demencia dirigida por William Friedkin (The French Connection, The Exorcist, Rules of Engagement). La cinta, interpretada por Ashley Judd , Michael Shannon, Harry Connick Jr., Lynn Collins, y Brian F. O'Byrne, obtuvo el premio Fipresci del Festival de Cannes en el 2006. Altamente recomendable, Bug es en mi opinión uno de los mejores trabajos de Friedkin después de El Exorcista.

A nivel argumental, Bug es una de las cintas más interesantes y extrañas que he visto últimamente. Basada en una obra de teatro escrita y adaptada al cine por Tracy Letts, el filme nos habla de la relación sentimental entre una mujer acosada por un pasado doloroso y un joven bastante desequilibrado, quienes conectan en una suerte de intimidad paranoica mucho más cercana a la enfermedad que al amor. Agnes White (Ashley Judd), una mesonera en un bar de lesbianas, conoce por intermedio de una amiga a Peter Evans (Michael Shannon), un joven veterano de guerra, callado y solitario. Peter es bastante extraño, uno de esos seres que parecen perseguidos por la alucinación. Agnes es una mujer agobiada por la soledad, acosada por un marido violento que acaba de salir de la cárcel. Ambos conectan de manera simbiótica. Y ambos empiezan a ver insectos. Pequeños bichos que se van apoderando de ellos, de sus cuerpos, de sus decisiones, de sus vidas. Insectos que poco a poco lo van infestando todo. Aunque ellos sean los únicos que los vean. Como dice el propio Shannon en una entrevista que se le hizo mientras se rodaba la película: “ (…) se trata de una historia de amor entre dos sujetos intensamente dañados (…)”.

Casi todo el filme se desarrolla en la habitación del motel donde vive Agnes. Las costuras del guión de teatro son obvias: lo importante aquí es lo que se dice y la forma en que se dice, no la locación. Esa es la razón por la que el escenario se ve suplantado por un gran cuidado en los diálogos, que a mi parecer son estupendos. De manera intermitente, como si se tratara de líneas divisorias entre actos, vemos unas cuantas escenas aéreas desde un helicóptero. Estas parecen venir antes del recrudecimiento dramático. Sin embargo, la esencia de todo ocurre en la habitación, y el helicóptero es solo un medio de desahogo, un vehículo para darnos aire en medio de tanta claustrofobia.

Las actuaciones son bastantes decentes, destacándose Michael Shannon, quien entra en papel formidablemente. Técnicamente el filme no es del otro mundo, pero no lo necesita. La verdad que el aire de bajo presupuesto (aparentemente fue ínfimo), no afecta la calidad del resultado, lo cual creo que resulta un logro para Friedkin.


La película narra la escalada paranoica de dos sujetos infestados por insectos. Sin embargo, creo que la cinta tiene otras lecturas. Los bichos pueden ser intercambiados por cualquiera de los miedos modernos que obsesionan a muchos hoy día: gérmenes, terrorismo, enfermedades, extranjeros, contrarios políticos. Porque al final del día, Bug es sobre paranoia, y paranoia no es más que odio. O por lo menos la proyección de todo ese dolor que llevamos dentro. Aquí, ambos, escritor y director, han sabido decirlo. Bien por ellos.

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